denisovano, ciencia, antropología, China, Tíbet
Imagen: Marco Villar

Estos proto-humanos habrían conquistado las montañas del Tíbet, ¡120 mil años antes que el homo sapiens!

Los denisovanos se nos adelantaron 120.000 años en la conquista de este adverso terreno, en el “techo del mundo”. Su presencia explicaría también su huella en el ADN de los nativos de zonas aledañas y su increíble adaptación a la vida en altura.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2019-05-06 | 11:00
Tags | denisovano, ciencia, antropología, China, Tíbet
Los denisovanos habrían sido una ramificación de proto-humanos que salieron de África hace unos 744 mil años, al menos medio millón de años antes que el homo sapiens, y que con el paso de algunos cientos de miles de años, se dividieron entre neandertales y denisovanos.
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En los últimos años ha habido tantos descubrimientos relativos a los primeros hombres, que puede ser algo confuso. Lo que en el colegio había sido una clara escala del mono al hombre moderno, con el neandertal como invitado especial, hoy incorpora ramas de más especies que se habrían desarrollado a la par que nuestros ancestros y, en algunos casos, también haciendo un poco de cuchi-cuchi con ellos.

El homo naledi en África y el denisovano en Asia, cuyos primeros fósiles fueron clasificados en 2014 y 2010 respectivamente, son los que han acaparado más titulares.

Las noticias más recientes se refieren a estos segundos, quienes no solo se habrían extendido por Asia hacia Oceanía, sino que también habrían conquistado uno de los lugares más inhóspitos de la tierra: el interior montañoso de Asia, el llamado “techo del mundo”. Un lugar tan duro, que le tomó al humano moderno sobre 120.000 años repetir la hazaña.

¿Quiénes eran los denisovanos?

Los denisovanos habrían sido una ramificación de proto-humanos que salieron de África hace unos 744 mil años, al menos medio millón de años antes que el homo sapiens, y que con el paso de algunos cientos de miles de años, se dividieron entre neandertales y denisovanos. Los primeros se terminarían situando mayormente hacia el oeste, en Europa, y los segundos en el este, primero en Asia Central y luego extendiéndose hacia Oceanía 50 mil años antes de que lo hiciera el homo sapiens. Ambos se extinguieron y/o fueron absorbidos por nuestra especie.

Ocurre algo muy curioso con los denisovanos. Los pocos fósiles que se han encontrado, se ubicaban en Asia (Siberia), mientras que su ADN se observa en Asia y Oceanía, principalmente en los aborígenes de Melanesia (Fiyi, Indonesia, Islas Salomón, Papúa Nueva Guinea y Vanuatu) y Australia.

Esto siempre ha sido una espina clavada para algunos científicos: si su ADN está por tantas partes, ¿por qué no hay más fósiles? El clima es posiblemente la razón. En el clima seco y frío de Asia central un fósil se preservaría mejor, sobre todo si está ubicado en una cueva.

Y fue, justamente, una cueva la que albergaba los segundos restos de denisovanos descubiertos hasta la fecha. Una cueva a más de 3 mil metros de altura.

Una mandíbula cambia la historia del Tíbet

En 1980, un monje budista halló lo que parecía ser un resto de mandíbula incrustada en una piedra en la cueva de Baishiya, en el sistema montañoso del Tíbet, China. El artículo se llevó a la universidad de Lanzhou, donde juntó polvo por años.

Recientemente se pudieron analizar proteínas extraídas de uno de los molares y datar la pieza a partir de la corteza de carbonato que la rodea. Los resultados se publicaron en el último número de la revista científica Nature.

Reconstrucción virtual de la mandíbula. Créditos: Max Planck Society

Científicos estiman que la mandíbula data de hace 160 mil años y que sus proteínas tienen un perfil que solo coincide con los restos de denisovanos hallados en Siberia.

“Hablando con franqueza, hasta hoy, nadie se imaginó que los humanos arcaicos podrían vivir en un ambiente así”, señala Jean-Jacques Hublin, co-autor del estudio. Para que se hagan una idea: el homo sapiens, por entonces, daba recién sus primeros pasos fuera de África.

La meseta tibetana se conoce como “el techo del mundo” por su elevación media de casi 5 mil kilómetros, en una superficie tan extensa como Argentina. No es exactamente un lugar fácil de colonizar: el oxígeno es un bien escaso y las temperaturas pueden caer hasta los -40 grados.

Tan duro es, que el hombre moderno recién apareció por esos lugares hace unos 40 mil años, es decir, 120 mil años después de que los denisovanos plantaran su bandera. Un logro increíble por donde se vea, sobre todo viniendo de humanos tan tempranos.

Saber exactamente qué tan relacionados estaban estos denisovanos con los siberianos, cuyos varios restos datan de entre “solo” 100 mil a 30 mil años, podría esclarecerse con una comparación de su ADN, lo que no se halló en este caso. Lo que sí se encontró en excavaciones del último año, fueron herramientas de piedra y huesos animales con cortes, pero todavía necesitan ser datados.

Excavaciones en 2018. Créditos: Max Planck Society

Aunque los denisovanos ya no existen, científicos saben que dejaron su impronta en la población del Tíbet. El gen denisovano EPAS1, que regula la hemoglobina (proteína en los glóbulos rojos que transporta oxígeno), está presente en tibetanos y otras poblaciones cercanas, y fue clave en su adaptación a estas alturas.

El hallazgo de un denisovano tibetano, aunque sin ADN que extraer, le da también sentido al gen hallado en el siberiano, cuyos restos, por cierto, estaban ubicados a una altura de apenas 700 metros. ¿Por qué habrían de necesitar un gen así en un terreno que no lo requiere? Bueno, ahora pueden hipotetizar que fue la “marca” de haber vivido en el Tíbet varios miles de años antes.

Hay misterio para rato

Como esta mandíbula hallada hace casi 40 años, posiblemente existen muchas piezas denisovanas por identificar. "Los denisovanos ya están en el cajón de algún museo", señala el antropólogo molecular Frido Welker, co-autor del estudio. "Simplemente no hemos podido vincularlos todavía", agrega.

Pedazos de mandíbulas y pequeños huesos de piernas y brazos, son lo único con que contamos y que, con certeza, perteneció a denisovanos. Tan poco, que todavía no existe una estimación seria de su apariencia.

Algunos científicos, sin embargo, se aventuran a partir de sus gigantes molares y gruesas mandíbulas: "Supongo que serían individuos muy grandes y robustos, como jugadores de fútbol americano", señala el paleoantropólogo Bence Viola.

Primeros en el Tíbet, primeros en Australia, ¿América será el siguiente?

¿Qué otras sorpresas crees que nos guardarán los denisovanos para el futuro?

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Comentarios
Daniel Del Pino | 2019-05-08 | 07:43
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En América?? Uff, eso sí sería sorprendente. Pero quién sabe, podría ser, como ocurrió con con monte verde que empujó el poblamiento de América varios miles de años para atrás.
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