Tengo que reconocer que me sorprendí bastante cuando fui a un Anime Festival en Santiago hace algunos años. No solo porque habían buenos disfraces (o bueno, cosplays), sino por la gran cantidad de personas que habían asistido. ¡Y ese evento distaba de ser el único en el país! Comic Con, Anime Expo, AtsuiTón, Ota Pop, eventos de Asiafan y un sinnúmero de otras instancias a lo largo de los años en distintas ciudades y regiones.
Digan lo que digan del estado de los eventos de cosplay (que, técnicamente, no son solo de este hobby, sino de animé, música japonesa y videojuegos principalmente) en Chile, es una manifestación más de una tendencia muy marcada que está floreciendo en los rincones más inesperados del mundo.
El arte de disfrazarse: ¿el precursor del cosplay?
Los disfraces y el imitar a otros personajes de ficción o reales es un concepto más viejo que el hilo negro. Aristóteles decía que el origen del arte del disfraz venía de la afinidad de los seres humanos con la imitación. En distintas culturas, países y épocas, máscaras, trajes, prendas y antifaces se han usado para pretender ser otra persona y dar rienda suelta a las fantasías o anhelos.
La invención del término cosplay fue producto de dos potencias culturales y mediáticas: Estados Unidos y Japón. Supuestamente, ejecutivos japoneses fueron invitados a un evento en Estados Unidos donde había personas disfrazadas como sus personajes de ciencia ficción favoritos, y esto dio pie para la creación del término que significa “costume play”, o “jugar a disfrazarse” (si se me permite la traducción rústica).
En
un artículo publicado en la revista Time, la psicóloga norteamericana Kit Yarrow explica que “los disfraces son recursos de comunicación. Le cuentan algo de ti a otros, y están diseñados para obtener una respuesta…
Los disfraces son vehículos de conexión social”. Hay otros psicólogos que explican que
el disfrazarse permite ya sea enfrentar miedos, expresar otras caras de nuestra personalidad o simplemente darnos una licencia para perseguir fantasías o personalidades anheladas.
No es de extrañarse que el cosplay, en vez de desaparecer como una moda pasajera más, haya encontrado fructífero asidero en distintos círculos sociales del mundo. ¡Hay veces en que se pueden encontrar hasta tres generaciones de personas haciendo cosplay al mismo tiempo!
Disfrazarse para Halloween no es lo mismo que hacer cosplay
Este es un punto bastante sensible para muchos fanáticos de este arte. El hacer cosplay va más allá de ponerse una capa o una máscara: el cosplayer actúa como el personaje del cual está disfrazado. Pueden ser pequeños gestos, risas, gritos o simplemente poses; mientras que una gatúbela de Halloween está feliz tomándose una cerveza, bailando reggaetón o contando chistes, la gatúbela cosplayera va a intentar pasar más tiempo pegando arañazos al aire, moviéndose felinamente y quizás recitando alguna línea de la película.
Mientras que usualmente se asocia el cosplay con imitaciones de personajes de series de animación japonesa, la realidad es que es mucho más amplio que eso: videojuegos, películas de ficción, comics, series, y prácticamente toda imagen que dé para ser imitada por un personaje (hay cosplay hasta de sushi). ¿Las marchas de zombie? Tomando en cuenta la definición de más arriba, también vendría siendo cosplay (aunque puede que haya quienes no estén de acuerdo).
Celebridades y programas de televisión
Desde el año pasado, han salido dos grandes programas en la televisión estadounidense: Heroes of Cosplay y Call to Cosplay. El primero es una pequeña serie de seis documentales que muestra el “detrás de las cámaras” de algunos famosos cosplayers norteamericanos, mientras que el segundo es una suerte de reality, donde a los participantes se les ponen pruebas de tiempo para diseñar sus disfraces y competir entre ellos.
Sin embargo, la celebridad (discutiblemente) más prominente del cosplay es
Alodia Gosiengfiao, una filipina que es animadora de programas de televisión, cosplayera, videojugadora y una de las celebridades más prominentes de Filipinas. Por otro lado, en Corea y en Japón los videojuegos y series de animé son tan populares que hay hasta políticos que han hecho cosplay: puedes ver a un congresista coreano disfrazado de un personaje de League Of Legends (el famoso LOL)
aquí, y a un alcalde y un gobernador japoneses vestidos de personajes de animé
aquí.
Los cosplayers más humildes y los más profesionales
A menudo se piensa que para hacer cosplay hay que invertir cientos de miles de pesos y/o incontables horas creando y diseñando. Por un lado esto es una realidad: es solo cosa de ver algunos increíbles disfraces como
este Godzilla, este
Big Daddy del videojuego Bioshock o este personaje de
Transformers, en el siguiente video:
Sin embargo, hay una línea más purista que sostiene que
el cosplay también se puede hacer con menos presupuesto, pero mucho ingenio. Un ejemplo un tanto extremo vendría siendo el tailandés Anucha Saengchart, conocido como
el cosplayer más humilde del mundo.
Imitación fidedigna de Goku (DragonBall). Vía Kotaku
Cabe recalcar que varios de los cosplayers con más experiencia, desarrollan la suficiente habilidad como para hacer disfraces a pedido, y así ganar un poco de dinero (por lo general es lo justo y necesario para seguir persiguiendo este hobby). Hay otros que entran en la fotografía: muchas veces el efecto que logra una imagen puede aumentar (o disminuir) con creces el trabajo invertido en lograr un disfraz en particular.
Para ver una selección notable de lo que puede llegar a lograr este arte/hobby, ve el siguiente video:
Por lo que he visto en Chile y otros países, las comunidades de cosplay son excelentes lugares para hacer amistades con personas que persiguen un fin en común. Y esto corre no solo para los que les gusta disfrazarse, sino que hay un buen número de personas que asiste a quienes simplemente les gusta admirar a sus personajes de series favoritos y apreciar una buena actuación.