Francois Hollande, el socialista a cargo de la presidencia de Francia, se jactaba de ser "un hombre normal".
Esto, especialmente cuando se le comparaba con su antecesor, el conservador Nicolás Sarkozy, que en un mismo mandato se separó (tras meses de rumores de infidelidad), convirtió a la modelo Carla Bruni en la nueva primera dama y tuvo un hija. Sin duda un gobierno productivo.
Sin embargo, Hollande podría estar viviendo uno de los momentos más complicados de su carrera, precisamente porque esa imagen de hombre normal se está disipando luego que la revista Closer ventilara el romance que estaba teniendo con una actriz francesa.
"Los asuntos privados se tratan en privado. Este no es el lugar ni el momento para discutir el tema", dijo el martes en una rueda de prensa que fue transmitida por las cadenas internacionales más importantes. El tema principal era la economía, aunque nadie estaba pendiente de eso y su paquete económico para frenar el desempleo pasó sin pena ni gloria.
Según una encuesta, el 75% de los franceses aseguran que la vida sentimental del Presidente galo es un asunto privado. Sin embargo, desde que la revista Closer reveló su affaire, no hay otro tema del que se discuta al respecto.
Los analistas no saben cómo afectará esto a Hollande, quien ya tiene la popularidad más baja de la historia de Francia, con sólo un 24% de respaldo.
Pero Francois Holland no está solo en esto. Los escándalos sexuales vienen dándole dolores de cabeza a los políticos desde que estos existen. Veamos algunos ejemplos.
Quizás el de Bill Clinton es el escándalo sexual más famoso de todo los tiempos. Durante su mandato en Estados Unidos, fue acusado de tener una relación con la entonces desconocida Mónica Lewinsky, una becaria (especie de practicante) de la Casa Blanca.
El negó absolutamente todas las acusaciones frente a todos los norteamericanos al decir sin arrugarse, "no tuve relaciones sexuales con esa mujer". Y ella demostró con pruebas que su versión de lo que había pasado en el Salón Oval, era verdad.
Clinton tuvo que tragarse sus palabras. Casi le cuesta la presidencia, pero logró superar el escándalo. Hoy no sólo sigue junto a su esposa Hillary (quien es el nombre más sonado para las próximas elecciones presidenciales) sino que también es uno de los políticos más populares y que inspira mayor confianza en Estados Unidos y fue un factor de gran ayuda en la reelección de Barack Obama. De Mónica nunca más supo, contó en su última biografía.
En el verano de 2011, una mujer residente en Tampa, Jill Kelley, contactó al FBI tras recibir una serie de correos electrónicos amenazantes. No sabía quién enviaba esos mails ni por qué.
Lo que solicitaban con mucha violencia, era que dejara de tener un "comportamiento amable" hacia David Petraeus, nada más ni nada menos que el en ese entonces director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. Kelley era amiga de Petraeus y su familia, así como de otros altos mandos del mundo militar.
Los investigadores descubrieron que tras los correos estaba Paula Broadwell una ex oficial militar y también biógrafa autorizada del General: All in, the Education of General Petraeus.
Al entrar en sus mensajes, descubrieron también que habían varios correos románticos de Petraeus hacia Broadwell, pero creyeron en un principio que habían sido enviados por alguien que había hackeado la cuenta del director de la CIA.
Kelley fue advertida sobre quién estaba enviando los mails y esta misma fue la que alertó a Petraeus. Es aquí donde se especula que termina el romance entre Patraeus y Broadwell, ya que él le pidió suspender el envío de los amenazantes correos.
Pero ya durante todo ese tiempo, los agentes del FBI estaban monitoreando a la pareja y ya tenían más que claro que entre ambos existía una relación fuera del matrimonio. Lo irónico es que el máximo jefe de una de las mayores agencias de inteligencia del mundo usaba una cuenta de Gmail para comunicarse con su amante, mientras era espiado por la otra agencia de EE.UU. La mayor preocupación del FBI era si el General había puesto en riesgo la seguridad nacional al compartir información confidencial con Broadwell.
Finalmente el culebrón terminó con la renuncia de Petraeus a la CIA, arrastrando en el camino también al famoso comandante de la ISAF, John Allen, quien retiró su candidatura como próximo comandante general de la OTAN, luego que los investigadores descubrieran un intercambio de mails bochornosos (por decirlo de alguna manera) entre él y Jill Kelley. No por nada Paula Broadwell comenzó a ser llamada "La Lewinsky del Pentágono" luego del escándalo.
Para muchos, el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi es la representación misma de escándalo sexual. Pero a diferencia de Clinton, los actos de Berlusconi sí tendrán grandes consecuencias en su vida política.
El político italiano ya era conocido por la filtraciones de sus legendarias fiestas, llenas de mujeres, alcohol, bailes y anécdotas que dieron mucho material para la prensa rosa.
Pero el caso que más lo sepultó fue el de la llamada "Ruby Compecorazones", una joven marroquí y la principal protagonista del proceso interpuesto por la Fiscalía de Milán por prostitución de menores y abusos de poder. Ruby era una menor de edad cuando tuvo relaciones sexuales pagadas con el político, quien también en una ocasión uso su poder para sacarla de una comisaría italiana tras acusaciones de robo.
Pero no ha sido la única, también está Noemí Letizia, otra de las menores relacionadas con el mandatario y que tuvo relaciones con el Cavaliere, en un episodio que también le costó el divorcio de su esposa.
Específicamente por el caso Ruby, el líder de la centroderecha italiana fue sentenciado a siete años de cárcel y se le inhabilitó para ocupar cargos públicos. Berlusconi tuvo una serie de escándalos en momentos en que la crisis económica llegaba a su punto más alto a fines de 2011, molestando profundamente a los italianos.
Así queda claro que incluso los hombres más poderosos del mundo pueden ser bastante débiles, cuando se trata de sus pasiones. Quizás incluso más que otros, pues el poder y la fama los vuelve atractivos y la sensación de poder les puede hacer sentir invulnerables.
Por eso, sería bueno que quienes aspiran a cargos públicos recuerden que el ojo público siempre está sobre sus cabezas y que un desliz temporal puede significar el fin de sus carreras.
¿Te acuerdas de otro personaje que estuviera en la misma situación?, ¿Te importa lo que hacen los políticos en su vida privada?