Educación de calidad para todos, en todas partes del mundo y gratuita. Suena como un sueño imposible, pero la oferta existe. ¿Dónde?
En internet. Se trata de la Khan Academy, una organización sin fines de lucro, que reúne en un sitio más de 2.200 videos tutoriales que tratan desde la aritmética más básica hasta la química orgánica pasando por historia del arte, microeconomía y ciencias de la computación, entre otras tantas materias.
La idea se le ocurrió a Salman Khan, un analista que trabajaba en un fondo de inversiones en Boston y que tenía facilidad para enseñar matemáticas. Sus primos vivían en Nueva Orleans y le pidieron ayuda con unos ramos que les estaba resultando difícil pasar. Khan decidió entonces hacer videos tutoriales sobre diferentes temas y subirlos a YouTube para que pudieran complementar lo que estaban pasando en clases o utilizarlo de repaso. Lo primero que le dijeron sus primos fue que preferían los videos que a él y a pesar de que a primera vista esto puede sonar cruel, tenía mucho sentido.
La reflexión de Khan respecto a por qué sus primos lo preferían a él de manera virtual que enseñándoles en vivo fue la siguiente: Pueden hacerle pausa al video sin sentir que están haciéndole perder el tiempo, pueden revisar algo que les enseñó hace dos semanas o hace dos años sin necesidad de preguntárselo de nuevo y por ende avergonzarse. Si se aburren o ya se saben parte de la materia, pueden adelantarlo y no sienten la presión de que después de la primera lección tienen que decir si entendieron o no lo que acaban de escuchar.
Los videos que subía Khan a YouTube podían ser vistos por cualquier persona y comenzaron a recibir comentarios. Gente que le agradecía su manera clara y eficaz para enseñar cálculos complejos o padres que contaban cómo su hijo logró resolver un problema después de que habían tratando con profesores particulares y no veían avances hasta que llegaron a los videos. También recibió mensajes de profesores que le comentaban que utilizaban los videos como material complementario en clases o que las tareas eran ver el video y al día siguiente hacer ejercicios de lo aprendido virtualmente. Con esta inesperada respuesta del público, Salman Khan, sentado en su oficina del fondo de inversiones , decidió renunciar a su trabajo y formar la Khan Academy, una organización online sin fines de lucro.
El material que se subía a YouTube no pasaba de moda. Era algo útil para la generación actual, para la generación anterior que ya había olvidado varios conceptos y para las generaciones venideras. Además de su utilidad, lograban humanizar la tecnología, algo que es poco común en una sala de clases. Si los niños aprendían la materia a su ritmo desde sus casas y llegaban al colegio con las dudas preparadas y a desarrollar ejercicios, se producía una interacción en la sala mucho mayor a que el profesor dictara la materia y ellos sólo tomaran apuntes. Cada video tiene pistas, los pasos para resolver el problema si es que la persona no sabe cómo seguir y cuando ya logra realizar 10 ejercicios o responder 10 preguntas sobre una materia puede pasar al siguiente. Hay videos que te enseñan a sumar 1 + 1 y si vas avanzando puedes llegar a los videos donde se enseña cálculo.
Estos videos comenzaron a masificarse como una real bola de nieve. Decenas de miles de alumnos, que incluye niños, adultos, profesionales, dueñas de casa, escolares, universitarios, personas adineradas, personas vulnerables, no hay límites para quienes quieren aprender con los tutoriales. Y así como se inició con videos de matemáticas, la demanda comenzó a diversificarse y Khan comenzó a producir material para nuevas asignaturas: biología, química, historia, economía, computación, etc.
Así, ya suman más de 235 millones de lecciones, disponibles en cerca de 2.200 videos a disposición del millón de estudiantes mensuales que los ven desde todas las partes del mundo. Diariamente se ven entre 100 a 200 mil videos, todo a raíz de la idea que el 2004 tuvo Salman Khan para enseñarle matemáticas a sus primos.
Tras la madrugada del 27 de febrero de 2010, muchas escuelas en Chile quedaron bajo los escombros. A raíz de que muchos niños se quedaron sin un lugar al que ingresar en marzo, Intel comenzó a buscar opciones en internet para mantener el sistema escolar en pie. La búsqueda terminó cuando se encontraron con la Khan Academy y con el apoyo del Banco Interamericano del Desarrollo y Relpe, se dio inicio a la primera etapa de traducción de los videos tutoriales.
El caso particular de Chile fue el impulso que necesitó la academia para luego traducir su contenido al portugués y expandirse por el resto de Latinoamérica, presentándose como una opción de calidad para mejorar la educación de los niños y ser un apoyo para los profesores o cualquier interesado en aprender más. En la actualidad hay casi mil videos traducidos al español.