Ciencia. Hay pocas palabras que provocan tanto respeto y admiración como ésta. Puede venir en cualquiera de sus distintos sabores, "estudios científicos", "método científico", "científicamente comprobado", y aunque nos lo diga un comercial de televisión siempre tiene un serio aire de verdad indiscutible.
Pero la ciencia es mucho más que delantales, cifras y probetas. En muchos casos se trata de probar locuras, cosas que la gente encuentra ridículas, pero cuyo fin es completamente fiel a lo que es la ciencia, cuya raíz latina, scientĭa, se traduce como conocimiento.
La validación del conocimiento freak fue, de hecho, una de las razones de la creación de los Ig Nobel, ceremonia anual que desde 1991 premia los logros más triviales y curiosos del mundo científico. "Honrar los logros que hacen a la gente reír y luego pensar",en palabras de la organización.
Este tipo de logros no están tan alejados de la "ciencia seria" (¿existe tal cosa?) como se podría pensar. Un buen ejemplo es Sir Andre Geim, físico que en 2010 ganó tanto el Nobel como el Ig Nobel por distintos logros en su área. De ahí que estos Nobel se usen como ejemplo para demostrar que incluso los campos de estudios que suenan más absurdos, pueden resultar en conocimientos útiles.
Pero basta de introducciones. Veamos qué tan freak puede ser la ciencia con estos 10 casos:
Dos biólogos noruegos de la Universidad de Oslo tuvieron una curiosa idea para comparar la distancia de alerta de un alce del archipiélago de Svalbard frente a la visión de un oso polar. Para ello improvisaron cinco encuentros de alces con una persona disfrazada de oso polar.
Al analizar los resultados, encontraron que las distancias de alerta de los alces eran mucho mayores frente a una persona vestida de oso polar que frente a una persona vestida de negro. Esto les permitió concluir que el "similar comportamiento de respuesta de los renos en encuentros con un oso polar y personas disfrazadas de osos polares indican una relación depredador-presa entre las dos especies en Edgeøya (isla de Svalbard)".
Todavía no sabemos si el descubrimiento valió la pena para el que se tuvo que disfrazar:
Deberían evaluar si la calidad del disfraz también es una variable. Fuente: Science Nordic
Un grupo de investigadores de la Universidad de Kitasato, Japón, se adjudicaron el Ig Nobel de Física 2014 con un estudio que midió por primera vez la cantidad de fricción entre un zapato y una cáscara de plátano y entre la cáscara y el suelo cuando una persona la pisa.
Mención aparte para su introducción donde exponen: "La sencilla pregunta de cuánto es el coeficiente friccional debajo de una cáscara de plátano aún no ha sido contestada. Debe haber algún interés académico en esta pregunta".
Durante seis décadas el médico Donald Unger hizo sonar los nudillos de su mano izquierda y no los de su derecha, solo para comprobar si este adictivo hábito causaba artritis.
El largo experimento terminó en 1998 cuando publicó ¿Hacer sonar los nudillos provoca artritis en los dedos?. La respuesta es no, no la causa (al menos en su caso), así que podemos seguir haciéndolo tranquilos, al menos hasta que aparezcan nuevos estudios... o que tus colegas reclamen.
Como si necesitáramos más pruebas de que los '60s fueron una locura. En 1962, investigadores de la Universidad de Oklahoma, liderados por el psiquiatra Louis Jolyon West, inyectaron 297 gramos de LSD a un elefante del zoológico local, 3.000 veces la dosis normal de un humano.
El experimento buscaba ver si era posible inducir un estado de must (periodo donde los elefantes machos se muestran agresivos) usando LSD. No solo no se logró inducir el estado deseado, sino que el pobre elefante falleció a las 2 horas.
El equipo, previamente, consideraba que "el elefante posee una resistencia substancial a agentes neurotrópicos" y que no sufriría los efectos de la dosis de LSD. Aún así, inyectaron una dosis 30 veces más alta que lo que correspondía a su peso, por lo que West fue duramente criticado por irresponsable y poco científico.
Una década después, en 1976, el experimento se hizo con gatos, esta vez de la mano del psicólogo Barry Jacobs, quien administró entre 10 a 50 microgramos de LSD a gatos para ver cómo reaccionaban. Al parecer los felinos se lo tomaron bastante bien.
"Ninguno parecía tener miedo. Algunos corrían como locos, saltando de un lado a otro. ¿Puedo decir que estuviesen felices? No, pero sin duda lo parecían. Muchos de ellos se quedaban mirando por largos periodos de tiempo", dijo Jacobs en una reciente entrevista.
Probando la hipótesis sugerida por un estudio de 1986 de que las prostaglandinas, componente del semen, podría ser útil en tratamientos antidepresivos, tres científicos compararon los niveles de depresión de estudiantes en base al uso o no uso de condón.
El estudio, realizado en 2012 entre estudiantes de pre-grado, concluye que: "no solo las mujeres que tenían sexo sin condón estaban menos deprimidas, sino que síntomas depresivos e intentos de suicidio entre mujeres que usaban condón era proporcional a la consistencia de su uso". Básicamente, a menor uso de condón, más felices.
En 2005, neurocientíficos de la Universidad de Barcelona descubrieron que los ratones pueden ser entrenados para distinguir entre japonés y holandés, pero no cuando estos idiomas se hablan al revés.
El extraño y muy específico logro significa que los ratones pueden distinguir las propiedades rítmicas de los distintos lenguajes. Según el investigador, Juan Toro, esto posiblemente se debe a "algún tipo de mecanismo apto para el procesamiento auditivo en general" que evolucionó "para sentir patrones de sonido que adviertan de depredadores acercándose".
Los investigadores desconocen las razones por las que los ratones dejaron de distinguirlos cuando se hablaban al revés.
Dos científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, remecieron el mundo del metal con un estudio que concluía que agitar la cabeza en ángulos mayores a 75° grados conllevaba mayores riegos de lesiones de cabeza y cuello.
El estudio cita los casos de, por ejemplo, Jason Newsted, ex-bajista de Metallica que dejó la banda por "razones privadas y personales y el daño físico que me he hecho a lo largo de los años al tocar la música que amo". También está el caso de Tom Araya, bajista y vocalista chileno-estadounidense de Slayer, quien, luego de sufrir problemas al cuello y espalda, debió abandonar su característico movimiento de headbanging (como se conoce el movimiento de agitar la cabeza) al tocar.
Los australianos recomendaban a quienes les gustaba realizar este gesto "agitar la cabeza en canciones de tempo más lento (...) solo agitar la cabeza cada segundo beat o usar equipo de protección personal". ¡Aburridoooos!
En 2007, dos científicos de la Universidad de Nuevo Mexico encontraron la forma de hacer compatibles la ciencia y los clubes de strippers con un estudio que analizaba las ganancias de las bailarinas dependiendo de su ciclo menstrual.
Los resultados, que se obtuvieron vía encuestas web, encontraron una diferencia promedio de $30 en propinas por hora entre mujeres en periodo de ovulación y menstruación, con las mujeres que usaban píldoras (y por tanto que no ovulan) siendo las que menos ingresos tenían.
Geoffrey Miller, uno de los investigadores, exponía que "nuestros resultados dan una clara evidencia económica de que el periodo estral (como el menstrual pero con cambios externos perceptibles) humano existe". Cosa de feromonas.
Un estudio de 1999 investigó un fenómeno perceptual llamado "ceguera al cambio", definido como "la incapacidad que tenemos los seres humanos para detectar variaciones visuales en nuestro entorno, sobre todo si estamos recibiendo otros estímulos que mantienen nuestra atención fija".
En este experimento, a los participantes se les mostró un video de dos equipos jugando básquetbol. Previamente se les indicó que debían enfocarse en uno de los equipos y contar el número de pases que se daban (condición fácil) o número de botes y pases aéreos (condición difícil).
En medio del video aparecía uno de dos eventos inesperados: una mujer con un paraguas o un gorila (no real, una persona en disfraz). Una vez finalizado el video se les preguntaba el número que botes o pases que habían contado y si habían notado algo inusual. Curiosamente hasta el 65% de los participantes notó a la mujer con paraguas, y solo un 44% detectó al gorila.
Posteriormente se realizó una variación donde el gorila se paraba en medio de los equipos, se golpeaba el pecho durante 9 segundos y luego salía de escena. Aún así cerca de la mitad de los participantes seguía sin detectar nada inusual.