Típico que en medio de una conversación sofisticada metemos la pata con un dato que es más falso que las pulseras milagrosas que estaban de moda hace una década. “¡Pero si lo vi en una película!” decimos, para ver si eso sirve como justificación. Y no. La industria del cine nos ha mentido mucho en el último tiempo, así que no es raro que más de alguna de las cosas que nos muestran como una verdad indiscutible, en realidad no lo sean. Al fin y al cabo, es ficción.
Aunque no nos hagamos los locos, también disfrutamos la enjundia que le mete Hollywood a todo lo que hace. Pero como nunca está de más desmitificar las cosas, elaboramos una lista con seis escenas genéricas que hemos visto en la pantalla grande y que distan mucho de cómo es el asunto en la realidad.
Una nave espacial está escapando de otra que busca destruirla. La persecución se extiende a lo largo de varios años luz. El suspenso está volviéndonos locos y, como si fuera poco, ¡paf! Entran a un cinturón de asteroides. Por suerte, el piloto de la nave que escapa es el protagonista, así que ya sabemos que se salvará entre medio de tanta roca que lo roza por sólo centímetros de distancia. De más está decir que quien lo perseguía quedó apachurrado cuando no logró evadir una de las tantas masas espaciales que lo impactaron.
Pues bien, la verdad es que hay más cacao en los chocolates de CLP $10 de los kioskos, que precisión científica en la típica escena de película que acabamos de describir. Y es que los cinturones de asteroides no están saturados de asteroides, como su nombre podría sugerirlo. De hecho, la densidad de estos es tan baja, que al menos en el cinturón que tenemos en nuestro Sistema Solar, las colisiones entre asteroides se producen cada 10 millones de años (o con una probabilidad de 1 en 10 mil millones) y cuando sucede, hasta es noticia. Así que podríamos entrar y salir de uno con toda la tranquilidad del mundo, sin ningún rasguño.
El agente secreto Aquiles Bailo tiene una misión muy importante que cumplir: evitar a toda costa que un grupo de terroristas arruine la boda de la hija del presidente. Aunque también tiene una condición: no puede alertar a los invitados, así que tiene que hacerlo todo muy discretamente. Gracias al cielo cuenta con su super silenciador de pistolas, así que podrá eliminar a sus enemigos sin que nadie se dé cuenta.
El problema es que, en la práctica, estos silenciadores son menos discretos que tú cuando llegabas pasado de copas a la casa de tus papás. Mientras que un disparo normal de una pistola sin silenciador bordea los 160 decibeles, uno con silenciador se encuentra entre los 117 y 140 decibeles, es decir, más o menos el mismo ruido que hace un avión en despegue (lo puedes ver en esta infografía hecha por Gizmodo). Así que de discreción, nada.
Todos tenemos en nuestras cabezas la imagen de Arnold Schwarzenegger disparando su ametralladora durante varios minutos seguidos. Está escondido en un matorral y desde ahí es capaz de eliminar a casi un ejército entero de soldados debido a su increíble puntería, sorprendente arma de asalto y la inigualable imaginación del director de la película.
Pues bien, lamentamos arruinar la magia, pero eso es imposible. En realidad, la mayoría de este tipo de armas, se puede disparar durante alrededor de cinco segundos de corrido. Después de esto es necesario recargar la munición, ya que esta se acaba rápido debido a que las ametralladoras son capaces de disparar una enorme cantidad de balas por segundo. Además, si estuvieras disparando el mismo rato que Arnold Schwarzenegger lo hace, a tu arma se le prendería fuego.
La escena es la siguiente: un grupo de astronautas se encuentra en el espacio y la nave en la que van viajando empieza a experimentar una serie de fallas. Un miembro del equipo (que misteriosamente pertenece a una minoría racial) va a investigar lo que pasa y, de la nada, una compuerta se abre y el tripulante sale disparado hacia el espacio. Inmediatamente, su cuerpo estalla y él fallece, en medio de los gritos desconsolados de su novia astronauta que se encuentra a salvo en la nave.
Aunque, efectivamente, la situación es extremadamente peligrosa, la física nos dice que en verdad los cuerpos no llegan y estallan al entrar en contacto con el espacio exterior. De hecho, según la Nasa, el cuerpo humano no sufre daños inmediatos al interactuar con el vacío. Incluso, podrías estar ahí alrededor de medio minuto y quedar sin secuelas permanentes si es que no aguantas la respiración (si lo haces, tus pulmones podrían estallar).
Lo que sí pasa, es que se te acaba el oxígeno y pierdes la conciencia a los 15 segundos. Después de eso, es sólo cuestión de minutos hasta que mueras debido a la falta de oxigenación. Además, es muy probable que recibas unas quemaduras solares bien feas.
-¡Doctor Johnny! ¡El paciente se nos va!
-No te preocupes, Marta La Enfermera, manejo a la perfección la técnica del golpe precordial.
*Empieza a darle puñetazos en el pecho al paciente que está a punto de morir*
-Cof, cof- dice el paciente- ¡Me ha salvado!
-Pues no por nada me dicen Doctor Puños…
Muchas veces hemos visto esta escena en la pantalla (quizás no tan cebollera), incluso en los mejores hospitales imaginarios del primer mundo. Pero en realidad, esta técnica del golpe precordial se encuentra bastante obsoleta.
Los avances de la tecnología han hecho que los impulsos eléctricos tengan un mucho mejor desempeño en esta materia, los que además ahorran los efectos secundarios de la técnica de los golpes: en ocasiones, puede llegar a empeorar la situación cardíaca de un paciente si es mal ejecutada.
En esta comedia, un tipo con mala suerte se pasea en un zoológico cuando, sin querer, recibe un dardo tranquilizante que iba dirigido a unos osos que se encontraban peleando cerca de él. El hombre cae al suelo y empieza a alucinar, se queda dormido un rato y es todo risas. Después despierta y sigue su vida como si nada.
Eso sí, en el mundo real lo más probable es que haya muerto. Y es que los dardos tranquilizantes no son “universales”. Están pensados para llevar la dosis exacta de anestesia para adormecer a un ser vivo de una especie en particular. Así que, si te llegara la dosis para un animal enorme, nadie se estaría riendo, probablemente.