Esta Mona Lisa es distinta. Tiene los mismos colores y las mismas formas que pintó Da Vinci en su versión original, la que mira silenciosamente el pasar de millones de visitantes en el Louvre, y sin embargo, su casi-sonrisa resulta más acogedora. Quizá porque no la oculta bajo un cristal anti-balas.
El cuadro forma parte Hoy toca el Prado, exhibición que, desde su apertura el 20 de enero, invita a sus visitantes a tocar seis de los cuadros más reconocibles de la historia del arte: La Fragua de Vulcano de Diego Velázquez, El quitasol de Francisco de Goya, Noli me tangere de Correggio, La Gioconda del taller de Leonardo da Vinci, El caballero de la mano en el pecho del Greco, y el Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio de Van der Hamen.
Hoy toca el Prado es la primera exhibición destinada a no videntes que realiza el Museo del Prado, ubicado en Madrid, y una de las primeras en hacer uso de un novedoso método desarrollado por Estudios Durero. Se trata de Didú, metodología que definen como "una combinación de herramientas tecnológicas, artísticas y pedagógicas que nos permite convertir una imagen digital en una imagen que se puede tocar y que tiene sentido no sólo para la vista sino también para el tacto".
El resultado es una experiencia inédita para los no videntes, quienes sienten por primera vez, a través de volúmenes y texturas, las maravillas que han oído toda su vida en audioguías, la herramienta con la que deben contentarse usualmente en sus visitas a los museos.
Para hablar sobre el camino que les llevó a concretar la exhibición y los resultados que han obtenido, hablamos con Fernando Pérez, comisario de la exposición.
"El Prado nunca había hecho nada en el campo de la discapacidad visual, aunque desde hace años tiene un programa llamado El Prado para todos, dirigido a público con discapacidad auditiva(algunas actividades tienen intérprete de lenguaje de señas española), trastorno de espectro autista, enfermedades neurodegenerativas tipo Alzheimer… Hace casi dos años coincidieron nuestros intereses con las soluciones técnicas que estaba desarrollando la empresa Estudios Durero, para hacer reproducciones en relieve y rápidamente vimos que eso era lo que nosotros estábamos buscando. Y así pusimos en marcha el proyecto".
"El primer reparo es lógicamente valorar el sentido o la importancia de hacer una actividad especialmente concebida para invidentes o personas con discapacidad visual, que es un tipo de público que no suele visitar nuestro museo salvo como acompañantes. Pero quizás no vienen porque no pueden “hacer” nada en el Museo".
"Desde el Área de Educación teníamos muy claro que el objetivo de la exposición debía ser acercar la pintura -una selección de obras del Prado- a personas con algún tipo de discapacidad visual, ofreciéndoles la posibilidad de hacer un recorrido táctil por las mismas. Es, por tanto, una exposición accesible, pero abierta a todo tipo de públicos, que pueden vivir una interesante experiencia sensorial a través de la vista (las reproducciones tienen el color de las pinturas originales), el tacto (se pueden y se deben tocar) y el oído (hay una audio-descripción con indicaciones muy precisas para hacer el recorrido táctil de cada pieza)".
"Una vez valorado ese aspecto, el siguiente paso fue coordinar los esfuerzos e intereses del personal técnico del Área de Educación, responsables del proyecto, con técnicos de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos de España) –fundamentalmente especializados en el tema de las audiodescripciones– y personal de la empresa de producción –en cuyo equipo de trabajo también había invidentes– para ver qué queríamos ofrecer a nuestros “nuevos” visitantes. Y a partir de ahí todo fue relativamente sencillo".
"La idea era escoger a pintores representativos de las colecciones del museo, de fama internacional, y también obras muy conocidas de ellos, que aparecen frecuentemente en los libros. Al mismo tiempo se buscaba que la selección reflejase los diferentes géneros o temas que aparecen en las pinturas del Prado. Por eso hay dos retratos (uno masculino y otro femenino), una pintura religiosa, otra mitológica, un bodegón o naturaleza muerta y una escena “de género”, costumbrista".
"Es una técnica muy novedosa y en proceso de constante mejora y perfeccionamiento. Surgió en el campo de la impresión de fotografías y carteles y permite dar volumen y textura a las imágenes, llegando hasta 6 mm. de altura. No es un proceso automático de edición digital de imágenes, sino que previamente hay un trabajo de estudio de las obras y valoración de qué elementos o aspectos se quieren destacar en cada una de ellas. Y se consiguen los efectos y texturas buscados".
"La respuesta por parte de personas con discapacidad visual (invidentes totales o personas con resto de visión) ha sido muy positiva. Para ellos es una auténtica novedad poder tocar pinturas y afirman que pueden reconocer muchas de las cosas representadas en los cuadros. Y que la experiencia debe ampliarse en un futuro a más obras".
"A la exposición también se acercan muchos visitantes sin problemas de visión, por el simple placer de tocar (algo generalmente prohibido en los museos) Además se han hecho gafas opacas para que experimenten la sensación de no ver nada y tener que usar únicamente el sentido del tacto (y también el oído, con la audioguía) Y lo viven como una experiencia muy interesante".
"De momento no, aunque es evidente que esas obras no deben ir a los almacenes del Museo. Nos plantearemos si la exposición puede convertirse en itinerante, si la llevamos por diferentes lugares de la geografía española a través de centros territoriales de la ONCE o a colegios… También si existe la posibilidad de seguir trabajando en esa línea y hacer nuevas reproducciones de otras obras del Museo para ir creando una pequeña colección de obras táctiles del Prado… Pero de momento queremos disfrutar de la experiencia de ver cómo el público, invidente o no, se acerca a esas obras, las toca, las disfruta, las entiende…".
La exhibición estará disponible hasta el 28 de junio. Agradecemos al personal del Museo del Prado por su tiempo.