Sabemos que las plantas captan la luz y el agua, pero no pensamos mucho si, por ejemplo, los sonidos tienen o no incidencia en su crecimiento, son capaces de almacenar conocimiento o “recordar”. ¿Suena muy místico lo que estamos escribiendo?
Puede ser, sin embargo, en las últimas décadas estudios (de profesionales con doctorados y trayectoria contundente) han descubierto que diferentes tipos de estímulos inesperados podrían llegar a influir en las plantas de manera distinta. Sobre esa base, el ingeniero agrónomo y también machi, Patricio Catril, decidió poner a prueba en la investigación que le permitió optar a su título profesional, la siguiente tesis: ¿tiene la música del Kultrun (instrumento mapuche) efectos positivos en la germinación de semilla y acumulación de biomasa en arvejas (Pisum sativum L)?
¡Nooo!, gritarán los escépticos, pero no es tan claro. A continuación, veremos algunos recientes estudios sobre reacciones inesperadas de las plantas a estímulos sonoros, ¿es posible que los vegetales puedan “recordar”?
Los machi son una figura central en la cosmovisión y medicina ancestral del pueblo mapuche, y Catril ejerce ese rol hasta el día de hoy en Boroa, a unos 15 kilómetros de Nueva Imperial. El Kultrun, por su parte, es un instrumento mapuche, y quienes pertenecen a esta comunidad, creen que la frecuencia de su sonido puede causar sanación en humanos, animales y plantas, además de ayudar a recuperar lugares y recursos naturales que hayan sido afectados por el ser humano, por lo que su figura está rodeada de un fuerte componente espiritual y de tradición indígena.
Algo interesante del trabajo de Catril, es que se desarrolló tanto en el laboratorio de la Universidad de la Frontera como en un ambiente rural campesino mapuche del sector de Boroa. Buscaba, de esta forma, hacer una investigación en la que pudiera medir diversas variables, aplicando el método científico, pero uniéndolo con un sentido identitario, según indicó al sitio web de la universidad.
“En un principio nos planteamos muchas temáticas de investigación, pero debía ser una que tuviera pertinencia e identidad. No podía dejar de lado lo que soy y ésta fue la más acorde. Jamás un machi había hecho una investigación así”, señaló.
¿Y qué fue lo que descubrió? Según sus resultados, la música del Kultrun efectivamente habría ejercido un efecto positivo en la germinación y acumulación de biomasa de la arveja. Pero no solo eso, sino que descubrió que en la semilla de arveja expuesta a la música, hubo menor incidencia de hongos y bacterias contaminantes.
Lo que no sabemos (y que el estudio deja pendiente) es qué pasaría si comparamos los resultados de las arvejas que germinaron mejor con música de Kultrun, con otras que hubiesen estado expuestas a otro tipo de música (¿violines?, ¿rancheras?, ¿heavy metal?), ya que el estímulo musical en general parece ser bien aceptado por la flora. ¿No lo creen?
En el programa de Discovery Channel, Mythbusters, dedicaron un episodio a desmitificar si ayudaba más a las plantas un ambiente con música clásica o rock pesado, y descubrieron que éstas crecían mucho mejor con… ¡Sorpresa! Heavy metal.
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Sin duda, la música del Kultrun no es el único estímulo que los científicos han aplicado al crecimiento y germinación de plantas para investigar si tienen efectos positivos insospechados. Por ejemplo, hace apenas un par de años, se publicó un estudio que indagaba sobre los efectos de la posición de una semilla en relación a otra planta y de los nutrientes del suelo sobre la masa de la semilla y la germinación. Pero otros investigadores han decidido, al igual que Catril, unir cultura y ciencia.
Se trata de la institución británica Royal Horticultural Society (RHS), la cual llevó a cabo un estudio para medir el impacto de la voz humana en las plantas, en el cual la propia tataranieta de Darwin, la botánica Sarah Darwin, participó leyéndoles a los vegetales fragmentos de El Origen de las Especies, la obra más conocida de su afamado tatarabuelo.
El experimento se realizó durante un mes en el cual, mediante audífonos conectados a los maceteros, las plantas de tomates “oían” las voces de diversas personas leyendo fragmentos de tres libros: El Día de los Trífidos, de John Wyndham, Sueño de una Noche de Verano, de William Shakespeare y el ya mencionado El Origen de las Especies. Los lectores fueron hombres y mujeres, ya que los científicos partían de la hipótesis de que las plantas responderían mejor a voces masculinas. ¿La sorpresa? No fue así.
Las plantas respondieron mejor y crecieron más ante el estímulo de voces femeninas, con particularmente buenos resultados en relación a la voz de Sarah Darwin, cuya planta de tomates habría crecido casi 2 pulgadas (5 centímetros) más que la planta de mayor crecimiento que tuvo como estímulo la voz de un hombre.
“Simplemente no sabemos por qué”, dijo el superintendente de jardines de la RHS, Colin Crosbie, al periódico británico The Telegraph. “Puede ser que tienen un rango mayor de tono y timbre que afecta las ondas de sonido que llegan a la planta. Las ondas de sonido son un efecto ambiental al igual que la lluvia o la luz”.
Ahora bien, igual que para el caso del experimento que involucraba el uso del kultrún, desconocemos si hubo otros factores que impulsaron el mayor crecimiento de las plantitas que escucharon la voz de la pariente directa del gran Darwin (¿exposición a la luz?, ¿agua?), aunque en el medio británico se indica que las condiciones para todas permanecieron iguales.
Por otro lado, los propios amigos de Mythbusters analizaron en su episodio también el impacto que tenía sobre las plantas el simplemente hablarles. En este punto, descubrieron que el contenido de lo que se les decía, no hacía una gran diferencia y que, si bien el exponerlas a la voz humana tenía efectos positivos, estos seguían siendo menores que los del heavy metal.
¿Plantas con buena “memoria”?
Si bien los estudios mencionados previamente parecen probar que las plantas responden a muchos más estímulos de los que inicialmente imaginamos, el sonido parece no ser el único. Un ejemplo es la investigación de Monica Gagliano, profesora asociada de biología en la Universidad de Australia Occidental, quien descubrió que una planta llamada mimosa pudicano sólo "recordaba" lo que le había ocurrido, sino que guardaba esos recuerdos por casi un mes.
Este tipo de planta ya era conocida por jardineros como "la planta sensible", ya que ante el menor contacto físico o estímulo, se enroscaba plegando sus hojas como si estuviera protegiéndose, según reportó National Grographic.
La científica aplicó los métodos usados para estudiar el aprendizaje de animales, poniendo sus maceteros en un artefacto que las bajaba, de manera similar a un ascensor. ¿Y cómo respondieron estas sensibles amigas verdes?
Las plantas inicialmente se protegían del rebote que generaba la caída, pero al repetirse la acción, mostraron un “aprendizaje” e incluso capacidad de "recordar" que finalmente la caída no les afectaba, pues no era muy pronunciada, y dejaron de plegar sus hojas para protegerse.
O sea, si las plantas pueden mostrar respuestas a la música, a la repetición de ciertas acciones, y al parecer incluso llegar a “preferir” ciertos tonos de voces y sonidos, quizás haya mucho más sobre ellas que todavía no hemos descubierto. Así que ya sabes, es probable que no quieras leerles un cuento a tus plantas o tocarles música antes de dormir, pero simplemente observando su crecimiento y sus respuestas a distintos estímulos, puedes aprender muchas cosas que tal vez ignorabas sobre ellas.