No les vamos a decir que no es saludable para un niño tomar bebidas de fantasía. Tampoco que si dice que no tiene sed cuando se le ofrece solamente agua, en realidad no tiene verdaderamente sed. Tampoco que una de las principales causas de obesidad infantil es el consumo de estos líquidos. Todo eso lo venimos escuchando hace demasiado tiempo y de poco sirve, cuando uno debe competir con el gusto de los niños por todo lo dulce y especialmente por estos burbujeantes elixir. Lo que compartiremos a continuación, entonces, es algo novedoso y que quisimos destacar por lo sencillo y fácil de imitar que era para reducir el consumo de bebidas en los niños.
El American Journal of Public Health elaboró un estudio en Baltimore basado en 3098 compras de bebidas provenientes de niños de 7 años hasta jóvenes de 18. Del total de bebidas compradas, el 98% correspondía a bebidas azucaradas.
Luego, pusieron la información calórica que contenían estos productos a la vista y el consumo se redujo ligeramente, a 89%. Por último, etiquetaron en las bebidas azucaradas, con cuatro tipo de datos:
1. "¿Sabía usted que una botella de refresco o jugo de fruta tiene alrededor de 250 calorías?"
2. "¿Sabía usted que una botella de refresco o jugo de fruta tiene cerca de 16 cucharaditas de azúcar?"
3. "¿Sabía usted que para eliminar las calorías de una botella de refresco o jugo de fruta debe correr unos 50 minutos?"
4. "¿Sabía usted que para eliminar las calorías de una botella de refresco o jugo de fruta debe caminar unos 8.5 kilómetros?"
De las más de 3.000 compras de bebidas que vieron, los investigadores entrevistaron al 25% de los jóvenes y los resultados fueron los siguientes: Del 35% de los niños que dijeron haber visto los signos en las bebida, el 59% dijo que era la información que ellos suponían, el 40% aseguró haber cambiado su comportamiento y compró otro refresco con menor cantidad de calorías y el 33% no compró ni una bebida. Por su parte, durante el periodo de estudio, el consumo de botellas de agua aumentó de 1% a 4%.
El mensaje que mayor impactó generó fue el de tener que caminar 8.5 kilómetros para quemar las calorías.
Una vez que los investigadores vieron que graficar las calorías en los envases no tiene un gran impacto, aunque las leyes vayan en esa dirección, comprendieron que el problema está en que los consumidores no lo entienden y por ende, había que explicarles. Muy pocas personas saben a qué equivalen 250 calorías (en este artículo te recomendamos una app que te muestra imágenes de alimentos que equivalen a 200 calorías).
Con la medida de bajo costo que significa etiquetar los kilómetros que hay que caminar para eliminar las calorías tomadas, Sara N. Bleich, profesor asociado de la Universidad Johns Hopkins y autor del estudio, comprobó que explicar las calorías de manera comprensible, transformándolas en cuánto ejercicio se requiere hacer para quemarlas, alienta verdaderamente a un cambio en el comportamiento del consumidor.
Así que ya sabemos, si nuestra famosa Ley Super 8 no provoca el cambio previsto en el comportamiento de los consumidores, quizás esta sea la solución correcta.