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Imagen: Rodrigo Avilés

De pandilleros a líderes: la ONG que reforma a jóvenes vulnerables en México

“Nacidos para Triunfar” se llama el exitoso programa a cargo de un ex pandillero que busca reintegrar a jóvenes que viven de la violencia y las drogas, a sus familias, trabajos y estudios; y a recuperar la paz de Monterrey, amenazada por la guerra de bandas.

Por Macarena Fernández | 2017-02-23 | 07:00
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Monterrey, capital del Estado de Nueva León y la tercera ciudad más grande de México, es conocida por la violencia que reina en sus calles, la que se apodera de los niños y jóvenes, desde muy temprana edad. Un ejemplo claro es el reciente tiroteo en una escuela, protagonizada por un alumno de 15 años del recinto, quien disparó a varios de sus compañeros y a su profesora, para luego quitarse la vida.

Y este no es un caso fortuito. La violencia en Monterrey es pan de cada día, y las balaceras, peleas callejeras, asesinatos y disturbios son producto, al igual que en gran parte de México, de las más de 2.400 pandillas, carteles y bandas (como Los Zetas, Fuerza Civil o Los Rulers) que se disputan las veredas para vender drogas en la ciudad.

Aunque el joven agresor del reciente tiroteo no estaba involucrado en el tráfico mismo, creció toda su vida con la violencia en sus narices, por lo que hay quienes lo consideran una víctima más.

Si alguien sabe bien de esto es Juan Pablo García, quien nació, creció y vivió en uno de los barrios más vulnerables de Monterrey. Tuvo una infancia muy pobre (al igual que 57,7% de la población de la ciudad), sin agua ni servicios básicos, y cuando tenía seis años, su padre los abandonó, por lo que él decidió salir a la calle a ganar dinero para ayudar a su madre. Sin embargo, esto nunca fue posible, porque rápidamente se involucró con una pandilla del barrio, y así, durante los siguientes 14 años de su vida, se la pasó vendiendo marihuana, se convirtió en el líder de su propia pandilla y se volvió adicto a la cocaína.

A los 20 años, García se reencontró con la fe, luego de casi perder la vida en una pelea, y decidió dar un vuelco en su vida y aprovechar de buena forma esta segunda oportunidad. Dejó su pandilla, se acercó a su madre, retomó sus estudios y entró a un centro de rehabilitación por tres meses para dejar su adicción a la cocaína.

Hoy, Juan Pablo tiene 42 años y desde el año 2011 que dedica su vida a salvar a jóvenes de la violencia, a reformarlos, alejarlos de las pandillas y a ayudarlos a encontrar un sentido positivo en sus vidas, que les permita a futuro ser líderes y agentes de cambio. ¿Cómo?

A través de la ONG Nacidos para Triunfar, que ya tiene 25 miembros, la mayoría ex pandilleros que trabajan a tiempo completo; se busca evitar que los jóvenes vulnerables se unan a las pandillas callejeras y se conviertan en soldados de infantería para los grandes carteles de drogas de México.

Ha funcionado tan bien que, en enero pasado, la organización logró que cerca de 100 bandas callejeras, que integran a más de 2.000 jóvenes, firmaran una tregua de paz en Monterrey.

De la pandilla al liderazgo

García comenzó su cruzada de salvar a los jóvenes de las pandillas el año 2011, cuando se dio cuenta que “Monterrey estaba secuestrado, las familias no salían al restaurante ni a hacer las compras del mercado, porque te levantaban y te quitaban el carro", agregando que los protagonistas eran adolescentes de escasos recursos y colonias marginadas que se habían convertido en la mano de obra del crimen organizado.

¿Cómo frenar esta violencia? García se dio cuenta que, al igual que él en el pasado, los jóvenes se suman a las pandillas por no quedar fuera y por tener algo que hacer con sus vidas y su tiempo libre. Por esto decidió que  lo necesario era ofrecerles alternativas distintas a las que puede ofrecerle el crimen organizado y los carteles de drogas, ya que, como señala, “todas las pandillas están aliadas con la delincuencia organizada sin excepción, ya sea por el consumo, la compraventa de droga, el halconeo, la maquila o la distribución”.

Para atraer a los jóvenes, había que ganarse su confianza, invitándolos a actividades de su interés. Por esto el equipo pensó en actividades deportivas o culturales, para invitar a los jóvenes de todas las bandas y pandillas de Monterrey. Hoy, juntos borran grafitis y los transforman en murales de paz, recuperan áreas verdes, retiran basura, piedras y escombros de plazas y canchas, entre otras actividades grupales.

Después de formar una relación más estable y permanente con los jóvenes, después de un proceso de diálogo y reflexión sobre su futuro, se les invita a firmar un acuerdo de paz, como el vivido en enero pasado, donde cada líder de la banda tiene que firmar un tratado y abrazar a sus rivales.

Con el tratado de paz firmado, se comienza un proceso de formación, que les permite a los jóvenes tomar conciencia de su situación, y a querer dejar atrás su pasado violento, enfocándose en un futuro constructivo, positivo, lejos de la violencia.

“Nacidos para Triunfar” es el programa educativo formal de la ONG que lleva el mismo nombre, en el que se imparten varios talleres que tratan temas como: valores, drogas, vida responsable, espiritualidad, paz y no violencia, sexualidad responsable, responsabilidad social, trabajo en equipo, liderazgo y proyecto de vida.

Todos los jóvenes deben pasar y aprobar los talleres, para poder graduarse del programa (más de 400 ex delincuentes ya se han graduado).

Cambiando vidas

"Sería genial si las pandillas dejaran de pelear, pero estas rivalidades se remontan a muchos años. Es difícil dejar la guardia baja, pero esta fundación realmente nos está ayudando”, cuenta Eduardo, un joven de 16 años, miembro de la pandilla TFP. Su pareja, Alexa, entró a la pandilla a los 11 años y comenzó a fumar marihuana y a emborracharse. Hoy, luego de integrarse a “Nacidos para Triunfar” y de retomar el colegio, está a punto de terminar la secundaria y tiene planes para ir a la universidad y convertirse en abogada de familia.

Otro testimonio es el de Josue, quien señala que “inhalaba disolventes, empecé a tomar peyote, crack, hierba y píldoras. Luchábamos duro contra todas las otras pandillas de la zona. Me cortaron la cabeza con piedras mil veces. Me detuvieron en varias oportunidades, pero normalmente sólo pasas una noche en la comisaría y luego estás en libertad bajo fianza. Ahora que he visto otro lado de la vida, no puedo creer cómo solía vivir. Ahora quiero seguir trabajando con el programa para evitar que otros niños terminen como yo. Quiero crecer como una persona, encontrar una profesión y comenzar una nueva vida”.

Así, tras lograr que cientos de niños retomaran sus estudios y dejaran la violencia, y habiendo demostrado que los jóvenes tienen un camino alternativo, Juan Pablo García espera que “Nacidos para Triunfar” sea adoptado en otro lugar para frenar la delincuencia y la violencia en barrios vulnerables, y dice que “no se puede arreglar esto con más soldados y policías. Necesitamos diálogo, amor y afecto. Eso es lo que da poder a los jóvenes, diciéndole a un niño que es importante y que tiene un futuro por delante”.

¿Crees que la violencia se da por falta de diálogo y afecto?

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