Cuenta un periodista del New York Times, que un día se topó con un conocido y le preguntó el casi mecánico saludo:
- "¿Cómo estás?", a lo que esa persona contestó:
- "No me puedo quejar ¿Y tú?"
- "No me puedo quejar tampoco, pero aun así lo hago".
Luego esa persona le mostró su muñeca, alrededor de la cual llevaba una pulsera de goma morada, inscrita con las palabras: “Un Mundo Sin Quejas”.
La idea, según le explicó al periodista, es que cada vez que el portador de la pulsera se queje de algo, deba cambiar el brazalete de brazo.
La meta es estar 21 días sin quejarse ¿Por qué 21 días?. Porque, afirman los organizadores de la iniciativa, se necesita esa cantidad de días para formar un nuevo hábito.
Todo este concepto y también las pulseras, se pueden encontrar en el sitio web: “A Complaint Free World”, algo así como “Un mundo libre de quejas”.
La idea de la organización, es dar las pulseras moradas al 1% de la población, es decir a 60 millones de personas y dejar de lado la "comunicación tóxica", para así experimentar el ser más positivo y optimista. La teoría es que esas personas, al interactuar con otras, irradiarán optimismo al resto, generando una reacción en cadena de bienestar.
Por supuesto, quejarse no es en sí mismo malo, de hecho puede ser saludable. Tragarse la rabia o rumiarla mentalmente ciertamente no es sano; una actitud asertiva requiere hacer notar cuando algo no está bien. El tema, más bien, es el modo, el momento y la gente hacia las que se dirige la queja.
El mismo fundador de la organización, Will Bowen, aclara que no se trata de no hacer notar cuando algo esté mal. La clave está en dirigir esa molestia o enojo a la persona responsable, no a todos a tu alrededor y hacerlo de una manera neutral y constructiva.
De lo que se trata, entonces, es de eliminar esa queja inútil, hecha a regañadientes o a grito pelado, que es lanzada al aire o contra quien nada puede hacer para resolver el problema. Especialmente cuando se trata de aquella gente que parece quejarse de todo en todo momento y sólo ver los aspectos negativos de su vida.
“Se han realizado muchos estudios que muestran que quejarse es dañino para la salud, las relaciones y las carreras”, le explicó Bowen, al periódico neoyorkino. “Cuando las personas pasan 21 días sin quejarse, dicen que son más felices”.
Consultado al respecto, el psicólogo Guy Winch, explica al periódico que según un estudio, cuando los consumidores compran algo con lo que no están satisfechos, 95% no reclama a la compañía, sino que en cambio lo vocaliza frente a 10 o 15 de sus amigos.
"Sólo quejarse sin hacer nada al respecto puede hacernos sentir victimizados y desempoderados", continúa Winch, "pero cuando resolvemos una queja, sentimos que hemos logrado algo, que nos hemos empoderado y, posiblemente, generado un cambio positivo".
¿Y qué hay de esas quejas "amenas" para abrir conversación o para hacer amistad con un extraño en la misma situación?, se pregunta el periodista del NY Times.
En vez de usar el quejarse como una manera de romper hielo en una conversación, sugiere el creador de la iniciativa, puede ser mejor que se hable sobre algo bueno o positivo, por muy trivial que sea.
Ciertamente, un cambio cultural difícil de imaginar y que tiene un largo camino por delante, aunque si usted decide abrazar esta iniciativa, sepa que no está sólo: 10 millones de personas en 106 países han ordenado esta pulsera, aunque cuántos lograron pasar tres semanas sin quejarse, es un misterio.