Si Don Cangrejo se hubiese enterado de esta noticia, probablemente hubiese dejado su amado negocio de las Cangre Burgers para dedicarse a vendernos algas por toneladas.
Para los que no entendieron las referencias, es simple: las algas se han puesto de moda en el ámbito de la sustentabilidad y están produciendo un montón de cosas útiles para nuestra vida cotidiana y menos contaminante que lo que nos rodea hoy. Hasta existe un edificio habitable que funciona solamente en base a algas.
Mientras se desarrollan alternativas sustentables de combustible y se lucha por reducir el impacto medioambiental, una gran parte del mundo sigue funcionando a base de petróleo. Necesitamos el combustible fósil, pero éste no es renovable y además de su uso, su extracción también es contaminante. Por eso varios científicos han estado explorando en el uso de las algas para crear petróleo o imitar sus propiedades, lo que podría ofrecer soluciones prometedoras que nos harían prescindir del crudo y, además, ayudarían a disminuir la contaminación medioambiental. Una opción concreta y aplicable para complementar el uso de combustibles no contaminantes y energías renovables.
Ingenieros del Departamento de Energía de EE.UU. (PNNL) descubrieron a fines del 2013 cómo convertir algas en petróleo en 1 hora, ahorrándonos la enorme contaminación que provoca el proceso de extracción del crudo e imitando el proceso natural que se dio hace millones de años en la Tierra para que se formara este combustible fósil.
El nuevo método permitiría cultivar el petróleo en granjas, con un método por el cual las algas se transforman en el mismo crudo que se refina en gasolina y otros productos derivados. Para esto utilizan altas temperaturas y presión, para los más científicos, alrededor de 350°C y 3.000 PSI, combinando procesos conocidos como licuefacción hidrotérmica y gasificación hidrotérmica catalítica.
Aunque no es la primera vez que se indaga en el mundo de los biocombustibles y se utilizan algas u otras materias primas vegetales para crear petróleo, el método de PNNL es un gran avance en varios sentidos. Según indican en Gizmodo,el sistema es más rápido que ningún otro, en menos de una hora puede producir el petróleo y las algas son más fáciles de cultivar "al por mayor" que otros vegetales. Por ejemplo, para generar todo el petróleo que Estados Unidos utiliza, bastaría con dedicar el 0,42% de su territorio a este cultivo versus la soja, que para producir la misma cantidad, requeriría plantar la mitad del país.
Además el costo de producción es menor, porque utiliza algas mojadas, a diferencia de otros procesos donde éstas se secan utilizando mucha energía. También en el PNNL no separan los lípidos de las algas para producir el biodiesel, por lo que además de obtener petróleo, del agua sobrante se extrae gas natural, nitrógeno, fósforo y potasio, todas sustancias que se pueden volver a usar como nutrientes para cultivar más algas.
Se trata de un círculo virtuoso para descontaminar el medioambiente. Se utilizan algas que consumen CO2 para crecer, al producir se gasta menos energía y se extraen materiales reutilizables, razones que les han merecido dos premios de Excelencia en Tecnología.
Aunque el sistema de alta presión no es barato de construir, el ahorro de los costos en la producción de petróleo a partir de algas compensa la inversión, explican en PNNL. El desafío a resolver por ahora es lograr las concentraciones de CO2 necesarias para poder cultivar algas a gran escala, ya que lo necesitan para su fotosíntesis y a menudo éste no se encuentra naturalmente en los lugares óptimos de condiciones de tierra, agua, luz y temperatura para las algas. Trasladar CO2 es costoso, por lo que la división de Ciencias Costeras del PNNL se asociará al proyecto para solucionar este problema durante los próximos dos años. ¿Cómo lo harán? Combinando propiedades físicas, químicas y biológicas, para maximizar la transferencia de CO2 del aire a los estanques de algas en un proceso llamado AlgaeAirFix.
Otros grupo de científicos ha estado explorando recientemente las propiedades de las microalgas para que nos ayuden en la construcción de pavimentos y así también prescindir del petróleo fósil mientras lo sigamos necesitando.
Para transformar los residuos de microalgas en "bioasfalto", las sometieron a un proceso de licuefacción hidrotermal, en palabras simples, agua a presión. A partir de esto surgió la sustancia negra, viscosa e hidrófoba que se asimila bastante al asfalto derivado del petróleo.
Aunque su composición química es completamente diferente a la del original, se asemeja en color y en lo más importante, sus propiedades. Sobre 100°C se vuelve líquido y puede mezclarse con agregados minerales para mejorar su rendimiento y es viscoelástico a -20 ° C a 60 ° C, lo que asegura la cohesión del material (que no se quiebre) al soportar constantemente cargas pesadas.
Sus hallazgos son parte del programa Algoroute, financiado por la región francesa de Países del Loira y fueron publicados en ACS Química e Ingeniería Sostenible. Actualmente siguen las investigaciones para medir su duración en el tiempo y su costo-beneficio para ver si es posible la producción a gran escala.