Un diccionario está repleto de definiciones que parten con la frase “dícese de…”, “referente a…”, o bien, “acción de”, ¿pero cuál es el verdadero espíritu de esas palabras? Nos damos tantas vueltas para decir y entender las cosas de manera correcta, que a veces olvidamos conectarnos con lo más simple y puro, con la idea central que da vida a un concepto.
En búsqueda de estas definiciones simples, claras y, por momentos, espectacularmente lúcidas, un profesor de escuela dio una tarea a sus alumnos: definir conceptos con completa libertad. Aquí no entraban los “dícese de” ni ajustes de ningún tipo a la Real Academia Española, sólo el instinto de seres que aún guardan un cerebro libre de estructuras y de moldes. Los resultados son maravillosos.
Javier Naranjo es profesor de fotografía y creación literaria de varias escuelas primarias en la zona oriente del departamento de Antioquía, Colombia. Además es poeta y de ahí su amor por los juegos de palabras y sus significados.
La idea del libro nació como un juego, en las escuelas le daban libertad plena para planificar sus clases y entonces surgió la dinámica. Un día en que se celebraba el Día del Niño en Colombia, se le ocurrió realizar un juego de escritura y preguntar a uno de sus alumnos qué significaba la palabra “niño”, la respuesta le pareció bellísima: “un niño es un amigo que tiene pelo corto y marrón y que se acuesta temprano”. Naranjo se emocionó con la capacidad de síntesis que tenía esa definición, por su lógica y por su eficacia, así que decidió continuar con el juego. En cada jornada él y sus alumnos terminaban riendo a carcajadas con las definiciones que aparecían, aunque también algunas definiciones estremecían a Naranjo, ya que revelaban injusticias sociales y miserias: “Todo el tiempo yo tenía sensaciones agridulces, me reía pero también me estremecía porque lo que ellos decían estaba lleno de tristeza y lleno de desesperanza”.
Fue entonces que vino la idea de seleccionar aquellas definiciones más lúcidas, divertidas o emocionantes y elaborar un diccionario creado cien por ciento por niños. La labor de Naranjo fue, únicamente, la de elegir qué definiciones entrarían en el texto y animar a los niños a participar. El libro lleva el nombre de Casa de las estrellas: el universo contado por niños, a partir de una de las definiciones que llamó más la atención de Naranjo: “universo: casa de las estrellas”.
Este profesor de escuela logró compilar en su libro casi 500 definiciones para 133 palabras diferentes, un trabajo que le llevó diez años de juegos con los niños. Si bien el libro fue publicado por primera vez hace 17 años, en 1999, ya se ha reeditado en cuatro ocasiones y recién hoy ha tomado el vuelo que se merece, haciéndose conocido en diversas partes de América Latina. Las ventas del libro han servido al autor para echar a andar otros proyectos en escuelas rurales, donde continúa invitando a los niños a echar a volar su imaginación.
Adulto: Persona que en toda cosa que habla, primero ella. (Andrés Felipe Bedoya, 8 años)
Anciano: Es un hombre que se mantiene sentado todo el día. (Maryluz Arbeláez, 9 años)
Agua: Transparencia que se puede tomar. (Tatiana Ramírez, 7 años)
Blanco: Un color que no pinta. (Jonathan Ramírez, 11 años)
Campesino: Un campesino no tiene casa, ni plata. Solamente sus hijos. (Luis Alberto Ortiz, 8 años)
Cielo: Donde sale el día. (Duván Arnulfo Arango, 8 años)
Colombia: Es un partido de fútbol. (Diego Giraldo, 8 años)
Desplazado: Es como cuando lo sacan del país para la calle. (Oscar Darío Ríos, 11 años)
Dinero: Cosa de interés para los demás con lo cual se hacen amigos y no tener esto, hace enemigos. (Ana María Noreña, 12 años)
Dios: Es el amor con pelo largo y poderes. (Ana Milena Hurtado, 5 años)
Envidia: Tirarle piedras a los amigos. (Alejandro Tobón, 7 años)
Guerra: Gente que se mata por un pedazo de tierra o de paz. (Juan Carlos Mejía, 11 años)
Iglesia: Donde uno va a perdonar a Dios. (Natalia Bueno, 7 años)
Luna: Es lo que nos da la noche. (Leidy Johanna García, 8 años)
Niño: Damnificado de la violencia. (Jorge Villegas, 11 años)
Oscuridad: Es como la frescura de la noche. (Ana Cristina Henao, 8 años)
Paz: Cuando uno se perdona. (Juan Camilo Hurtado, 8 años)
Sexo: Es una persona que se besa encima de la otra. (Luisa Pates, 8 años)
Soledad: Tristeza que le da a uno a veces. (Iván Darío López, 10 años)
Sombra: Son los movimientos de cada persona en la oscuridad. (Catalina Taborda, 7 años)
Tiempo: Algo que pasa para recordar. (Jorge Armando, 8 años)
Universo: Casa de las estrellas. (Carlos Gómez, 12 años)
Violencia: Parte mala de la paz. (Sara Martínez, 7 años)
Javier Naranjo declara a BBC Mundo que durante su proceso de trabajo, se dio cuenta de que los niños operaban con una lógica distinta, tenían “otra manera de entender el mundo, otra manera de habitar la realidad”. Entendió entonces que ellos “pueden revelarnos muchas cosas que ya hemos olvidado”. Decidió que él no los guiaría en el proceso creativo, les daría la libertad absoluta para crear y definir la realidad que los circundaba. A veces, el mismo profesor les daba algunas palabras o conceptos que le interrogaban, le causaba curiosidad cómo un niño podría definir “guerra” o “desplazado”. Pero habían otras palabras que nacían de sus propios alumnos y sus intereses.
Nunca tachó nada, nunca corrigió tampoco ninguna norma de redacción o construcción gramatical, las definiciones reflejan la conciencia pura de niños intentando develar el misterio tras los conceptos que más utilizamos. Admite haber arreglado las normas de puntuación y las faltas de ortografía para que el producto final fuera publicable, pero jamás alterando el sentido final de las definiciones. De acuerdo a Naranjo, “la única guía que tuve para la selección era la potencia de esas palabras y de sus expresiones. El poder de revelación que tenían”. Y precisamente a causa de esa casi nula intervención, es que el libro tiene tanto valor, mostrando las definiciones “potentes, poéticas y reveladoras” de las que son capaces los niños, en palabras de Naranjo.
El libro muestra una mirada desprevenida de la realidad, una forma de observar transparente, sin filtros sociales de por medio, flujos de conciencia que, de acuerdo a Naranjo, “son capaces de tocar el corazón humano”.
Naranjo declara a Universia estar muy sorprendido con el devenir que ha tenido su libro a lo largo de todos estos años, la manera en que ha conmovido a miles de personas se debe precisamente al rescate de la pureza de los niños. De acuerdo al autor, “respetamos la voz de los niños, sus titubeos, dislocación, su secreta arquitectura. Sus hallazgos en el milagro de revelar en lo enunciado. Respetamos su voluntad de olvido o profunda memoria”.
Lamentablemente no encontramos el libro para su compra online, esperamos que pronto llegue a Chile para conocer la diversidad de definiciones inventadas por los niños.