Caer en manos del Estado Islámico hoy debe ser la peor pesadilla de cualquier persona. Las noticias todos los días nos enseñan las atrocidades que este grupo terrorista es capaz de realizar, grupo que que no siente ningún tipo de compasión con sus víctimas, ya que incluso graban decapitaciones para mostrar su poderío al mundo.
La mayoría de las víctimas son personas civiles ajenas al conflicto, como el caso reciente de París, o los pasajeros de los aviones rusos o los pacientes del siquiátrico de Estados Unidos. Y resulta casi imposible poder entender el motivo de tanta maldad y mucho menos ponerse en la cabeza de un yihadista, ya que nuestras culturas son totalmente diferentes y su lectura frente a la religión también.
Nicolas Hénin sabe de esto. Y no sólo por ser un periodista francés independiente que ha investigado al grupo islámico por años, sino porque los conoció personalmente y vivió con ellos durante casi un año como rehén en Siria, junto a otros cuatro colegas (junio 2013 – abril 2014). En este tiempo, fue torturado y vio cómo asesinaron a varios amigos, incluido el periodista James Foley, el primer estadounidense decapitado por el ISIS frente a las cámaras. Nicolas es un sobreviviente y hoy quiere contarle al mundo lo que “aprendió” de ellos. ¿Cómo?, a través de su libro “Jihad Academy”, que se acaba de publicar, pero que no narra su cautiverio, sino que intenta explicar los fundamentos del Estado Islámico y su manera de actuar.
Y lo hace por tres razones:
1- Para que esos 10 meses no hayan sido en vano y porque considera que su misión como periodista es narrar lo que sabe del ISIS y de lo que poco se habla en los medios.
2- Por la memoria de sus compañeros y sus respectivas familias, quienes no tuvieron su misma suerte y murieron en manos de este grupo terrorista.
3- Para que el mundo se entere de los mitos que rondan sobre el Estado Islámico, sus verdaderos orígenes, intereses, creencias, jerarquía, y sobre el conflicto que vive la región; ya que considera que la única forma de derrotarlos es “entendiéndolos”.
“Mi pesadilla no es nada en comparación con la magnitud de la tragedia que ha sufrido el pueblo de Siria e Irak”, cuenta Hénin en su libro, y si bien comienza la narración de éste con la decapitación de James Foley, en una entrevista a euronews dijo que “encuentro indecente que, en este caso, al matar a James Foley el mundo redescubra Siria, redescubra el problema de la yihad, redescubra los desafíos del Estado Islámico. Cierto, James Foley fue asesinado, pero ya teníamos por aquel entonces 200.000 muertos por el conflicto en Siria y más de 150.000 en Irak. Hay que mantener el sentido de la proporción. Nuestros muertos no tienen más valor que los muertos de allí”.
Y esto lo dice no menospreciando a su colega asesinado, sino todo lo contrario. Hénin, después de lo vivido en su cautiverio cree firmemente que lo que menos sirve para “atacar” al estado islámico es apelar a la compasión, porque simplemente y por diversas razones, ellos no la sienten y es exactamente lo que buscan con todas estas barbaridades. Y considera que lo necesario es estudiarlos desde sus orígenes, comprender sus fundamentos, sus desgracias; y que continuar con los ataques en respuesta, sólo alimentan a propagar el “ojo por ojo, diente por diente” y a potenciar y validar su percepción de que occidente es el enemigo número uno, y que por ende esta es una “guerra santa” en la que ellos son los héroes.
“La yihad para mí es una mezcla de guerra civil española y de adoctrinamiento sectario. Una mezcla de la guerra española, porque hay esta reacción al horror, al horror de lo que está sucediendo en Siria y, en menor medida, en Irak. La voluntad que tienen es partir para allá para defender a la viuda y a los huérfanos que están siendo masacrados”, cuenta Hénin en la entrevista.
Respecto a la muerte como tal, Hénin cuenta que sus captores “hablaban de su fascinación por la muerte. Varios de ellos se referían a la búsqueda de la muerte y se negaban a volver a su país pasara lo que pasara. Decían que habían venido a Siria sabiendo lo que encontrarían y sabían que lo que encontrarían sería la muerte. Para formar a un yihadista no se requiere mucho. Coges a alguien de personalidad débil, un poco vacío, le llenas la cabeza con una docena de palabras árabes, con nociones algo distorsionadas del islam que, en realidad, no tienen nada que ver con el islam”.
Frente al fuerte reclutamiento de árabes occidentales, Hénin dice que la mayoría son personas criadas bajo nuestra misma cultura, que ven los mismos programas de televisión (Games of Thrones, reality shows), que leen las mismas revistas y compran en las mismas tiendas; pero que al estar alejados del mundo musulmán tradicional, sienten un vacío de origen y que esto se potencia al sentirse discriminados en occidente. A esto se suma esa rabia e impotencia de que en sus lugares de origen, la gente inocente está muriendo y es aquí cuando el ISIS los recluta, ofreciéndoles ser héroes de su pueblo y una vez que llegan no hay posibilidad de arrepentimiento, ya que les hacen un lavado de cerebro y a los rebeldes los toman prisioneros por traidores.
Es sabido que el ISIS maneja el tema comunicacional como pocos de occidente. Su propaganda es tan potente que logra atraer a miles de musulmanes de occidente a alinearse con sus filas a través de todas las redes sociales, por ejemplo, publicando imágenes terribles de niños muertos junto a la frase “mira lo que le han hecho a tu gente, ¿cómo puedes no actuar?”. Y por otro lado, publicando de manera ofensiva las decapitaciones y torturas a rehenes para sembrar el miedo en occidente. Es por esto que grupos como Anonymus, la organización hacker, le ha declarado la guerra cibernética al ISIS, desarticulando cientos de sus cuentas de Twitter y otras redes sociales con las que a diario publican información.
“El Estado Islámico es muy inteligente desde este punto de vista. Ellos se han dado cuenta del abanico de opciones en cuanto a medios de comunicación que hay, por lo que intentan utilizar todas las opciones para aparecer en ellos; desde la extrema violencia para asustar al enemigo, hasta una imagen mucho más cuidada, más refinada, como las que se ve a John Cantlie en las calles de Mosul, en las que se ve un mercado abierto, que la economía funciona o de un Alepo que es precioso con todas sus ruinas, sus monumentos arqueológicos. Utilizan todas las opciones y es un signo de cierta inteligencia estratégica de su parte”, cuenta Hénin a euronews.
“Ellos buscan, por una parte, gustar, reclutar nuevos miembros y en eso son muy fuertes, porque hablan nuestro mismo lenguaje y con eso no me refiero a que hablen francés, inglés, alemán, español… no. Ellos hablan nuestro idioma, el mismo idioma cultural. Son gente que han visto las mismas películas que nosotros, que han jugado a los mismos videojuegos que nuestros hijos, que han leído las mismas revistas, tienen el mismo bagaje cultural. Son todos hijos de Facebook y Twitter, tienen nuestras mismas referencias”, agrega Hénin.
La reacción de occidente ante el ISIS y sus ataques ha sido el contra ataque. Estados Unidos, Francia, Rusia, Irán y los kurdos llevan más de 8 mil ataques a ISIS en Irak y Siria. Hénin cree que esta es la peor respuesta si lo que se quiere es frenar al Estado Islámico, porque “es exactamente lo que el ISIS quiere. Al atacar París dijeron que era para forzar al gobierno francés a que pare sus acciones militares, aunque en realidad lo que buscan es provocar. Confío en la prudencia de los pilotos franceses para evitar la muerte de civiles, pero a pesar de eso los bombardeos harán sufrir a la población, les impedirán salir y eso empujará a muchos a los brazos del ISIS. La propaganda de Daesh dice que todo el mundo está contra ellos, que solamente se están defendiendo, y es por eso por lo que es prioritario poner a la gente de nuestro lado. Sólo así podremos destruir al Daesh”.
En relación a esto mismo dice en su libro que “no conseguiremos reducir la amenaza islamista sin apagar la llama que la alimenta”, y agrega que “hay que frenar el reclutamiento y para eso, enviar un mensaje a las poblaciones locales: estamos con ustedes. Y para eso hay que protegerlas. La protección de los civiles es una responsabilidad de la comunidad internacional. Hay que hacer todo lo posible a través de vías diplomáticas, militares si es necesario, para proteger a los civiles”.
En una columna publicada en The Guardian, Hénin dice que “si bien estamos tratando de destruir a Isis, ¿qué pasa con los 500.000 civiles que aún viven atrapados en Raqqa?, ¿qué hay de la seguridad?, ¿qué hay de la muy real posibilidad de que, al no pensar en esto, estamos transformando a muchos de ellos en extremistas? La prioridad debe ser la protección de estas personas, no continuar con las bombas a Siria. Necesitamos zonas de exclusión aérea - zonas cerradas para los rusos, el régimen, la coalición. El pueblo sirio necesita seguridad o ellos mismos se volverán a grupos tales como Isis”.
En cuanto al pago por la liberación de rehenes, Hénin cuenta en la entrevista con euronews que “es una cuestión muy difícil, porque no hay un respuesta evidente. Creo que cada situación es diferente. Es por eso que me enfado frecuentemente con las doctrinas establecidas, según las cuales como Estados Unidos, el Reino Unido, que no negocian nunca, son países ejemplares frente a los países europeos, que por debilidad, se encuentran financiando el terrorismo. De hecho, cuando observamos la historia reciente, vemos que varios rehenes franceses han sido asesinados en los últimos meses y a la inversa, dos rehenes estadounidenses han sido liberados. Hay veces en las que no se puede negociar. Y eso es el resultado de un análisis complejo de informaciones. Hay que evaluar la relación entre el coste y el beneficio de una negociación. Nos tenemos que preguntar si podemos permitirnos acceder a las demandas de los secuestradores”.
¿Cuál es la clave entonces para detener al ISIS?, según Hénin la clave está en que “Bashar al -Assad es la prioridad. El presidente sirio es responsable de la aparición de Isis en Siria, y siempre que el régimen continúe en su lugar, Isis no podrá ser erradicado”, y concluye diciendo que la clave para enfrentar los atentados “está en los corazones fuertes y la capacidad de recuperación, porque eso es lo que temen. Yo las conozco: el bombardeo lo esperan. Lo que temen es la unidad”.