El WiFi nos cambió la vida. Desde su masificación hace poco más de una década, navegar por los mares de la red desde nuestra cama, patio y, seamos honestos, taza del wáter (o trono, si son de la onda monárquica), pasó de ser el sueño del siglo XX a una realidad cotidiana.
¿Pero alguien se acordaría del buen WiFi si decimos que existe una tecnología 100 veces más rápida y que hoy ya se está usando?
Hace ya dos años les hablábamos de esta tecnología, que lucía muy bien, pero sólo en el papel, ya que era todo teoría y experimentación en laboratorios.
El término, que viene de light fidelity, fue adoptado por el físico alemán Harald Haas para hablar de una nueva tecnología de transmisión de información, conocida como visible light communication (o VLC por sus siglas en inglés), que desarrolló en la Universidad de Edinburgo.
La VLC se basa en luces LED que parpadean extremadamente rápido (es imperceptible para el ojo humano), escribiendo y transmitiendo información en binario. Como el código Morse, pero en esteroides.
Haas teorizaba que, una vez adaptados nuestros dispositivos para recibir este tipo de información, podríamos conectarlos a Internet mediante estas luces, alcanzando velocidades hasta 10 veces más rápidas que el Wi-Fi gracias al espectro electromagnético de la luz. Además sería una conexión mucho más segura, ya que como la luz no atraviesa paredes, sería imposible de espiar fuera de un cuarto cerrado (o que el vecino se cuelgue de tu conexión... ¡Te estoy mirando, Edmundo!)
Recientemente y por primera vez, el LiFi se llevó al mundo real, siendo adoptado en complejos industriales y de oficinas en la ciudad de Tallinn, en Estonia.
Velmenni , la startup encargada de incorporar el LiFi en el país báltico, reportó que en condiciones de uso real, la tecnología alcanzó una velocidad de conexión de 1 gigabit por segundo, unas 100 veces la velocidad de conexión promedio en Estados Unidos y 250 veces la de Chile.
Aplicado a un ejemplo del día a día: ¡significa que podrías descargar una porno película en HD en apenas 10 segundos! (a una velocidad de 125 megas por segundo).
Lo más interesante de todo es que sería sólo el comienzo, pues en laboratorios se han alcanzado velocidades de hasta 224 gigabits por segundo.
Aunque sea tan rápido como para reducir notoriamente nuestro periodo en "El Trono", hay que preguntarse ¿es siquiera necesario reemplazar el WiFi?
Aclaremos que las velocidades actuales de Internet no se encuentran limitadas por la tecnología WiFi en sí (que puede alcanzar tasas de hasta considerables 600 megabits por segundo), sino los métodos que trasmiten los datos hasta los puntos de acceso WiFi (DSL, fibra óptica, cable, etc.)
También cambiar de tecnología significaría un esfuerzo importante, donde cada participante del mercado, desde fabricantes de dispositivos electrónicos, a compañías de telecomunicaciones y usuarios, tendrían que adaptarse a una nueva infraestructura, en la que tendrían que invertir en primer lugar.
Aún así, el LiFi tendrá un papel importante en un futuro cercano, cuando todos podamos exprimir al máximo el WiFi, como ya lo hacen empresas, universidades y organizaciones gubernamentales, que necesitan de conexiones rapidísimas. En esa situación, el WiFi mostraría la hilacha por una razón muy sencilla: la "autopista" de datos (o espectro) del WiFi es limitada y está bastante copada.
De hecho, la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos ya advirtió de una potencial "crisis" de espectro que podría saturar las comunicaciones. Velocidades mucho más rápidas, como las que augura el futuro, significaría un mayor tráfico que facilitaría su colapso.
El LiFi, por otra parte, es así:
Autopista en Corea del Norte.
El espectro de la luz visible que utiliza es 10 mil veces mayor que toda la radiofrecuencia (y el WiFi utiliza solo parte de ésta), por lo que sería prácticamente insaturable.
El futuro sugiere, entonces, que ambas tecnologías se complementarían: el WiFi proveyendo de una infraestructura ya existente y el LiFi sirviendo como una pata de apoyo, sobre todo en lugares que se necesite de una mayor fiabilidad y confidencialidad (tipo NASA).
Hasta entonces, ojo con el LiFi. Su mercado crece a un ritmo de 82% anual y se estima que para 2018 valdrá unos nada despreciables 6 mil millones de dólares.