A modo de broma, los filipinos a veces son denominados como los “mexicanos de Asia”. Principalmente se debe a la fuerte influencia latina que hay en el país, que junto a la mezcla de distintas culturas asiáticas la transforman en una nación única.
De hecho, lo anterior se da porque Filipinas fue una colonia española durante más de 300 años, entre el 1570-1898. Eso ayudó a que se impreganaran las creencias religiosas de la corona, haciendo que actualmente haya alrededor de 73 millones de filipinos católicos. Sí, son el país más católico de Asia y el tercero a nivel mundial, después de Brasil y México.
Más encima, antes de ser parte de España, esta nación tuvo que resistirse a los intentos de conquista de prácticamente todos sus vecinos: China, Idonesia, Corea y Japón. Algo que también ha influido en la manera en la que se desenvuelve su cultura, sobre todo por su largo prontuario bélico.
Es por eso y más que en El Definido decidimos hablarte de este sorprendente país, lleno de mezclas que, vistas desde nuestra región, nos pueden parecer mucho más familiares de lo que esperábamos.
Este archipiélago-país está compuesto por más de siete mil islas y desde ellas provienen distintas culturas. Eso incide en que la demografía de Filipinas esté compuesta por una interesante mixtura de etnias:
-28% tagalo
-13,1% cebuano
-9% ilocano
-7,6% bisaya
-7,5% hiligainón
-6% bicol
-3,4% waray
-2,5% chino-filipino
-22,8% “otros”, porque de verdad hay muchísimas culturas conviviendo en el país. Por ejemplo, en la parte sur del país, en la Isla Mindanao, hay una alta concentración de ciudadanos de origen árabe que profesan la religión musulmana.
De todas, la influencia española en el país es una de las más poderosas y de muestra un botón: Filipinas fue llamada así en honor al rey español de 1543, Felipe II. Aunque esto va mucho más allá. De hecho, tienen un montón de palabras en su idioma tradicional, el tagalo, que podríamos entenderlas perfectamente, sin haber estudiado una pizca de su lengua. ¿Cómo así?
El español fue el idioma co-oficial hasta el 1987 (al menos definitivamente, ya que antes se había intentado quitarle esa categoría), lo que justifica la existencia de la Academia Filipina de la Lengua Española. Eso, además de una serie de palabras “españolizadas” a la lengua tagala.
Por ejemplo:
Suena a que no nos costaría trabajo pedir almuerzo en Filipinas o confesarle a la gente que hemos quedado en bacarrota. Muy útil, sin duda.
Si bien los filipinos son conocidos por ser cálidos con las personas que no conocen, a diferencia de lo que ocurre un poco con el resto de Asia, de todos modos poseen una que otra tradición propia de su región.
Por ejemplo, es común sacarse los zapatos a la entrada de una casa, evitar saludar con la mano izquierda y no tocar hombros o cabezas de otras personas.
En cuanto a los funerales, estos se toman super en serio y pueden llegar a durar hasta siete noches: ahí se exhibe el cadáver de la persona dentro de un ataúd en la casa del fallecido o en una funeraria. También es típico que quienes asistan a la ceremonia entreguen una ayuda económica a la familia de quien murió, para costear en parte el funeral.
Por otra parte, para celebrar tienen una serie de festivales a los que llaman “fiesta”. Muchas de ellas tienen que ver con una mezcla de las tradiciones católicas, con elementos propio de su cultura asiática. Aunque muchos de ellos poseen atuendos que parecen una mezcla entre vestuarios de la India, de la Tirana y de procesiones mexicanas. Sí, se juntan varias cosas ahí.
Aparte de haber dejado la grande en la edición de Miss Universo 2015, en donde coronaron por error a Miss Colombia, para después entregarle la corona a la verdadera ganadora, Miss Filipinas, el país ha estado dando de qué hablar el último tiempo. Lamentablemente, no es por algo bueno.
Desde junio del año pasado, Rodrigo Duterte asumió como el presidente de la nación. Y entre otras cosas, ha causado incomodidad en la comunidad internacional por su política anti drogas. En pocas palabras (y según lo que él mismo dijo), el mandatario es a los narcotraficantes como Hitler era a los judíos. Sobran explicaciones.
A principios de este año y con solo seis meses en el cargo, ya se hablaba de más de seis mil personas muertas a causa de esta brutal guerra contra las drogas, y en febrero la cifra aumentó a 7.600.
Otro de los problemas con su “guerra contra las drogas”, es que no se les está garantizando un juicio justo a quienes son acusados por la Justicia. De hecho, el mismo presidente ha confesado que han asesinado incluso a quienes son sospechosos de tener algún vínculo con las drogas, sin siquiera haberse comprobado. Además, ha planteado que dicha guerra no terminará hasta que se cumpla su mandato de seis años y cada narcotraficante del país haya muerto.
Ante esta extrema política, la Iglesia católica filipina ha encabezado las protestas en Manila de mile, contra el restablecimiento de la pena de muerte y para condenar la cantidad de víctimas. A esto se suma el rechazo de muchas instituciones internacionales, como el Human Rights Watch y hasta la ONU, que llamó a investigar lo que ocurre en el país (a lo que Duterte respondió con una amenaza de quemar la organización).
En un país de alrededor de 100 millones de habitantes, puedes encontrarte con algunos que han hecho fama mundial en occidente. Uno de ellos es Manny Pacquiao, el famoso boxeador que protagonizó la (no tan genial) pelea del siglo. Pero no es el único. ¿Sabías que el vocalista nuevo de Journey es filipino?
También es considerado el quinto país más amigable del mundo, según el ránking elaborado por InterNations. Es el mayor productor de cocos del mundo, sus terrazas de plantaciones de arroz son Patrimonio de la Humanidad y han ganado el concurso Miss Universo dos veces. ¿Qué mejor?