Es relativamente común creer que algo es super bueno, hasta que nos demuestran lo contrario. Así pasó con las temporadas nuevas de Los Simpsons, la pizza con piña (¡no se piquen!), las pulseras milagrosas de los ‘90 y un largo etcétera.
Pero dentro de todo, eran cosas inofensivas. Aunque eso no ocurre con ciertos alimentos que toda nuestra vida se nos presentaron como una alternativa saludable y que con el pasar del tiempo, la evidencia científica terminó tirando por la borda los supuestos beneficios de estos productos.
Es por eso que en El Definido preparamos esta breve lista en donde desenmascararemos, al estilo de Scooby Doo, los alimentos que en realidad nunca fueron tan buenos como pensábamos y que los comíamos a destajo (bueno, quizás no tanto) pensando que así llegaríamos a tener nuestro cuerpo listo para el verano.
Yogur, frutas y una pizca de semillas de amapola. Suena como el desayuno perfecto si más encima le pones una porción de granola, ¿no? Lo acompañas con un jugo de naranja recién exprimido y ya estás listo para sentirte fitness en lo que queda del día. Pero ojo, que hay un problema.
En realidad, deberíamos pensar en la granola como un postre y no como un elemento esencial de un buen desayuno. De hecho, ni siquiera es como cualquier postre, sino que uno bien, bien calórico… en términos de azúcar, es comparable con una torta de chocolate.
Y pese a que esos datos siempre estuvieron en la información nutricional de, por ejemplo, las barritas de granola, la idea colectiva de que son un alimento sano ha hecho que pasemos por alto estos importantes números: una tacita de 100 gr. de granola de la marca estadounidense Nature Valley (que también llega a Chile) tiene 24 gr. de azúcar. ¿Un pedazo de torta de chocolate con glaseado? 26 gramos. Auch.
Aunque tampoco es todo tinieblas. También depende de cómo se prepare la granola y cuánta azúcar se le añada o con qué se le acompañe (frutos secos, frutas deshidratadas, etc.). Ya que hay una gran diferencia entre las calorías vacías, es decir, que no aportan nutrientes, y aquellas que sí lo hacen.
Las bebidas gaseosas son algo así como el placer culpable universal. A muchos nos gustan, pero está claro que son un arma de doble filo, ya que suelen tener cantidades muy altas de azúcar. Pues bien, cuando pensábamos que todo eso se había solucionado con las bebidas zero (cero azúcar), la realidad volvió para darnos una bofetada en la cara.
Porque era todo risas hasta que nos dimos cuenta que ese dulzor estaba siendo reemplazado por endulzantes como la sacarina y el aspartamo. ¿Y qué tiene eso señor? Tampoco es que sean los archienemigos de nuestro organismo, pero como ya les contamos en este artículo, hay estudios que han puesto en duda el que sean inocuos y correspondan reemplazo ideal del azúcar.
Además de eso, están llenas de químicos. Cómo no, si de alguna forma tienen que llegar a replicar el sabor dulce que tienen las bebidas con azúcar y esa forma de lograrlo es a través de puros compuestos desarrollados en laboratorios. Al final, no estás consumiendo azúcar, pero si una gran cantidad de edulcorantes artificiales. ¡Mejor intenta con agua o jugos naturales!
Este alimento sí que se vende como un milagro de la naturaleza. El problema es creernos demasiado la publicidad, y no ponerlo en contexto. Dicen que al mismo tiempo es bueno para el corazón, el cuidado de la piel, del pelo, para perder peso, tener una mejor digestión, etc. Suena maravilloso, pero, ¿es todo así? ¿Debemos dejarlo todo e irnos con él?
Nope. A pesar que siete de cada diez estadounidenses creen que este producto es sano, solo el 37% de los nutricionistas consultados por The New York Times consideró que se trataba de un alimento totalmente saludable.
Hace poco tiempo, una publicación científica reveló su alto porcentaje de grasas saturadas (82%), algo conocido para los más informados, pero no para el público general. Es decir, más que la mantequilla (63), el aceite de oliva (14), de maní (17), y de girasol (10). La Sociedad Americana del Corazón recomendó no consumirlo en exceso, pues según indican muchas grasas saturadas aumentarían nuestro colesterol.
Eso desató una pelea de titanes entre científicos a favor y en contra. Acusaciones fueron contra el estudio, que se decía financiado, y vinieron. Y en una muy buena revisión del hecho realizada por el Huffington Post, concluyen que la evidencia es mixta y que otros estudios sugieren que el aceite de coco puede ayudar a nivelar el azúcar en la sangre, reducir la oxidación y reducir la inflamación en articulaciones y trasto intestinal.
Otros de sus beneficios estudiados incluyen el poseer antioxidantes o estimular el colesterol “bueno”. Además, el 60% de sus ácidos grasos son de cadena media, lo que según indican varios estudios, contribuiría a reducir grasas, pues se digiere fácilmente y no se acumula en el tejido adiposo.
Si nos seguimos metiendo en este mar, la información científica es muy vasta. ¿Entonces qué? ¿Los dejaremos a la deriva con esto? No, simplemente les daremos la recomendación más sincera: no dejen de consumirlo, sino que dejen de hacerlo en exceso.
¡Buuuu! Muchas veces pensamos que una buena forma de tomar líquidos que sean ricos, frutales y aparantemente más sanos que las bebidas gaseosas, es a través de la ingesta de néctar. Estos típicos jugos hasta han sido considerados como un componente ideal para la colación de los niños, pero ¿qué tan buenos son?
La verdad, no mucho. Generalmente poseen tanta o más azúcar que las bebidas tradicionales y son absorbidas muy rápidamente, lo que hace que cuando lleguen al estómago, este no sepa si se trata de una Coca-Cola o un jugo de naranja. De hecho, un estudio elaborado por el Instituto de Salud Pública (ISP) en el 2013 determinó que los jugos envasados poseen una enorme concentración de azúcar. ¿Qué tanto? Mientras que lo aceptable es que una porción de jugo (un vaso) tenga siete gramos de azúcar, la verdad es que algunos de estos jugos poseen hasta más de 20 gramos de azúcar por porción.
Además no son tan nutritivos como creemos, pues aunque puede tener vitaminas y potasio, es nutricionalmente pobre en comparación con las frutas enteras u otros vegetales, principalmente por la falta de fibra (y nuevamente la alta concentración de azúcar).
Si se están preguntando ahora qué hacer al respecto, y si desconfiar de toda la comida envasada, nuestra invitación es: ¡leamos la información nutricional de los alimentos que consumimos! Ningún alimento nos va a matar o afectar demasiado por sí solo, pero es muy importante que mantengamos el equilibrio y que si queremos tener una dieta más saludable, realmente hagamos el cambio necesario y bien informados. Quizás mucho de nuestro poco saludable estilo de vida tenga que ver con malas elecciones en los pasillos del supermercado. Y si no saben cómo interpretar esas tablas, números y valores nutricionales, aquí les dejamos una guía para lograrlo.