No es el calentamiento global el principal problema. El desierto del Sahara crece más que nada por las malas prácticas de los habitantes de la región de Sahel, toda la franja limítrofe sur del desierto que atraviesa África. “Tenemos una imagen del avance de un desierto de arena, de dunas que sumergen pueblos y campos. En la mayoría de los casos, no es así”, explica Gudrun Schwilch, investigadora del Centro de Desarrollo y Ambiente de la Universidad de Berna.
Es cierto que el cambio climático ha llevado a períodos más prolongados de sequía. Pero también la agricultura intensiva mal implementada, el sobre pastoreo y el mal uso del agua han causado la degradación del suelo y la deforestación, lo que ha convertido una tierra que era fértil en desierto.
Si a esto le agregamos una frecuencia significativa de tormentas de arena, la desertificación del continente se convierte en un fenómeno que crece a pasos agigantados. Según la FAO, las dos terceras partes del continente africano se clasifican como desiertos o zonas áridas.
Este año se perderán así 120.000 km2 de terreno fértil, donde se podrían cultivar 20 millones de toneladas de cereales, indica la ONU. Esto demuestra las dificultades que genera la desertificación al disminuir las posibilidades de agricultura, disminuyendo los alimentos.
El avance del desierto no es irreversible. La solución es un programa desarrollado por la Unión Africana y respaldado por la ONU que reúne a 11 países en un trabajo conjunto para plantar una franja densa de árboles: "Great Green Wall Initiative for the Sahara and the Sahel" (GGWSSI). Así buscan detener el avance del Sahara.
Está probado que los bosques de las zonas áridas se ha adaptan bien a las condiciones ecológicas extremas. Esta barrera, entonces, será una protección contra los vientos arenales del desierto. Además ayudará a mantener la humedad en el aire y el suelo, permitiendo la agricultura. También se espera que la gran muralla reduzca la erosión, mejore la biodiversidad y la capacidad de adaptación de los países al cambio climático.
La idea se gestó en 2002, con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Hoy está muy desarrollada. El primer paso hacia la Gran Muralla Verde se dio con el desarrollo de una estrategia regional para la ejecución de la iniciativa en septiembre de 2012, adoptada por la Conferencia Ministerial Africana sobre el Medio Ambiente (AMCEN).
El proyecto quiere lograr al 2025 una columna de vegetación de 15 km de ancho y unos 7.100 km de largo que atraviese todo el continente, pasando por Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Etiopía y Eritrea.
A partir de la experiencia de otros intentos similares como la Gran Presa de Argelia o la Muralla Verde de China, los organizadores entendieron la importancia de un enfoque multisectorial integrado para resultados sostenibles en el tiempo, pues el verde por sí solo no puede hacer todo el trabajo.
"Puedes poner un guardia detrás de cada árbol, pero si alguien lo necesita para sobrevivir, lo va a cortar". Esta conocida frase en Niger demuestra la importancia de implementar todo un programa que haga sustentable la existencia de la barrera verde. El proyecto no va a funcionar si es que la acción se limita a plantar árboles.
Los problemas son múltiples y diferentes en cada comunidad de las zonas sahelo-saharianas de África. Todos se deben abordar. Principalmente la gestión de los recursos naturales, la sustentabilidad de los sistemas de producción rural (agricultura, cría de animales, forestación, etc). Además el desarrollo de la producción rural y las infraestructuras comerciales, la diversificación de las actividades económicas y la creación de riqueza, teniendo en cuenta también las cuestiones de género.
Los objetivos generales de la Gran Muralla Verde son: mejorar las condiciones de vida de la población, mejorar el estado y salud de los ecosistemas y movilizar recursos (financieros, técnicos y tecnológicos) para el proyecto a través de alianzas entre los actores nacionales e internacionales. Es también fortalecer las capacidades de las personas de la región de Sahel, educando en prácticas agrícolas y protegiendo patrimonio el rural.
El documento oficial de la FAO sobre la Gran Muralla Verde explica que para que la iniciativa resulte de verdad, es importante considerar los siguientes aspectos:
- La capitalización y el intercambio de otras experiencias en cinturones verdes, la cooperación es esencial para permitir a todos a construir sobre los éxitos del pasado y evitar los errores cometidos.
- En base a la situación actual, desarrollar sinergias y una efectiva coordinación de las respuestas de cada comunidad, considerando integrar el proyecto a programas en escalas regionales y nacionales.
- Aplicar un enfoque integrado entre las medidas ambientales y quienes intervienen en ese proceso. Que las intervenciones técnicas consideren a los habitantes de las aldeas de la zona, que influyen directamente en el éxito de la implementación. Junto a esto lograr la aprobación de las comunidades locales y su participación en la planificación, ejecución y post-inversión.
- Todos los actores interesados en la iniciativa, deben tener propiedad sobre el proceso de la Gran Muralla Verde: financiamiento, seguimiento y evaluación. Éstos deben asociarse en una relación de confianza, para llegar a un objetivo definido colectivamente basado en sus respectivas inquietudes del uso de la tierra, puesto que el proyecto es a largo plazo y debe existir el compromiso correspondiente.
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