"Es lo mismo, si Alá nos bendice con la consolidación (del califato) o si debemos movernos hacia el desierto desnudo y abierto, desplazados y perseguidos".

- Abu Mohammad Al-Adnani, segundo al mando en el Estado Islámico, mayo 2016.

Hace tres años, las banderas negras de un grupo yihadista de nombre irreconocible para la mayoría sorprendían al mundo. En pocos meses se tomaron, una tras otra, diferentes ciudades del este de Siria y el norte de Irak. Hoy es el conocido y temido "Estado Islámico", EI, ISIS o Daesh.

Su violencia exhibicionista e ideología apocalíptica, les ayudó a intimidar a sus enemigos y atraer combatientes de todas partes. Antes de que el mundo pudiera reaccionar, un clérigo vestido de negro llamado Abu Bakr al Baghdadi, el líder del EI, subió al púlpito de una mezquita en la histórica ciudad iraquí de Mosul y declaró la restauración del "Califato", marcando el peak para el EI y una crisis inesperada en la lucha internacional anti terrorista.

Por primera vez una organización terrorista tenía el control efectivo de un vasto territorio, desde el cual podía lanzar operaciones contra los países de la zona y occidente. Y donde logró crear una auténtica administración política, con burócratas, juzgados y recursos económicos como el petróleo.

Ahora su "Estado", que alguna vez tuvo un territorio mayor que el de Reino Unido, se está derrumbando. El grupo ha perdido casi dos tercios de su territorio, en Irak, el ejército recuperó el control de Mosul y se sitió a los yihadistas que aún quedaban resistiendo, y en Siria, las milicias que apoya EE.UU. han logrado penetrar en el casco histórico de Al Raqa, la "capital" del autodeclarado "califato”.

Desde que comenzó la campaña internacional contra el EI, a mediados del 2014, más de 60 mil combatientes de la organización terrorista han sido eliminados, entre ellos, la mayoría de sus líderes, y supuestamente a su "califa" y máximo líder Abu Bakr al Baghdadi, el cual habría muerto durante un bombardeo ruso a posiciones sirias del EI. Aunque es una información que aún no está confirmada del todo.

Nueva fase

Sin embargo, esta seguidilla de derrotas y malas noticias, no implican la derrota final para el EI. Para la organización, las perdidas territoriales y de hombres son entendidas como una evolución natural del combate.

El grupo gradualmente ha regresado a sus raíces como una fuerza insurgente, realizando atentados terroristas y de sabotaje. Se calcula que el EI ha realizado cerca de 1.500 ataques en 16 ciudades de Irak y Siria desde que Mosul fuera liberada de su control, por lo que su capacidad de realizar daño aún no ha sido neutralizada.

Se espera que muchos de los combatientes de EI se unan en forma individual a las filas de Jabhat Fatah al-Sham (antes Frente al-Nusra) en Siria, el que se convertirá en el actor yihadistas más fuerte de la región.

Por otro lado, al no ser una organización estrictamente vertical, el fallecimiento de personajes como Al-Baghdadi no es un evento fatal, en la medida que su propia estructura está compuesta de liderazgos regionales y células independientes. Por eso, la organización yihadista podría volverse cada vez más descentralizada.

Líderes intermedios, técnicos especialistas en armas, propagandistas y otros agentes, podrían utilizar su experiencia adquirida en estos años de combate, para operaciones futuras del grupo. Además, como el EI cuenta con un alcance internacional, puede mantener células independientes alrededor del mundo.

Expansión internacional

El Estado Islámico ha buscado compensar sus derrotas en Siria e Irak, abriendo nuevos frentes en países como Libia, Egipto, Yemen, Nigeria, Pakistán, Afganistán, y Filipinas.

Es en estos tres últimos países, sus células han dado más que hablar. Al Baghdadi avizoró el potencial que podría tener Asia Central, en especial Afganistán, y ambicionó la creación de la “wilayat (provincia) de Khorasan” que comprendería, Pakistán, Afganistán, India, Bangladesh, y gran parte de Uzbekistán y Tayikistán.

El grupo tiene entre 800 y 2.000 combatientes, dependiendo de quién entrega las cifras, y en abril pasado, una de sus posiciones fue objetivo de la "madre de todas las bombas" de EE.UU., la mayor arma no nuclear del arsenal estadounidense. Así, se deja en claro, la creciente importancia de ese grupo en el conflicto que se vive en la zona de Afganistán y Paquistán.

A la hora de expandirse hacia el centro de Asia, el EI ha tenido que enfrentar la resistencia de los talibanes afganos. En cambio, fueron bien recibidos entre los grupos talibanes paquistanies. Foto: Talibanes afganos, 2016.

Filipinas, por su parte, ha vivido semanas convulsionadas desde que su ejército combate con tropas y fuerza área a las fuerzas yihadistas afines al EI en el país, que se han hecho del control de la ciudad sureña de Marawi, en la región de Mindanao.

Los yihadistas se levantaron en armas tras la operación para capturar a Isnilon Hapilon, líder de Abu Sayyaf, grupo armado afín al EI, y uno de los terroristas más buscados de Filipinas. Estos sembraron el terror en la ciudad (de unos 200 mil habitantes) y prendieron fuego a la comisaria, un colegio, la cárcel y una iglesia, donde secuestraron a un cura y 13 feligreses.

Hasta la fecha, el conflicto ha provocado la muerte de más de 600 personas, dejando entrever la presencia del EI y sus células en el sudeste asiático, una zona con una enorme población musulmana y un nuevo frente del yihadismo internacional.

Lo que puede venir de ahora en adelante

Desde el ascenso vertiginoso del Estado Islámico, EE.UU. y sus aliados se han concentrado en terminar con su control territorial, ¿pero qué pasa con las comunidades afectadas por la guerra y la violencia yihadista? El vacío de poder ahí dejado y el resentimiento sectario contra el gobierno, podrían generar futuros conflictos sociales, y llevar a una nueva confrontación armada.

Mal que mal, la ideología detrás de organizaciones como el EI no ha muerto en medio oriente y el mundo. Y en la dinámica de sus motivaciones, juegan varios factores históricos, culturales y religiosos complejos, que tienen que ver con una historia de relaciones entre oriente-occidente o ciertos países en particular, generando resentimientos que pueden revivir en cualquier momento. Es cosa de ver el caso de Irak.

Por eso, es probable que estas ideas sigan siendo atractivas para combatientes de todo el mundo, los cuales son capaces dejarlo todo en sus países de origen y viajar cientos de kilómetros (en algunos casos incluso miles) para unirse a la lucha por la creación del "Califato".

Califato que aunque está lejos de ser una realidad material, sigue viendo en la mente de sus combatientes y simpatizantes alrededor del mundo, en donde las recientes derrotas militares es solo un “retiro temporal al desierto".

A nivel cultural, el desafío de la humanidad y de cada Estado será combatir cualquier tipo de fundamentalismo, a través de varias estrategias conjuntas, como el fomento de la buena gobernanza, el combate a la corrupción y al nepotismo, el mejoramiento del sistema educativo para el grueso de la población, el empoderamiento de la sociedad civil en distintas organizaciones y la reducción de los conflictos sociales internos. La tarea es grande y compleja, pero si no se consideran estas bases, las armas jamás serán suficientes para detener el avance y proliferación de grupos tan extremos y crueles como el Estado Islámico. 

¿Qué crees tú que deberían hacer los estados y organizaciones mundiales para detener el avance del Estado Islámico?