Imagínate bien arropadito en la cama, acompañado de la cálida luz de una lámpara y el sonido de las gotas que acarician las ventanas. Todo listo para ese momento, el que, aunque no todos los hayamos vivido, nos parece extrañamente familiar: el cuento antes de irse a dormir. Todo perfectamente normal, salvo por algunos detalles: tienes 38 años y una hipoteca, hace 40 horas que no duermes, y quien te lee no son tus padres (ellos celebran su jubilación en las Bahamas), sino un bibliotecario de 42 años y voz rasposa, el que por más de una hora te relatará una historia sin sentido sobre un iPod poseído por un fantasma, que ayuda al autor a salvar a un lince de un lanzamiento espacial.

Desde su hogar en San Francisco, Drew Ackerman utiliza el antiguo arte de contar historias para ayudar a sus oyentes a enfrentar la gran epidemia de los tiempos modernos: el insomnio. En pocos años convirtió su pequeño experimento, un podcast llamado Sleep With Me, en uno de los más populares en iTunes. Hoy, más de un millón y medio de personas se quedan dormidos al son de su voz.

Es hora de un cuento

Difícil imaginarse una vida sin historias. Podríamos argumentar, de hecho, que llegamos a ser lo que somos gracias a ellas, a la sabiduría ritualística que sucedía, primero alrededor del fuego hace miles de años, y hoy en una cena familiar, en las salas de cine o en el momento del cuento antes de dormir.

Este último es especialmente significativo, y habrá marcado la niñez de más de alguno y luego la paternidad y maternidad años más tarde. Representa la sed de historias propia de la humanidad y demuestra lo increíblemente efectivas que son para dejar knock out cuando no son acompañadas por efectos especiales o monólogos de Jim Carrey.

Ackerman sabe esto y algo más: que en verdad nunca dejamos de querer escuchar estas historias. Tengamos 20, 30 o 50 años, una voz que nos distrae y nos acompaña previo al sueño, pero sin presiones por captar nuestra atención, es tan efectiva como cuando aún teníamos dientes de leche, cree.

"Quieren una persona amigable que venga y les cuente una historia para quedarse dormidos. Es algo de lo que nos hemos alejado y supongo que esto es una forma de llenar ese espacio", nos dice.

Ackerman comenzó con su podcast en 2013, luego de masticar la idea desde su época colegial, cuando enfrentaba las noches de insomnio acompañado de programas radiales. No es que la radio le diera sueño, sino que le ayudaba a distraerse. "Era mi escape", añade.

El podcast, como medio, resultó ideal. Era barato, sencillo y abierto. Además cada persona podría escucharlo a la hora que quisiera, ayudando a establecer una intimidad que el bibliotecario reconoce muy importante.

Luego todo fluyó, porque Ackerman se reconoce como un cuentacuentos y, a la vez, un divagador por excelencia: nació el podcast más aburridamente genial que podrás encontrar.

La delgada línea roja del aburrimiento

Como el cuentacuentos tradicional, Ackerman mezcla realidad y ficción, pero luego lo tiñe incoherentemente con la influencia de obras absurdas, como la Guía del autoestopista galáctico y las películas de Terry Gilliam, que abundaron en su infancia.

Un botón de muestra: "Un tema reciente fue que tengo un pelo horrible, un corte de pelo muy raro, y siempre he tenido este pelo muy raro y... me entró la curiosidad ¿qué hubiese pasado si me hubiera rizado el pelo cuando chico? Si tuviese un pelo mejor ¿mi vida sería mejor?". Esa reflexión, dice, dio vida al episodio 187 "Mi vida con una permanente".

¿La historia es divertida? No. De hecho, si lo fuera, el podcast no cumpliría su rol. Ackerman mueve los hilos de sus historias para que circulen en un precario equilibrio entre el consciente e inconsciente. No hay chistes, no hay drama, ni nada que enganche la mente por más de unos segundos.

Como narrador, Ackerman aporta al dudar, repetir y mencionar cosas sin absolutamente ninguna importancia para la historia. Sus personajes aportan al aburrimiento mediante diálogos excesivamente extensos y metafóricos, que explican demasiadas cosas. "Comparo mi trabajo con un primer borrador muy, pero muy malo", dice.

Pese a su amor por el absurdo, es en la rutina y cotidianeidad de las historias donde radica el factor "Z". Un ejemplo muy claro es Superdull (Superaburrido), una serie del podcast cuya sinopsis resume perfectamente el espíritu: "Superdull es la historia de un equipo de superhéroes que esperan... y esperan... y esperan... y esperan... hasta que los llaman a la acción. Esta es la historia de su espera". Uno de los últimos episodios trata de los superhéroes tejiendo mosquiteros mientras tratan temas filosóficos.

Ackerman también se atreve con versiones aburridas de temas que podrían resultar interesantes. Es el caso de los recap o resúmenes de Game of Thrones, serie que difícilmente podría calificarse de aburrida, pero que el bibliotecario convierte en una invitación a Morfeo mediante visitas excesivamente largas a la Wikipedia para corroborar información y conversaciones imaginarias con los personajes.

¿Por qué funciona?

"Muchas de las cosas que funcionan en el podcast, las encuentro contraintuitivas, casi paradójicas", dice Ackerman, quien no sabe a ciencia cierta por qué cada mes cientos de miles de personas escuchan su podcast.

Intuye, de todos modos, que ocurre lo que a él le pasaba en el colegio. No es que Sleep With Me dé sueño, sino que brinda el servicio de escuchar a una voz familiar (Ackerman graba 3 podcasts cada semana) capaz de distraer de la mente, muy al estilo de una televisión que suena a lo lejos, de "fondo".

"Le digo al oyente 'puedes dormirte o escuchar, pero estaré aquí por una hora para tratar de distraer de tu mente del hecho de que no puedes dormir. Pero no estoy aquí para pedir tu atención. No necesito que escuches o que recuerdes lo que digo, solo quiero hacer esto y ver si te quedas dormido'. Le quita la presión al oyente, la presión de deber dormir y la de escuchar", agrega.

Para ello toma algunas precauciones. Evita, por ejemplo, mencionar cosas que puedan gatillar ansiedad en sus oyentes, como hablar de arañas y serpientes. También la duración misma es importante. ¿Por qué los episodios duran entre una hora a dos horas, pese a que la mayoría, dice Ackerman, se duerme en los primeros 20 minutos? Tiene que ver con la presión de dormir. Si fuesen más cortos, dice, la gente se sentiría presionada al sentir una especie de "cuenta regresiva". Al ser innecesariamente largos, el bibliotecario le da tiempo de sobra al oyente para conciliar el sueño.

Sea la razón que sea, miles de oyentes que se desvelan, muchos debido a condiciones como Estrés Post Traumático, agradecen el trabajo del bibliotecario, quien realiza todo el trabajo solo, salvo por alguna que otra ayuda en la edición.

Para los interesados, puede que no falte tanto para escuchar algo similar en nuestro idioma. Ackerman piensa como siguiente paso lógico la traducción de sus episodios, por lo que eventualmente tendríamos una voz en español contando las oníricas historias de su mente, como una donde se ubica en una nave espacial, acompañado de un grupo de monjas que le hacían clase en el colegio.

"Hazme saber si hay algo que no quedó muy claro", nos dice Ackerman, terminando la entrevista, "porque tiendo a divagar incoherentemente. Es mi especialidad".

¿Has probado métodos no tradicionales para enfrentar el insomnio?