Las relaciones entre Washington (Estados Unidos) y Pyongyang (Corea del Norte) están más tensas que nunca, luego de que ayer domingo, Kim Jong-un intentara efectuar, sin éxito, una prueba de misiles balísticos en la península. Esto, teniendo en cuenta que EE.UU. y las Naciones Unidas llevan años persuadiendo al régimen norcoreano a dejar de lado sus ambiciones balísticas y nucleares.
El acto se leyó mundialmente como una provocación a Estados Unidos o una “bienvenida” al vicepresidente norteamericano, Mike Pence, quien justo había arribado a Seúl (Corea del Sur) para comenzar su gira asiática de diez días, en la que el programa de armamento nuclear de Corea del Norte es uno de los temas principales.
¿Cuál fue la reacción de Estados Unidos ante el hecho? Expresar al mundo entero que “la paciencia estratégica se acabó” con Corea del Norte y su amenaza armamentística, precisando que junto a sus aliados pusieron “todas las opciones sobre la mesa” para abordar la amenaza, apuntando además que el uso de cualquier arma nuclear por Pyongyang recibirá “una abrumadora y efectiva respuesta”.
“El presidente Trump ha dejado claro que la paciencia de Estados Unidos y nuestros aliados en esta región se ha agotado y queremos ver cambios. Queremos ver cómo Corea del Norte abandona su imprudente camino en el desarrollo de armas nucleares. El uso continuo y las pruebas de misiles balísticos es inaceptable”, señaló el vicepresidente Pence, agregando que si China no logra apaciguar a su “vecino díscolo”, EE.UU. se encargará de hacerlo por su cuenta.
Las amenazas de los mensajes entre Estados Unidos y Corea del Norte, el país más sancionado del mundo por el desarrollo de su programa nuclear y con una fuerte dictadura, ha provocado inquietud en todo el planeta, ante la posibilidad de una eventual guerra nuclear.
El ataque estadounidense con misiles a la base aérea Siria (gobierno aliado al de Corea del Norte), como respuesta al ataque químico que habría ordenado Bashar al-Ásad, más la bomba más destructiva no nuclear lanzada sobre una red de cuevas del Estado Islámico en Afganistán; fueron hechos calificados de “imperdonables” por Corea del Norte.
Un comunicado del Ministerio de Exterior de Corea del Norte expresó que este tipo de incursiones “demuestra que nuestra decisión de fortalecer nuestro poder militar fue la correcta, una y un millón de veces. (…) Es absolutamente peligroso hacerse ninguna ilusión sobre el imperialismo; sólo nuestro propio poderío militar nos protegerá de una agresión imperialista. (…) Seguiremos reforzando nuestra capacidad militar para nuestra defensa de varias maneras, para hacer frente a los crecientes actos de agresión estadounidenses”.
Por su parte, Estados Unidos decidió subir la presión, enviando a la península coreana el grupo naval de ataque liderado por el portaaviones Carl Vinson (que inicialmente se dirigía hacia Australia), antes del 15 de abril, pues Corea del Norte suele hacer demostraciones de fuerza en esa fecha, por el aniversario de nacimiento del fundador del régimen Kim Il-sung (quien cumpliría 105 años).
“La amenaza número uno en la región sigue siendo Corea del Norte, debido a su programa de pruebas de misiles, irresponsable, desestabilizador y temerario, y a su búsqueda de armas nucleares”, indicó el portavoz militar norteamericano Dave Benham.
¿La respuesta de Corea del Norte? Desfilar militarmente el sábado en Pyongyang para presumir los diez tipos de misiles que tiene el ejército, incluido uno que podría ser un nuevo cohete intercontinental, con el que se podría atacar directamente a Estados Unidos. Además, el domingo, Kim Jong-un ordenó detonar un misil balístico en la costa norcoreana (que resultó fallido), justo cuando el vicepresidente norteamericano arribaba a la región por su gira asiática (lo que fue tomado como una provocación directa por parte de EE.UU.).
Desde Corea del Norte le enviaron el siguiente mensaje al presidente Donald Trump: “Si fuerza una provocación temeraria contra nosotros, nuestro poderío contrarrevolucionario contraatacará con un golpe aniquilador. Responderemos a la guerra total con guerra total, y contestaremos a la guerra nuclear con nuestro propio estilo de ataque nuclear”.
En respuesta a lo anterior, el vicepresidente de Estados Unidos subió el tono: "aniquilaremos cualquier ataque y opondremos una respuesta aplastante y eficaz ante cualquier utilización de armas convencionales o nucleares".
Antes de la detonación fallida del misil de Corea del Norte, China había manifestado su oposición al programa nuclear con objetivos militares del régimen de Kim Jong-Un, pero pidió prudencia a Estados Unidos en este tema, señalando que “el diálogo es la única salida”, y que “quien provoque un conflicto en la península coreana, tendrá que asumir una responsabilidad histórica y pagar el precio”. El gobierno chino hizo un llamado también a ambas partes a bajar el tono, ya que podría estallar una guerra en cualquier minuto.
Luego de la detonación del misil, Estados Unidos informó que está trabajando con el gobierno de China y con sus aliados internacionales para que Corea del Norte rebaje la tensión y para "elaborar una gama de opciones" que estén listas si el régimen de Corea del Norte "continúa su patrón desestabilizador y provocador".
El vicepresidente norteamericano se refirió también a la importancia de China (mayor aliado de Corea del Norte) para lidiar con el régimen norcoreano y expresó su confianza en que el gigante asiático ejercerá presión para lograr que su vecino se replantee su estrategia. "Es alentador ver a China comprometerse en este sentido", dijo.
Para sorpresa mundial, hoy, la compañía nacional Air China suspendió temporalmente sus vuelos entre Pekín y Pyongyang, una decisión que se interpretó como una represalia por parte de China. Pero las autoridades desmintieron lo anterior, señalando que la decisión respondía a criterios puramente comerciales. "Estos vuelos fueron cancelados en base a la venta de pasajes", explicó el servicio al cliente de Air China a la agencia France Presse.
De todas formas, con su retirada, solamente queda una aerolínea en el mundo, de momento, que ofrece vuelos internacionales a Pyongyang: se trata de Air Koryo, propiedad del Estado norcoreano.
Por ahora, algunos expertos en el tema opinan que cualquier movimiento podría desencadenar un conflicto a gran escala: “Corea del Sur, cuya capital es extremadamente vulnerable a los ataques del Norte, es un aliado de Estados Unidos. Y China no quiere que el Norte colapse porque Pyongyang le sirve como amortiguador. Rusia no está tan implicada como China, pero su importancia como parte interesada en la península está creciendo. A pesar de que ninguna de las tres potencias están de acuerdo en qué enfoque adoptar para frenar a Kim Jong-un, reconocen que el costo de los conflictos armados supera significativamente el beneficio y no quieren pagar ese precio”.