*¿Te lo perdiste? Regularmente republicamos contenidos vigentes que pueden resultarte interesantes. Esta nota fue publicada originalmente en el 14 de noviembre de 2016.
Era una práctica relativamente recurrente en la universidad (dependiendo de la carrera que estudiaste). Tenías un examen super importante al día siguiente y te pasabas de largo estudiando como loco. La coca cola, el café e incluso las bebidas energéticas se transformaban en tus mejores aliados durante esa interminable velada.
Al final, llegabas muerto de cansado a tu casa de estudios, con los ojos más rojos que alguien después de fumar drogas ilícitas, pero con el conocimiento en tu cabeza. Aparentemente.
Pues bien, resulta que un estudio publicado en la edición de octubre de la revista Psychological Science, bajo el nombre de Relearn Faster and Retain Longer Along With Practice, Sleep Makes Perfect (Repasa más rápido y retén información por más tiempo: junto con la práctica, el sueño hace al maestro), tendría bastante que decir acerca de la manera en la que estudiamos.
El propósito de la investigación fue determinar cuál es la mejor manera de estudiar, en función de cómo elegimos dormir. En otras palabras, ¿es mejor dormir entre medio de cada sesión de estudio o estudiar mucho sin dormir entre medio? ¿Por qué? En El Definido te contamos lo que hicieron para determinarlo, lo que concluyeron y las sugerencias que entregan.
En la investigación se trabajó con 40 participantes divididos en dos grupos, a quienes se les pidió que estudiaran una lista de 16 palabras en suajili (una lengua africana), para después poder decir cuáles son sus significados.
El primer grupo (denominado Grupo del sueño) tuvo que estudiar las palabras durante la tarde, dormir como cualquier mortal en la noche, estudiar nuevamente en la mañana y después ir a dar el examen doce horas después de haber estudiado la primera vez.
El segundo grupo (denominado Grupo del no-sueño) estudió durante una mañana, después volvió a estudiar en la tarde, durmió durante la noche y después dio el examen durante la mañana siguiente. Al igual que en el otro grupo, tuvieron que hacerlo doce horas después de haber estudiado por primera vez. La diferencia con el anterior, es que éstos no tuvieron que dormir entre medio de sus sesiones de estudio.
Ambos grupos siguieron con esa metodología hasta que lograron obtener las 16 respuestas correctas. Además de medir quiénes lo lograron antes, se midió qué tan capaces fueron de retener la información en el largo plazo, ya que siguieron siendo evaluados a la semana siguiente y a los seis meses después de haber obtenido el máximo de aciertos.
Al final, los resultados de la investigación fueron contundentes. El Grupo del sueño recordó más significados de palabras en la primera prueba que se les tomó (es decir, doce horas después de la primera sesión de estudio). Incluso, este grupo también logró un mayor desempeño al momento de “reaprender” las palabras en el examen de repetición que se les hizo (y que repitieron hasta tener 16 respuestas correctas).
Según el documento, el grupo que durmió entre medio de las sesiones de estudio, logró una eficacia dos veces mayor al que no lo hizo, ya que pudieron reducir su jornada de estudio a la mitad, obteniendo los mismos o incluso mejores resultados.
Como si fuera poco, tanto en la pruebas que se les hizo una semana después y seis meses más tarde, el Grupo del sueño obtuvo más respuestas correctas que el del no-sueño. Así que también lograron retener mayor información en el largo plazo.
Los investigadores sugieren que dividir tus sesiones de estudio puede llegar a beneficiarte, pero que es importante que te tomes además una que otra siestecilla entre medio (aquí los distintos tipos y sus utilidades). ¿La razón? El sueño es muy útil para consolidar la información que has ido adquiriendo recientemente. Además, cuando duermes antes de estudiar por segunda vez, le estás dando a tu organismo la posibilidad de consolidar tu memoria dos veces: una vez en tu siesta y otra en tu noche de sueño.
Ahora bien, suena fácil, pero no siempre contamos con el tiempo para dormir todas las siestas que queramos entre cada sesión de estudio. De hecho, si eres como el 99,9% de la población (cifra avalada por la Universidad de Jarbard), lo más probable es que lo estés haciendo a úlitma hora y en ese escenario, pareciera que no hay mucho espacio para reconfortantes (¿y consolidadoras?) siestas.
¿Cuál es nuestro consejo entonces? Si te organizas bien, no debería costarte tanto hacerte un tiempo para un dormir exprés con propósitos académicos. Y si tienes tiempo, échale un vistazo a estos artículos que hemos preparado acerca de cómo estudiar mejor, cómo estudiar eficazmente y qué apps te pueden ayudar para lograrlo. Después de todo, hay muchas otras maneras de estudiar sin tener que pasar por la desagradable acción de pasar de largo.