Probablemente a todos nos ha pasado que hemos dicho tranquilamente una palabra durante toda nuestra vida, hasta que supimos que estábamos terriblemente equivocados. Algo así como lo que le pasó a Homero Simpson cuando se dio cuenta que en realidad la profesora de Bart se apellida Krabappel y no “Clavados”.
Puede llegar a ser un error muy común en algunos casos o uno verdaderamente vergonzoso en otros. Sea cual sea la situación, en El Definido elaboramos una lista con cinco palabras o conceptos que hemos estado usando mal durante mucho tiempo. Así que tomen papel y lápiz, porque esto les puede ser muy útil en un futuro no muy lejano.
Quizás suene raro al principio para algunos, pero es cierto: ¡Holanda no es un país! ¿Qué es entonces? Pues una región de los Países Bajos (que sí es un país). ¿Y por qué hemos creído todo este tiempo que es un país? Principalmente porque es una región muy, muy importante.
De hecho, está dividida en dos provincias y juntas corresponden a la región más grande del país. Además, tiene su historia. Fue uno de los condados más importantes de la región, durante un tiempo sí se llamo Reino de Holanda (entre 1806 y 1810), el idioma que se habla en los Países Bajos se suele conocer como holandés (aunque en realidad es neerlandés) y lo mismo pasa con el gentilicio, que es neerlandés pero se conoce como holandés.
Con esto no nos referimos a que lo conozcamos como un continente tipo África o América, sino que a la definición misma de lo que es un continente: grandes extensiones de tierra separadas por océanos, según la RAE. ¿Cuál es el problema con todo esto, entonces? Que en el polo norte no hay tierra, así que ¡no es un continente!
A diferencia del polo sur, en donde hay extensiones de miles de kilómetros de sólido continente con rocas y tierra cubiertas por nieve, en el polo norte sólo hay una cosa: hielo. Así es, todo lo que compone a esta región dominada por los lindos osos polares no es nada más que hielo flotante. Mucho hielo flotante.
Varias veces nos hemos visto inmersos en una discusión que termina con un “bueno, qué más da, es solo una teoría”. Ha pasado con el calentamiento global y con un montón de otros temas principalmente ligados a la ciencia. ¿El problema? Una teoría no necesariamente significa que estamos hablando de algo que simplemente se le ocurrió a alguien.
Y como dijimos, esto se da principalmente en el mundo académico y de la ciencia. Pero para aclarar las dudas, una teoría científica consiste en la explicación de un fenómeno que ha sido investigado rigurosamente a través de experimentos o testeos. Es decir, una teoría puede tener mayor certeza de lo que se está hablando que tú cuando presentaste tu tesis para titularte.
Solemos pensar que quien hace cosas raras es bizarro. Que algunas películas de Almodovar son bizarras. Que comer pizza con piña es bizarro, etc. Y puede que lo sean, pero no en el sentido que creemos. Después de todo, la verdadera definición de esta palabra es… valiente o esforzado (nuevamente, según nuestra amiga la RAE).
De hecho, en las notas idiomáticas de esta academia se menciona explícitamente que la palabra bizarro no debería ser empleada para describir algo que sea raro o extravagante. Aunque claro, a estas alturas ya todos entendemos precisamente eso cuando nos encontramos con esta palabra por ahí.
Aún existen quienes ignoran la evidencia científica para decir que el cambio climático no es tal, pese a que hay por lo menos siete argumentos contundentes para sostener que sí existe y que la mano humana tiene mucho que ver. A esa gente suele conocérsele como “escéptico del cambio climático”, pero la palabra escéptico queda un poquito grande en ese contexto.
Sobre todo porque en realidad esto hace referencia a quienes no dan las cosas por sentadas y que están abiertos a cambiar de parecer una vez que la evidencia científica respalde dicha postura. Es decir, si no crees en el fenómeno del cambio climático, no eres escéptico, sino que negacionista (quienes ignoran la verdad para evadir una verdad incómoda).