Si nos fijamos en la historia de nuestras amistades a lo largo de la vida, nos daremos cuenta que éstas han sido cíclicas y que van muy relacionadas a la edad y al nivel de madurez que vamos adquiriendo.
Hasta los siete años los amigos son sólo circunstanciales, y es porque los niños pequeños ven a sus pares como semejantes para jugar y entretenerse, y les da lo mismo quién sea, porque se fijan sólo en si tienen gustos similares, como el juguete que le llamó la atención o porque le interesó la actividad que está realizando el otro.
Desde los nueve, aproximadamente, los lazos se intensifican y los niños empiezan a seleccionar aquellas amistades con las que se sienten más a gusto y con las que tienen mayor afinidad y gustos en común; y por lo general a esta edad los "mejores amigos" no suelen ser más de dos o tres.
A partir de los doce años, los grupos de amistades se agrandan, porque junto a la adolescencia surge la necesidad de "pertenecer a un grupo", de identificarse con varias personas de su edad, de ser parte de los panoramas, equipos deportivos e invitaciones sociales y de tener amistades con las que se pueden confiar cosas que "los adultos no entienden". Es natural ver grupos de 10 o más jóvenes que van para todos lados juntos.
Pero luego, ¿qué pasa con esta capacidad de sociabilización en la vida adulta? ¿Por qué cada vez distinguimos más entre amigos y conocidos? ¿Por qué nos vamos distanciando de personas que estimábamos mucho sin razón alguna aparente?
De adolescentes, muchas veces escuchamos a nuestros papás decir que las verdaderas amistades se cuentan con los dedos de una mano, y nos parecía terrible. Con el tiempo nos damos cuenta que esta frase tiene mucho de cierta y que incluso es necesaria y está avalada por la ciencia (aunque claramente, como en todo, siempre hay excepciones, y quizás sí hay varias personas que aumentan sus amigos en la adultez).
Antes de enumerar motivos psicológicos y sociológicos de por qué empezamos a seleccionar "con pinzas" nuestras amistades, tenemos que tener en cuenta que estas sí o sí van variando con el tiempo, pero que todas ellas, de alguna forma, son fundamentales para nuestras vidas.
El psicólogo y especialista en vínculos, Miguel Espeche, señala que las amistades "tienen cualidades muy diferentes de acuerdo a la edad. Y aunque la persona no queda determinada por sus amistades, sí queda marcada por ellas y por el lugar que ocupa en el grupo. Lo importante de la amistad es que es una relación que se basa en el afecto. No se trata del destino, sino de una elección".
Entonces, por más que uno recuerde con nostalgia a los amigos que se han alejado, debemos tener en cuenta que eso es natural y que forma parte del ciclo de la vida, pero obviamente las vivencias y el cariño sí permanecen con el tiempo y marcan nuestras vidas.
¿Qué nos hace distanciarnos e ir reduciendo nuestro número de amistades? A primeras puede parecer obvio, pero muchas veces no somos conscientes de ello:
1. Las responsabilidades que asumimos con el tiempo (trabajo, familia) nos impiden tener todo el tiempo que quisiéramos junto a nuestros amigos, razón por la que muchas veces, si no nos empeñamos en mantener esa relación o si perdemos el interés genuino, esta inevitablemente se debilitará hasta disolverse.
2. Con el tiempo, los intereses se diversifican, las pasiones cambian y el hilo común que los mantuvo juntos en la adolescencia (colegio, universidad, grupo deportivo, etc.) ha sido roto; por lo que ya cuesta encontrar cosas en común o espacios de encuentro afines.
Mariana Alvez, directora del Centro de Psicología Positiva Uruguay, señala que "los vínculos van cambiando a medida que nosotros vamos cambiando. De pronto quienes somos hoy no es compatible con quien es mi amigo en el presente. Los amigos pueden perderse porque vamos tomando caminos diferentes".
3. El concepto de amistad cambia y de a poco vas seleccionando aquellos amigos en los que más confías. Esos que van a estar contigo en todas, que no dependen de terceros para reunirse y cuya base es sólida y permanente en el tiempo; y así muchos de los amigos que tenías de adolescente o que vas conociendo con los años, pasan a ser "conocidos buena onda" o entran en distintas categorías como "los de ocasión, los de relajo, los profesionales, etc.".
Esto porque, según la psicóloga y bloguera del Huffington Post, Patricia Ramírez; "a partir de los 30 años te vas poniendo más selectivo con las amistades. No aguantas al egocéntrico, ni a aquel que te cuenta penas continuamente… Tu escala de valores ya está muy asentada, sabes qué te gusta y qué no. Uno ya no quiere andar perdiendo el tiempo con alguien que no te gusta".
4. Un estudio de un sociólogo holandés que rastreó a cerca de mil personas de todas las edades, encontró que en promedio, perdemos la mitad de nuestros miembros cercanos cada siete años, pero también vamos haciendo nuevas amistades.
No existe un manual para conservar amistades, ya que depende de la realidad y situación de cada persona; pero los psicólogos, expertos y estudios, coinciden en varios consejos:
- Según la psicóloga Patricia Ramírez, para que las amistades perduren, la clave está en que la escala de valores y las aficiones sean parecidas.
- Otra clave está en disminuir/aterrizar las expectativas y saber que los amigos en la adultez tienen otras prioridades que hay que respetar, señala Bim Adewunmi de The Guardian. Agrega que es importante tratarlos con cuidado y cariño; porque es fundamental apoyar la autoestima de los amigos, realizar cumplidos, reforzar sus cualidades y hacerlos sentir.
- Distintos estudios señalan que es fundamental saber escuchar, interesarse por el otro, estar atento a sus vivencias importantes y acompañarlo. También es clave saber perdonar y pedir perdón, hablar de frente y ser honestos, pero con cariño; dar las gracias, conocer lo que le molesta (más que lo que le gusta) y saber decir que no con toda la confianza cuando algo no te parece.
- Otra clave es lograr una amistad profunda, logrando conocer a través del tiempo, diálogo y compañía, aquellos pensamientos profundos que identifican a los amigos: saber en qué creen, en qué están en contra, cuáles son sus sueños de vida, cuál es si vida ideal, cuáles son sus prioridades, etc.
- Desde el lado científico, hay estudios que señalan que para conservar una verdadera amistad, es necesario mantenerse en contacto mínimo cada dos semanas, porque una de las causas principales de las relaciones persistentes es la reciprocidad, el devolver el llamado, el invitar a un café o a una cerveza para ponerse al día. El "estar cerca" y disponible para los amigos es mucho más importante incluso que la personalidad.