El cambio de una pizarra para tiza a una pizarra de plumón puede haber parecido una experiencia abrumadoramente innovadora cuando éramos estudiantes, pero claramente aquello se queda corto si se compara con lo que llegó a conocer Alfredo Hernando, un psicólogo e investigador español que recorrió el mundo en busca de las escuelas más innovadoras en educación.
En total, fue un año dando la vuelta al mundo. ¿El resultado? 50 escuelas, agrupadas en la organización Escuelas21, en donde se analizan las distintas metodologías y características que hacen de dichos establecimientos un lugar de innovación educativa.
A continuación, te mostramos cuatro ejemplos rescatados de su libro Viaje a la escuela del siglo XXI: Así trabajan los colegios más innovadores del mundo, el que por cierto puedes descargar gratuitamente aquí.
Bangladesh es conocida por su gran cantidad de ríos. Y aunque pueda parecer un paisaje muy atractivo por esto, la verdad es que también es un factor negativo por el aislamiento que producen a su población. Debido a las inundaciones provocadas por las subidas de las aguas, muchas familias quedan desplazadas de la sociedad. Por lo mismo, una gran cantidad de niños no puede acceder a la educación escolar.
El panorama es incluso peor para las niñas: como no están autorizadas a andar solas, es aún más difícil que puedan ir a alguna escuela. Frente a este escenario, la organización Shidhulaicreó un modelo de escolarización bajo la premisa de “si los niños no pueden ir a la escuela a causa del deterioro en las infraestructuras de transporte y por las inundaciones constantes, la escuela debería ir a los niños”.
Es así como idearon un proyecto que hizo llegar las escuelas a más de 88 mil niñosy adultos del país: crearon barcos-colegio, capaces de desplazarse a través de los ríos, para así llegar a los mismos hogares de sus estudiantes.
Se trata de una flota que ha ido creciendo desde el 2007 y que además de enseñar, cuenta con paneles solares, lo que transforma a las embarcaciones en verdaderas estaciones de energía. Estas son capaces de suministrar electricidad para la iluminación de los hogares y la actividad agrícola, cada vez que bajan el ancla.
Además, cuentan con un calendario muy particular: este se adapta a los planes de estudios, pero también a las subidas de agua y a las temporadas de cosechas.
Alfredo se encontró con un colegio en Sidney que le llamó mucho la atención: la Northern Beaches Christian School. Lo primero, fue que no se parecía en nada a una escuela. De hecho, la describe como “un valle de enormes aulas” las que están rodeadas de paredes de cristal. Estas albergan a alrededor de 100 niños trabajando solos, en pareja o en equipos.
Lo más especial, es que pareciera que los niños han conquistado el espacio. Se desplazan hacia donde quieren, de la manera que quieren y cuando quieren. Y aunque la primera imagen que se nos viene a la cabeza con eso es la de un caos absoluto y apocalíptico, la verdad es que en la práctica, lo llevan muy bien. Sólo se escucha el sonido de su trabajo, sus conversaciones, las mentes incubando y el tecleo del computador. Alfredo lo describe como “el sonido de los cerebros en ebullición”.
La metodología de educación también le llamó la atención. Al parecer, cada niño estaba inmerso en una actividad distinta, pero eso no los frenaba para consultar con sus otros compañeros ideas con las que llevar a cabo sus trabajos. “De algún modo, intuyo que las inteligencias múltiples también se han hecho un hueco en esta aula. Todo está conectado”, analiza el psicólogo.
En Estados Unidos existe la red de escuelas KIPP (“Knowledge is Power Program” o “Programa donde el Conocimiento es Poder”), en las que el modelo de educación se basa en aprender a aprender. What? Así como se lee. En vez de enfocar el trabajo en encontrarle el valor a una “x”, lo principal aquí es entender el proceso detrás de ese objetivo.
Son más de 70 mil alumnos (muchos de ellos con problemas de aprendizaje y dificultades socioeconómicas), que pertenecen al KIPP. “¿En qué te basas para defender ese argumento?, ”“¿Qué evidencias tienes?”, “¿Cómo deduces la regla gramatical?”, “¿Qué ejemplos podrías mostrarme para defender tu postura?”, son el tipo de interrogantes más comunes que se encuentran en el proceso educativo de dichas escuelas.
Además, se basan en cinco pilares fundamentales. 1° Altas expectativas: la comunidad entera, padres, alumnos, profesores, etc., están encargados de fomentar una cultura de logros y apoyo. 2° Compromiso: Todos deben dar lo mejor de sí voluntariamente, ya que nadie está obligado a participar del proceso. 3° Más tiempo: Ahí, un año escolar puede no ser realmente un año cronológicamente, ya que todos saben que deben tomarse el tiempo necesario para avanzar. 4° Los ojos puestos en el progreso: Estas escuelas esperan un alto nivel de desempeño académico y buscan asegurar un buen rendimiento posterior en la educación superior. 5° Compromiso con la excelencia: Todos harán lo posible para que el estudiante pueda aprender de la mejor manera.
Si quieres saber más de este tipo de escuelas, te invitamos a leer la entrevista que hicimos a uno de sus precursores, Aaron Brenner.
La impronunciable red de educación Kunskapssokolan sorprendió a Alfredo con un interesante sistema educativo: peldaños de escaleras. La metodología que se originó en Suecia y se extendió a EE.UU., India y el Reino Unido, consiste en agrupar los contenidos en “steps” o escalones. Son cuatro grandes áreas compuestas de una gran escalera con alrededor de 30 peldaños en cada curso.
La gracia, es que cada alumno puede ir subiendo de escalón cuando lo estime conveniente. Ellos aprenden a su ritmo y eligen cuándo presentarse a cada prueba, según los resultados de las evaluaciones que ellos mismos llevan a cabo en medio del proceso.
Todos los estudiantes cuentan con un tutor, con los que a través de reuniones semanales van forjando su “camino educativo”. Sin embargo, ellos cumplen un rol más parecido al de un coach o mentor, que al de un profesor. Y es que en vez de obligarlos a seguir una ruta, ellos aconsejan al estudiante para que él sea capaz de tomar las mejores decisiones.
Sorprendentemente, la metodología ha tenido resultados increíbles. En Suecia, los alumnos de Kunskapssokolan están por encima de la media de calificaciones del país. Además, conceptos como el fracaso escolar no existen ahí.