Por diminuta o simple que sea la falla o la pieza que se rompió de tu lavadora, a veces simplemente te ves obligado a comprar una nueva, porque no existe la opción de poder cambiar ese elemento que falló.
La inexistencia de un repuesto o de una posibilidad de arreglarla a un precio razonable, te terminan obligando a desembolsar tus lucas y llevarte una nueva para la casa, algo que parece ilógico, pero a lo que muchos ya nos hemos resignado. Ya que incluso, cuando existe la alternativa de arreglo, es frecuente que sea más cara que comprar el producto nuevo.
Además de tener un costo para nuestro bolsillo, lo tiene principalmente para el planeta, que ya pide a gritos que cambiemos nuestro estilo de vida. Los desechos electrónicos son los que más rápido están creciendo en el mundo. Lo grave es que, por ejemplo en 2016, de las 44,7 millones de toneladas de este tipo de basura que se desecharon, solo el 20% fue recolectada y reciclada.
Una investigación calculó que una lavadora de larga duración, en 20 años generará 1,1 toneladas menos de CO₂ que un modelo de corta duración (teniendo en cuenta su fabricación, distribución, uso y tratamiento al final de la vida útil). Entonces, ¿es justo para nosotros y para el planeta que nuestros aparatos electrónicos deban ser desechados cada vez que se produce un desperfecto?
La buena noticia: muchos creen que no lo es y trabajan en incentivar un cambio que fomente la reparación de los equipos.
“Si falla, se repara”, ese es un concepto que hemos ido olvidando en las últimas décadas, pero que nuestros padres y abuelos aplicaban siempre con sus aparatos. Lo bueno es que poco a poco esta idea vuelve a tomar fuerza: de hecho,en la Unión Europea se está poniendo en marcha un plan de Ecodiseño destinado a reducir los impactos ambientales de los productos.
El plan todavía no está 100% definido, ya que la comisión que está a cargo aún se encuentra trabajando en él, pero debería entrar en vigencia a comienzos de 2021. Este le exigirá a los productores de algunos electrodomésticos de uso diario como televisores, luces, lavadoras, lavavajillas y refrigeradores, que sus productos sean más eficientes energéticamente, diseñados para ser más fáciles de reparar y que cuenten con repuestos en caso de fallas (la idea es que las piezas de repuesto estén disponibles durante al menos siete años después de la venta de la última unidad).
Un punto que ha estado en discusión y que han criticado los activistas, es que las nuevas leyes limitan el acceso a la mayoría de los repuestos y manuales de reparación solo a los reparadores profesionales,dejando de lado a los consumidores. Incluso han culpado a los grupos de presión de la industria de incitar a la Comisión Europea a diluir las propuestas de reparabilidad a favor de la reciclabilidad.
En Europa y algunos estados de Estados Unidos, ha tomado fuerza el movimiento que defiende el derecho a reparar y que pide con urgencia leyes que obliguen a los fabricantes a ofrecer productos que puedan ser arreglados con mayor facilidad, ya sea a través de un diseño que lo permita o poniendo a disposición los repuestos y manuales necesarios para que los mismos consumidores o los técnicos independientes puedan hacerlo.
Una situación que está impidiendo la reparación de ciertos equipos, es que muchos fabricantes se han encargado de hacer que el arreglo sea una misión prácticamente imposible, ya sea a través de tornillos ultra rebuscados que no cualquier mortal puede encontrar, a través de diseños que son imposibles de desmontar sin destruirlos o incluso negándose a vender repuestos, explican en la organizaciónIfixit, que aboga por impulsar estas reformas.
En Estados Unidos, la discusión se ha enfocado en que muchos fabricantes no quieren que sus clientes puedan reparar sus propios dispositivos o llevarlos a técnicos independientes. Sin embargo, quienes están a favor de la reforma han logrado avances, porque hasta ahora han introducido proyectos de ley en 18 estados.
Pero la resistencia es fuerte, por ejemplo, Apple, Toyota y John Deere, entre otros, han dicho que permitir que terceros (reparadores independientes) rompan la cáscara de los dispositivos de los consumidores, abriría la puerta a los piratas informáticos y falsificadores de dispositivos. Por su parte, quienes defienden este derecho, aseguran que los fabricantes están tratando de mantener su monopolio en este negocio de reparar sus propias cosas.
Es normal que las cosas fallen, pero en muchos casos esas fallas son solucionables. A estas alturas quizás deberíamos considerarlo como un deber. El planeta está hasta el cogote con basura electrónica.
Y esto lo podemos aplicar en nuestra vida diaria en otras cosas donde no hay ningún tipo de impedimento al respecto,por ejemplo, coser la ropa cuando se rompe o intentar pegar el juguete si se le despega una parte.
En Chile, Modulab y Paris, con el apoyo del Ministerio del Medio Ambiente, están tratando de incentivar esto a través de Repara Lab, una iniciativa que se realizó en Santiago, pero que esperan replicar en otras ciudades del país. Invitaron a la ciudadanía a llevar sus prendas descosidas, zapatillas y electrodomésticos, para que estudiantes de técnico en electricidad y electrónica y diseño de vestuario, les dieran una solución y así una segunda oportunidad a sus pertenencias.
Atentos porque #Reparalab, la jornada de reparaciones GRATUITAS y colaborativas de electrodomésticos, vestuario y zapatillas, está HASTA las 5PM de HOY #EconomíaCircular
🗓️VIERNES 10 de mayo
🌳Plaza de la Constitución¡Pronto #Reparalab se realizará en otras ciudades! 💪🇨🇱 pic.twitter.com/x6ErrjXsGF
— Min. Medio Ambiente (@MMAChile) 10 de mayo de 2019
“Celebramos esta iniciativa, porque evita que se generen residuos que habitualmente lo habrían sido y extienden la vida útil de las cosas, pero la invitación es a pensar en crear bienes que desde un principio estén pensados para ser reutilizados”, asegura a El Definido el SEREMI del Medio Ambiente RM, Diego Riveaux, y agrega que como ministerio buscan la continuidad del uso de los bienes la mayor cantidad de veces antes de que estos se conviertan en residuos. “Eso es realmente lo que se denomina economía circular”, explica.
Para entender esto mejor, pone el ejemplo del reciclaje de botellas plásticas. Dice que si bien celebran a la gente que se preocupa de hacerlo, a donde debemos apuntar es al concepto de la botella retornable, “porque es un producto que desde su origen fue creado para ser reutilizado y no ser desecho”, sostiene.
A pesar de que Chile aún no piensa en soluciones como lo que se está generando en la Unión Europea o Estados Unidos, Riveaux asegura que desde el Ministerio del Medio Ambiente están impulsando con fuerza la generación de los reglamentos que regulen la implementación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor.Esta señala a los aparatos electrónicos como prioritarios,pues postula que los productores deberán recuperar un porcentaje de los productos que vendan, siendo responsables por dichos residuos.
“Aunque no es su objetivo original, sí puede que indirectamente los productores prefieran generar bienes de mejor calidad reparables, antes de seguir con la lógica residual actual”, concluye.