¿Se te hace un nudo en el estómago cada vez que tienes que hablar o presentar en público?, ¿tartamudeas y olvidas la mitad de tu discurso por el nervio que te provoca?, ¿te sientes inseguro y con vergüenza cada vez que tienes a personas desconocidas pendientes de lo que hablas?, ¿fuiste siempre mejor para las pruebas escritas que para las orales?
No te preocupes, a la mayoría de las personas nos pasa lo mismo. Es porque la sensación de saber que puedes "hacer el loco" frente a otros es muchas veces superior a nuestra capacidad de disertar o explicar lo aprendido. ¿La razón? Los seres humanos, en general, sentimos pavor de quedarnos en blanco, equivocarnos, exponernos a las burlas o a que nos increpen y contradigan y no saber qué responder. En resumen, las personas (en su mayoría) le tenemos pavor al ridículo.
Somos muchos los que envidiamos profundamente a las personas con desplante escénico, que siempre se muestran seguros, empoderados, con discursos claros, fluidos y perfectos. Como los ex dirigentes estudiantiles, por ejemplo: ver a Gabriel Boric, a Giorgio Jackson o a Camila Vallejo exponiendo sus puntos de vista, nos termina de convencer o al menos hace repensarnos el apoyo, aunque por principio puede que no estemos de acuerdo.
Los abogados penalistas, por otro lado, sobre todos esos que tienen que defender casos polémicos en los que ni su mamá cree en su inocencia y también los actores, mal que mal, quién no soñó alguna vez cuando niños en poder tener las patas para subirse a un escenario o pararse frente a una cámara a interpretar personajes como si tuviéramos personalidades múltiples.
Pero quienes realmente se peinan con los discursos en público son los humoristas. Imagínense. Pararse frente a un escenario con cientos de personas desconocidas y mantenerlos durante una hora atentos, siguiendo cada una de sus palabras y además, lograr sacar carcajadas en cada frase. ¡En cada frase! Sin duda es todo un arte.
Es por esto que quisimos compartir las enseñanzas que nos entregan los humoristas que realizan Stand Up Comedy, porque ellos lo que hacen es atacar directo al hueso al mayor temor de todos: el miedo al ridículo.
Lograr un vínculo inicial con el público es clave para asegurar tu éxito, tu confianza y para ganarte el perdón de la audiencia ante una eventual equivocación. ¿Cómo lo hacen los comediantes de stand up? Inmediatamente abren sus rutinas haciendo el ridículo.
Cuentan alguna historia humillante en primera persona que los humaniza, los vuelve cercanos, sinceros y humildes, cualidades que generan inconscientemente simpatía en los seres humanos. Y la clave está en que la cuentan desde una postura de seguridad y superación, lo que se traduce en poder y admiración. ¿Por qué? Nadie inseguro y poco resuelto es capaz de contar una humillación propia en público, y menos cuando es gente desconocida, ya que lo "normal" es que uno quiera demostrar lo mejor que tiene en un comienzo, ¿o no? El simple hecho de no hacerlo es lo que cautiva rápidamente la atención del público, saca carcajadas y genera un ambiente cercano, relajado, donde el que pasa a dominar es el comediante, porque queda en una postura privilegiada y ya logró intimidad con las personas presentes.
Otra forma de empatizar es a través de los lugares comunes: comenzar un discurso ubicando el contexto en situaciones que todos hemos vivido alguna vez, es clave para enganchar al público. ¿Por qué hacerlo? Así las personas se identificarán de inmediato con el relato y sabrán que lo que dirás les hará sentido. Pista: es algo que se utiliza bastante en las exitosas charlas TED.
Esto también tiene que ver con la empatía, pero va en punto aparte porque tienen un carácter especial. Un discurso sin emoción es un discurso inservible, por ende un discurso somnífero y olvidado. Los comediantes siempre apelan a algún estado de ánimo o sentimiento en particular. ¿Para qué? Para enganchar al público no sólo con su atención y sus cabezas, sino también con el corazón (aunque suene siútico, es la pura y santa verdad).
Los triunfadores del Festival de Viña lo hicieron. Natalia Valdebenito, por ejemplo, aprovechó el boom actual feminista, liberal y de empoderamiento de la mujer para hacer su humor; mientras que Edo Caroe se afirmó de los errores y corrupciones de los políticos y empresarios, respondiendo también al sentir popular. Y utilizan ése como su bastón principal, al que pueden recurrir cada vez que sienten que sus rutinas se están debilitando, porque saben de antemano que en estos temas, todos están de acuerdo y quieren opinar y/o escuchar.
No solo los humoristas, los políticos utilizan a menudo esta técnica, al igual que los profesores, actores, escritores e incluso los curas. Al instaurar en el discurso una emoción fuerte que sea sentida de forma generalizada en las personas (como por ejemplo el rechazo a la delincuencia, al femicidio, a las víctimas de Orlando o a las falencias del Sename), se genera inmediatamente un código en común que otorga complicidad y empatía.
Una de las grandes claves para que una rutina de humor sea exitosa es que el comediante muestre completo dominio y seguridad en el escenario. Y esto no significa que no pueda equivocarse y que su parada sea altiva y desafiante; sino que maneje tan bien los temas a tratar, que pueda burlarse del propio contenido o equivocarse dignamente y sacar provecho de esto.
¿Cómo? Si llega a equivocarse, lo peor que puede hacer alguien es tratar de hacerlo "pasar piola" cuando el error fue evidente, porque pierde inmediatamente la confianza del público. En cambio si evidencia su error con gracia y humildad, logrará aumentar el grado de empatía con el público. Por esta razón a veces los errores hay que agradecerlos, ya que se les puede sacar gran provecho.
Este punto es clave ya sea para el humor, para la política o para cualquier disertación. La clave para cualquier persona que hable en público es ante todo, una ardua investigación previa y manejar muy bien el contenido. No de memoria, ni a la perfección, pero sí haberlo interiorizado de tal forma que te permita hablar por horas al respecto.
Y la otra gran clave es estudiar las emociones contrarias o las posturas políticas o de vida, diferentes a las que nosotros queremos mostrar. Esto para poder anteponerse a las críticas u opiniones diferentes. Y no sólo para responder eventuales preguntas y lograr salir airoso de ello, sino para incluir en nuestro discurso a las personas que no comparten nuestra opinión y mantenerlas igualmente interesadas.
¿Cómo? Otro ejemplo de Natalia Valdebenito: utiliza siempre personajes secundarios (actuados por ella misma) para alimentar sus rutinas. Si habla mucho de cómo se siente la mujer soltera en el siglo XXI, expondrá a la que se siente libre y empoderada, pero también a la que sueña igual con casarse y que se siente mal sola; mostrando cosas a favor y en contra que le suceden a ambas.
Lo anterior son sólo cuatro claves utilizadas por los comediantes para tener rutinas exitosas y lograr una buena recepción por parte del público; herramientas que toda persona puede utilizar para vencer el miedo a hablar en público y por qué no, para tomarnos la vida con más humor.