Flor y Felipe se conocieron en un tren. Ambos llevaban bicicletas, ella se dedicaba a viajar por Argentina, estudiando el uso de las plantas medicinales; mientras él recorría distintos lugares del mundo con sus títeres, trabajando con etnias. Poco tiempo después, decidieron transformar sus bicicletas en una herramienta social y pedalear por una nueva causa.
Llevar libros y cultura a los niños de los rincones más remotos de cada país fue el objetivo. Así nació Bibliocletas por el Mundo, que comenzó promoviendo la lectura en las comunidades indígenas de Chiapas, México, uno de los estados más pobres y con mayores índices de analfabetismo del país.
A la transformación de la bicicleta en una mini biblioteca y la donación de libros, agregaron una serie de talleres, títeres y cuenta cuentos, para motivar la lectura, utilizando especialmente la técnica del kamishibai, pequeño teatro japonés. Naturalmente, sus fronteras se extendieron más allá de la región.
Su éxito llevó a Felipe Nelson (chileno) y María Florencia Cobos (argentina), a pedalear en otros países, y lo que en un comienzo se llamaba solamente "Bibliocletas", se ganó el apellido "por el Mundo".
“Nuestro objetivo es inculcar el interés por la lectura de manera lúdica, a través de las técnicas utilizadas, trasmitiendo mensajes en torno a la salud, cuidado del ambiente y valores, por medio de los títeres, objetos e ilustraciones”, nos explican sus creadores.
El proyecto está en manos del equipo de La Ruta del Teatrino, una ONG que trabaja la educación a través del teatro de títeres, la lectura y lo audiovisual. Además de México, han recorrido Centroamérica y países como Estados Unidos, China y Vietnam, contando con el apoyo de la Unicef y la Unesco.
“Los niños tienen una aceptación inmediata al vernos llegar con una sonrisa, aunque cansados de pedalear; se sorprenden de que dos aventureros lleguen a compartir algo más que tomar fotografías, para conocer su cultura, hábitos y costumbres. Para nosotros cada presentación es única, por lo mismo, nuestro repertorio se adapta al entorno en que nos situamos”, explican Felipe y Flor.
El proyecto aterrizó también en nuestro país durante el año pasado y partió hacia el sur. Pedaleando kilómetros, Felipe y Flor pasaron por la Araucanía, Traiguén, Alto Biobío, luego tomaron la ruta de la Carretera Austral. Pasaron por Punta Arenas, alcanzando finalmente Puerto Toro, el poblado más austral de Chile continental y el mundo, en la Región de Magallanes, donde, al igual que en todos estos lugares, deleitaron a decenas de niños con sus actividades.
Felipe estuvo trabajando además con una comunidad de mujeres en Tierra del Fuego, enseñándoles la técnica del kamishibai. El recorrido siguió por el norte de nuestro país, para cerrar su travesía este mes de enero.
“Luego de vivir en un país tan pobre como México, llegar a Chile fue otra mirada, pero la sorpresa y gratitud tanto de niños como adultos es la misma. Hemos tenido rápida aceptación y logramos desarrollar actividades con distintas municipalidades, DAEM, DIBAM, de algunas de las regiones recorridas. La mayor sorpresa que nos encontramos aquí fue que el Kamishibai está en las bibliotecas públicas y CRA, bibliotecas dentro de las escuelas, es muy conocido, pero solo unos pocos docentes de los diferentes ciclos lo utilizan”, comentan Felipe y Flor.
¿Hacia dónde seguirán ahora? La próxima ruta ese hacia la Amazonia en Bolivia, donde trabajarán la reforestación y revalorización de las culturas, recorriendo además todo el país vecino.
Proyectos del estilo se pueden observar en otras ciudades de Chile y el mundo. Por lo general se enfocan a sacar la lectura de los espacios convencionales y acercarlos a quienes menos tienen acceso a las bibliotecas.
Un caso es el proyecto Bibliocletas de la DIBAM, implementado en Antofagasta, con bicicletas que recorren más de 10 puntos de la ciudad, como un servicio de extensión bibliotecaria que permitirá lleva la lectura a plazas, parques y playas, buscando la participación de la comunidad. Iniciativas similares se han llevado a cabo en Málaga (España), Tijuana (México) y Denver (Estados Unidos).
En Chile, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) ha comprendido la importancia de acercar la lectura al público y por eso, además de bicicletas, utiliza todo tipo de medios de transporte para llevar libros a los rincones más remotos. Autos, camionetas, camiones y hasta lanchas conforman el equipo de Bibliomóviles, que no sólo transportna libros con su servicio de préstamo, sino que también realizan actividades de entretención, esparcimiento y formación en los lugares que visitan.