fotografía, cuadros, arte, tecnología, selfie, psicología, historia, renacimiento, smartphones
Imagen: Adaptación de César Mejías de "Autorretrato" de Alberto Durero

600 años de selfies: un fenómeno cultural más antiguo de lo que pensabas

No es un invento narcisista de los millenials, sino una antigua forma de expresión que cambió para siempre la valoración del arte y elevó el prestigio del artista.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2017-03-01 | 11:48
Tags | fotografía, cuadros, arte, tecnología, selfie, psicología, historia, renacimiento, smartphones
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Cuando se comenzó a popularizar la costumbre de sacar auto-retratos con la cámara, pocos se imaginaban el impacto que tendría en unos años. El concepto de selfie hoy trasciende todas las barreras: desde presidentes hasta monos son protagonistas de ellas; canciones la incorporan en sus coros, ingenieros crean productos para facilitarnos su captura; e incluso el juego Scrabble ya la incorporó como palabra válida en su diccionario oficial. ¡Hasta en El Definido sucumbimos!

A la vez, la popularidad de la selfie ha traído consigo críticas que, principalmente, apuntan a un exceso de narcisismo de la generación que popularizó la práctica. Se han hecho estudios que, por ejemplo, lo relacionan a trastornos mentales, incluso la psicopatía.

Decidir si es una práctica negativa o positiva es un debate empantanado, pero sí podemos hablar del interesante trasfondo histórico de la selfie o el auto-retrato, porque esas ganas locas de "capturarse" no son un invento moderno, sino una herencia que tiene que ver tanto con la tecnología como el arte y la psicología humana. Veamos de qué trata... but first, let me take a selfie.

Espejito, espejito, dime quién es el más bonito

El ser humano siempre ha tenido un tema con su reflejo. Por algo todos conocemos el mito de Narciso, el chiquillo castigado por la diosa Némesis que se enamoró de su propia imagen, reflejada en una fuente, y se ahogó por ello.

Claramente Narciso se fue al chancho (y de ahí que se asocie negativamente hoy en día al narcisismo), pero en realidad, el reflejo de uno mismo es una de las formas más poderosas de autoconocimiento. ¿Y por qué es importante? Porque reconocernos a nosotros mismos como seres individuales y únicos es parte básica de la psicología humana según muchas teorías de la psicológica evolutiva.

Eso explicaría por qué hace unos 8.000 años, y no mucho tiempo después de que inventáramos la rueda, ya existían proto-espejos de obsidiana. Las prioridades claras, señores.

Espejo de obsidiana Ultra Mega HD™, encontrado en Turquía y de aproximadamente ¡8.000 años de antigüedad!

Luego, imagínense lo que significó por primera vez contar con espejos de alta calidad, similares a los actuales, en el siglo XV. Estos nuevos objetos, aunque generalmente pequeños (ya que eran carísimos de producir), proveían reflejos menos distorsionados, más claros y fieles a la realidad.

Los artistas fueron los primeros en sacarle jugo, dice el psicólogo alemán Claus-Christian Carbon, autor del estudio Universal Principles of Depicting Oneself across the Centuries, al usarlos como herramienta para observar el esquivo modelo que habían buscado previamente: ellos mismos.

El autorretrato: la selfie renacentista

Si bien existen algunos autorretratos antes de esta época, alrededor del año 1430, Carbon explica que no se consideraba una categoría artística. En cambio, sí lo fue a partir del renacimiento. Durero, El Greco, Rembrandt, Velásquez; algunos de los pintores más famosos de este período histórico lograron su fama gracias a su propio rostro.

¿Podríamos hacer un paralelo entre una selfie y un autorretrato? Las diferencias en la forma son obvias. Mientras uno requiere de cierto talento, muchos productos, dinero, planificación y tiempo para poder realizarse; otro simplemente necesita de una cámara (idealmente una frontal). Van Gogh, uno de los más prolíficos autorretratistas, produjo alrededor de 40; cualquiera con un celular puede superar esa cantidad en segundos, con el plus añadido de difundir su publicación en redes por todo el mundo.

Tampoco podemos dejar de lado que los autorretratos están íntimamente ligados al arte, mientras que las selfies, por su misma instantaneidad, forma digital y facilidad de hacerlas, se observan como objetos sin valor para la sociedad (aunque sí para el que las saca y su círculo social inmediato).

Pero pasando de las diferencias en la forma, y adentrándonos en las razones que nos llevan a sacarnos una selfie, veremos que son las mismas que llevaron a Van Gogh y tantos otros a capturar su rostro con el pincel.

"Esencialmente, tanto el autorretrato como la selfie se basan en la idea o deseo de congelar, mantener o documentar un fluctuante pero significativo pedazo de vida", dice Carbon. Autorretratos y selfies por igual, cumplen el importante papel de condensar y dar forma a un estado interior de la persona que de otra forma no podría exteriorizar.

"Los métodos usados para ejecutar la obra (en el autorretrato) pueden ser muchos más sofisticados, pero el programa general se mantiene bastante similar. Al final, una sola imagen retrata la complejidad (interna) del individuo", agrega.

¿Qué nos dice cómo capturar esa complejidad interna? La intuición sería la guía en el proceso del autor para transformar ese "no se qué que qué se yo" en algo más tangible, tanto en la selfie de segundos como en la obra que demora meses en realizarse. "La intuición puede ser una prometedora fuente para volver este diálogo interno en una expresión explícita", argumenta el académico de la Universidad de Bamberg.

Los maestros del autorretrato selfie

Si bien no fue el primero en hacer autorretratos, Carbon destaca al pintor alemán Alberto Durero (o Albrecht Dürer) como un ejemplo de lo contemporáneos que podían parecer los autorretratistas de siglos pasados.

Carbon destaca los primeros trabajos de Durero como los más selfie-escos por elementos como la posición del cuerpo y su mirada. "Se asemejan a las selfies de hoy en día, ya que parecen momentos tomados espontáneamente. La presencia de la persona representada es muy fuerte". Nótese el "parecen", porque al igual que las selfies que "parecen" espontáneas pero muchas veces no lo son, Durero se retrató queriendo transmitir lo mismo pese a que, claramente, cada detalle fue estudiado con cuidado.

Carbon también destaca la función documental, por lo general relativa a logros, del autorretrato, tal como nosotros y nuestras selfies de "aquí en la playa" o "esperando el concierto de Maluma <3 <3". Si se fijan en el cuadro de la derecha, podrán observar a los Alpes a través de la ventana. Era la forma de Durero de decir "Pos nada, aquí tranqui cruzando los Alpes. Like plz".

El académico también destaca "Autorretrato con la oreja vendada" de Van Gogh, como caso de autorretrato documental:

Me hice bolsa la oreja xD.100 likes y me corto la otra.

Pero luego, el estilo autorreferencial de Durero cambiaría, tendiendo otro puente a la modernidad que todos podemos identificar: el swag o la ostentación de estatus real o imaginado.

Así como todos conocemos gente que se saca selfies con cadenas de oro, acompañado de gente famosa o autos caros, Durero, 600 años antes, también quería transmitir ese anhelo interior de autoelevación social. Carbon hace referencia a un cuadro específico, donde aparece con un cuello de piel que era utilizado en esos tiempos por la elite del Sacro Imperio Romano Germánico, y que incluso implicaba que el portador era elegible para el consejo de la ciudad. Sin embargo, en la época en que pintó este autorretrato, Durero no era ni rico ni noble (su fama sería años después).

Durero con todo el swag.

Este afán de elevar su imagen, incluso recurriendo a la fantasía, llevaría al artista a ser uno de los principales propulsores de la idea de que el arte no era una profesión común como otras, y que sus obras "fueron creadas por manos extraordinarias, dirigidas por una mente ingeniosa e inspiradas por ideas enviadas desde los cielos", explica Carbon.

Nada prueba su éxito en esta tarea más que el cuadro de arriba. En un estudio hecho por el mismo académico, coló esta obra entre varios retratos de Jesús desde el siglo IV al XX y preguntó a los participantes cuál era la representación gráfica más típica de Cristo. La mayoría escogió el autorretrato de Durero. Cueck.

La selfie fotográfica

¡Wow! ¿Sintieron eso? Acabamos de saltar 300 años para observar la primera selfie fotográfica de la historia, según varios estudios, tomada por el pionero de la fotografía Robert Cornelius, en 1839.

Los estudios señalan que Cornelius tuvo que posar "solo" 5 minutos para tomarse la selfie.

Aquí, ya hablamos de un método y un medio más parecido a la selfie moderna, pero análogo. Carbon destaca lo viva, dinámica y contemporánea que se ve, y que se debe, seguramente, a la luz exterior utilizada para reducir el tiempo de exposición, "la vista no simétrica y la combinación específica de su mirada hacia la derecha y la dirección de su cabeza hacia la izquierda", observa.

Décadas después, y con la introducción en 1900 de la Kodak Brownie, una cámara que popularizó la fotografía doméstica, se hizo más común ver autorretratos fotográficos. El espejo continuó siendo el habilitador para ellas:

Una mujer desconocida posa para la cámara alrededor del año 1900.

Su relativa masificación (si lo comparamos con el autorretrato pintado) permitió que permeara a otros estratos de la sociedad. Ya no era Durero o Van Gogh quien posaba, sino gente de nombres desconocidos, con las mismas pretensiones que los artistas: mostrar una "rebanada" de su vida.

Incluso niños comenzaron a curiosear con su figura capturada por su propia mano. Consta que la Gran Duquesa Anastasia, de la dinastía rusa de los Romanov, a los 13 años, escribió a una amiga adjuntando una fotografía: "Tomé esta foto de mí mirando al espejo, fue muy difícil, ya que mis manos temblaban...".

¿Puede ser arte una selfie?

Dado que los autorretratos son una categoría artística, vale la pena preguntarnos si las selfies pueden llegar a ser arte, y si es así, qué diferencia una selfie artística de una que no lo es.

Quienes lo ven como una continuidad de las obras de Durero y otros, sí creen que la selfie es una forma artística válida. Así lo ha hecho ver la prestigiosa Galería Saatchi de Londres, que prepara una exhibición llamada Selfie to Self-Expression y que contará tanto con autorretratos de Van Gogh como selfies de... Obama.

Como el concepto moderno de selfie es bastante amplio y democrático, la galería también lo aplicará a la exhibición, permitiendo que tú, tu amigo swagger, tu prima trotamundos y tu perro puedan participar enviando su foto. El criterio aplicado lo desconocemos, pero se pueden ver algunas de las fotos participantes en el Instagram de la galería.

También podríamos preguntarnos si el hecho de que esté en una galería: ¿significa realmente que es arte? Chan, chan, chan.

¿Crees que una selfie puede ser arte? ¿conoces otros datos históricos?

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Comentarios
Ángela Ferrari | 2017-03-01 | 16:12
0
Oh, qué buen artículo, me encantó, gracias :)
Siempre que veo retratos antguos me los imagino pincel en mano tratando de photoshopearse la papada o pintándose mejillas sonrosadas.
Ahora, pienso que si es arte o no depende de lo que se transmite, de la belleza que se logra, de la composición. Pasa que casi toda pintura es arte, expresa algo, tiene dedicación y sentimiento detrás, pero la mayor parte de las fotografías no lo son, son contadas. Personalmente no lo he visto, pero pienso que sí es posible que una selfie pueda llegar a ser arte.
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