Lo acepto. Soy de esas personas que llama Game of Thrones simplemente GoT, que se imagina constantemente cuál sería el lema de su familia en ese mundo (Todo sabe mejor, con Nutella) y que disfrutó tanto la primera temporada, que no pudo esperar pacientemente por la siguiente y se devoró todos los libros en tiempo récord.
Solo recién, cuando la serie de TV amenaza superar la línea cronológica de los libros (ya pues, R. R. Martin, me hago viejo), fue que me vi obligado a retomarla para no quedar atrás.
Es una experiencia extraña, porque de cierta forma me auto-spoilié leyendo los libros, y salvo diferencias no muy importantes entre libro y serie, sé exactamente lo que sucederá. Y aún así lo estoy disfrutando y bastante.
Si no fuese por esto, el video publicado por la Universidad de California titulado "Los spoilers ¿arruinan realmente las historias?" lo recibiría con un largo saaaaaa. Pero en él, Nicholas Christenfeld, profesor de psicología de la universidad, cita un estudio realizado por él y da argumentos que, añadido a mi experiencia con GoT, realmente me han hecho repensar mi vendetta personal contra aquella persona que me spoilió Star Wars.
¿Podría ser que esa persona no me arruinó la película, sino todo lo contrario? ¿Puede un spoiler hacer que disfrutemos más una historia?
Christenfeld y su colega Jonathan Leavitt publicaron, hace algunos años, el primer estudio en el mundo sobre el fenómeno de los spoilers. En él, 819 personas participaron en experimentos donde se les pidió leer cuentos de tres tipos: con giros irónicos, de misterio e historias literarias más evocativas, de autores como John Updike, Roald Dahl, Anton Chéjov, Agatha Christie y Raymond Carver.
Cada persona leyó tres historias (que declararon nunca haber leído antes) bajo condiciones distintas. En una se incluía un párrafo previo a la historia, donde se incluía un pedazo de información que spoileabla la historia (sin mencionar explícitamente que se trataba de un spoiler), en otro se incluía sin spoilers y en el tercero el texto era intervenido para incluir el spoiler en el inicio (no aparte, como en el primer caso, pero siendo igualmente implícito). Luego se les pidió evaluar su disfrute de la obra usando una escala de "rating hedonista" de 1 a 10.
Contrariamente a lo que uno podría esperar, las personas, en promedio, disfrutaron los tres tipos de cuentos más cuando fueron spoileadas (con la excepción del cuento "Una apuesta" de Chéjov):
Christenfeld puntualiza que este aumento en la escala hedonista solo se dio cuando el spoiler se daba como parte previa al texto, y no como parte de éste. Es decir, la gente disfrutaba más los cuentos cuando el spoiler no se lo daba el "autor", sino un agente externo.
El psicólogo hipotetiza que tendemos a sobrevalorar estos giros inesperados tan spoileables, cuando es en realidad toda la historia que conduce a ese punto lo que uno realmente disfruta.
Christenfeld ejemplifica con el clásico "Romeo y Julieta". Todos saben lo que sucederá (está dicho, literalmente, en el prólogo) y, aún así, teatros y cines del mundo se siguen llenando con adaptaciones de esta obra clásica.
Saber cómo termina una historia, continúa el psicólogo, nos permite relajarnos y disfrutar más de la vista durante el viaje narrativo, esto es, los personajes, los símbolos, el estilo, las tomas, los homenajes, y un largo etc. que, de haber estado nuestra atención pendiente del final, no los hubiésemos apreciado. Esto explicaría, por ejemplo, por qué muchas personas ven la misma película o leen el mismo libro dos, tres, cuatro veces, y su disfrute no disminuye (y además notan cosas que la vez anterior pasaron por alto).
La misma dupla de psicólogos continuaron su estudio con otros experimentos en 2013. En uno de ellos realizaban algo muy similar, pidiendo a los voluntarios que leyeran dos cuentos de las mismas categorías antes mencionadas, uno spoileado y otro no spoileado. En esta oportunidad, se les pidió contestar un cuestionario a mitad de la lectura, antes de llegar al final, en el que puntuaban, además de su disfrute, si la historia se estaba desarrollando como esperaban, su facilidad de lectura y la belleza artística de la historia.
Nuevamente, las personas disfrutaron más las historias spoileadas, esta vez confirmando que el efecto positivo no solo se producía al terminar la obra, sino también a medio camino también, ¡y no solo eso!
Los resultados también marcan una correlación entre disfrute y la variable "desarrollo sigue lo esperado", como también "facilidad de lectura", no así con la "belleza artística", que se mantiene igual. Es decir, una historia (escrita, al menos) spoileada se disfrutaría más, no porque nos la haga apreciar artísticamente más, sino porque facilita su lectura y, por lo tanto, "lleva a una comprensión más profunda de los elementos temáticos".
Esto lo corroboró un segundo experimento, donde se repitió el mismo ejercicio, pero esta vez en lecturas más sencillas. El aumento de disfrute no se repitió. Los autores intuyen que en historias más simples la facilidad de lectura ya dejaría de ser un plus (porque ya son fáciles de leer), y el efecto amplificador del spoiler se perdería.
"Algunas personas reaccionaron con escepticismo, en algunos casos un escepticismo violento", dice en el video Christenfeld.
Alguien quien observó con desconfianza estos resultados y buscó replicarlos, fue el profesor en ciencias de la comunicación Benjamin K. Johnson, de la Vrije Universiteit de Holanda. En un experimento muy similar, aunque usando escalas distintas, los investigadores hicieron leer dos cuentos cortos a los participantes, que eran antecedidos por un pequeño párrafo.
Solo en uno de ellos se incluía un spoiler (aunque no precisan si era implícito como en el anterior estudio). Luego las personas debían puntuar la historia según su disfrute, medido en una escala de respuesta de audiencia y otra de transportación (inmersión en la historia).
Los resultados no fueron totalmente categóricos, pero se inclinaron hacia el lado contrario: las historias no spoileadas se percibieron como más divertidas, con mayor suspenso, más conmovedoras y, en general, más inmersivas, contradiciendo la conclusión de Christenfeld de que los spoilers nos hacen apreciar más una historia.
En cualquier caso, Johnson encontró que, si bien la presencia de un spoiler disminuye el disfrute de una obra en varias dimensiones, no arruina (como indica su nombre, que viene de spoil, "arruinar") totalmente una experiencia. Por lo que saber que Juanito mató a Pedrito, puede parecer el fin del mundo, pero no, no lo es. Simplemente, según Johnson, disfrutarás un poquito menos la obra.
La ciencia aún tiene mucho que explorar en cuanto a los spoilers se refiere ¿Qué arrojarían las investigaciones de Christenfeld y Johnson si se utilizaran obras audiovisuales modernas, como Star Wars? ¿Qué pasa con libros o películas cuyo único atractivo es el giro inesperado (léase cualquier película de M. Night Shyamalan)?
De todas formas, con los datos que tenemos disponibles, podemos decir que los spoilers no son tan terribles como pensábamos (aunque no recomiendo para nada ir por la vida contando quién mató a quién). También es bueno saber que, en el caso del inevitable spoiler, la experiencia como mínimo no estará arruinada y, potencialmente, podríamos disfrutarla aún más, como me pasó con GoT.