Andar ojeroso, arrastrando los pies y bostezando entre cada café no es una escena ajena a nuestro día a día. En la oficina, menos aún. "El fin de semana me lo duermo completo". Y ahí vienen la salidas a carretear, las sesiones maratónicas de TV o PC y las idas a la cama de madrugada, que, cuando no hay nada que hacer al día siguiente, se traducen en despertarse a preparar almuerzo y adiós desayuno. Pero cuidado con las rutinas de trasnoche, que hay horas en que lo que más te conviene es dormir para ser bello e inteligente.
Según el Estudio Nacional Longitudinal de Salud Adolescentes, realizado a 2.700 jóvenes norteamericanos entre 12 y 18 años, el 44% tiene problemas para mantenerse despierto en el colegio. Dentro del total de los encuestados, quienes dormían menos de ocho horas tenían peores calificaciones y estaban sujetos a angustias emocionales (se sentían deprimidos, lloraban más de una vez a la semana y se molestaban por cosas que normalmente no afectaban a otros). Lo curioso es que el 40% decía que a pesar de esto, preferían ir a la cama más tarde. Y es que hay una idea internalizada en los jóvenes de que trasnochar es lo normal y lo otro...fome.
La conclusión fue que el que los padres impongan a los hijos una hora límite para estar con la luz apagada en la pieza no era la manera de hacerlos entender por qué es importante dormir las ocho horas. La fórmula era informarles de los beneficios que trae el sueño regular y nosotros queremos compartirles estos plus, que muchas veces ignoramos.
Partamos por el argumento biológico: Mientras dormimos se renuevan las células del cuerpo y de la piel. Se forman las defensas contra enfermedades, como los glóbulos rojos y se producen hormonas necesarias para el crecimiento. La melatonina por ejemplo, se deja de producir cuando hay luz solar, que es la hormona que activa los procesos de síntesis de proteínas, estimula las endorfinas, que a su vez son las hormonas del bienestar y el afecto. La melatonina también es la que induce a dormir de noche, entonces, si nos saltamos ese proceso, nos adentramos en un círculo de insomnio.
Por esto, todo lo que ocurre en el cuerpo cuando estamos despiertos tiene incidencia con lo que pasa cuando dormimos y viceversa. Después de 15 horas activo, el organismo está fatigado y necesita horas de sueño y que no prolonguemos la vigilia artificialmente. Dormirse a las 23 horas logra que la persona tenga un sueño calmo, reponedor y viva todas las etapas del sueño como se deben. Si se acuesta a las 3 de la mañana, no va a lograr cumplir el ciclo del sueño y al día siguiente va a estar malhumorado.
Desde un punto de vista fisiológico y psicológico, dormir entre las 23 horas y las tres de la madrugada, es fundamental. El organismo necesita en ese rato tener una actividad mínima, tanto de alimentación como de actividad física y mental.
Nuestro ritmo biológico disminuye alrededor de la una y las dos de la madrugada, lo que puede ser peligroso en muchos casos. ¿Cómo? Nuestra temperatura baja, la actividad mental y cardíaca son precarias porque el organismo está más débil y, por lo mismo, entre esos horarios aumenta el número de accidentes.
Un estudio de la Universidad de Harvard descubrió que el cerebro sigue aprendiendo cuando la persona está durmiendo. Cuando no estamos en estado de vigilia , podemos mejorar la eficiencia de nuestra memoria en un 20%, ya que al dormir, el cerebro relaciona los nuevos conocimientos, con otros recuerdos o capacidades que teníamos guardadas.
La investigación entrenó a una serie de personas y les tomó un control antes de irse a dormir. A la mañana siguiente les hicieron las mismas preguntas y el desempeño promedio fue un 20% mejor que el día anterior, cuando se podría pensar que tenían más "fresca" la información. Este dato es muy relevante hacérselo llegar a las personas que pasan de largo estudiando. Dormir ayuda a reorganizar la información y extraer los datos más relevantes, favoreciendo a la producción de nuevas ideas y fomentando la creatividad.
Descansar en las noches afecta directamente al peso y al índice de masa corporal (IMC). El Instituto del Sueño de la Universidad de Washington, comprobó que dormir más de la cuenta puede aumentar en 0,2 el IMC, mientras que tener menos horas de sueño de lo recomendado (entre 6 y 8 horas), aumenta 1.4 el IMC, dando pie al sobrepeso.
Las personas que están a dieta y duermen pocas horas, sienten más hambre durante el día que quienes tienen la cantidad recomendada de horas de sueño. Su metabolismo es más rápido y por ende, tienen mejores resultados si buscan bajar de peso.
La persona que duerme bien, tiene mejor resistencia aeróbica y siente menos cansancio cuando se somete a una actividad física. Según un estudio de la Universidad de Stanford, los atletas que duermen 10 horas en períodos de competencia, mejoran su resistencia física y muchas veces logran superar sus propios tiempos.
No es un secreto que una persona descansada proyecta estar saludable y resulta más atractiva que otra con cara de trasnochada, ojerosa y pálida por la falta de sueño.
Después de esta serie de beneficios, es no sólo deducible, si no comprobable, que dormir entre 6 y 8 horas, hace que te sientas mejor al día siguiente. No se trata de ser un tonto grave que se acuesta todos los días temprano y se olvida de los panoramas después del trabajo o de que los estudiantes apaguen la luz después de comer. Lo importante es no hacer del trasnoche una rutina y por sobre todo, no engañarse con que "es más provechoso el día", porque al día siguiente, hay consecuencias internas y externas.