ruanda, genocidio, perdón, reconciliación
Imagen: César Mejías

Ruanda, un ejemplo de perdón: cómo resurgir de entre las ruinas

Han pasado 25 años desde el mayor genocidio de la historia reciente en África, ocurrido en Ruanda. Gracias a la reconciliación del pueblo, el país afectado logró resurgir de la dramática situación y alcanzar un positivo nivel económico y social. Aquí te contamos cómo.

Por Maria Paz Larrondo | 2019-04-23 | 07:00
Tags | ruanda, genocidio, perdón, reconciliación
“Toma tiempo, pero al final nos damos cuenta de que todos somos ruandeses. El genocidio se debió a un mal gobierno que puso a vecinos y hermanos, los unos contra los otros. Ahora una acepta y perdona” (Madre Caesarea, sobreviviente del genocidio).
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Hace algunas semanas, se cumplieron 25 años desde el genocidio de Ruanda, conocido como uno de los más sangrientos y fatales de la historia reciente de África. Aunque se estima que es imposible tener una cifra exacta de la magnitud del desastre, se aproxima que este dramático acontecimiento causó más 800 mil muertes en 100 días.

Pero, ¿cómo pasó todo esto? El conflicto que originó el brutal genocidio (del que te hemos contado en otras ocasiones), fue ocasionado por diferencias entre las dos tribus mayoritarias en esa época en el país: los tutsis (84%) y los hutus (15%). La matanza se desencadenó el 6 de abril de 1994, cuando el avión del presidente Juvénal Habyarimana, de la etnia hutu, fue derribado. Automáticamente fueron culpados de este atentado los tutsis, y se ordenó una matanza masiva a ellos. La violencia se extendió por todo el país. A continuación, te contamos cómo Ruanda logró salir de las cenizas y qué rol cumplió el perdón en esta sociedad.

Desarrollo para 2020

Aunque no lo creas, después de una situación tan espantosa, poco a poco Ruanda ha logrado salir adelante. Es más, hoy se destaca por ser un ejemplo para el continente africano en temas de desarrollo, pero por sobre todo, a causa del perdón entre los ruandeses que permitió que el país pudiera renacer.

La tarea no ha sido fácil, desde que asumió el presidente Paul Kagame en el año 2000, se impulsó el programa Visión 2020, en el que se planteó que Ruanda debería convertirse en una economía de renta media en dos décadas. Pero también en un país pacífico, moderno y donde, al menos, la pobreza extrema hubiese desaparecido. El programa consta de 44 objetivos claros y medibles. Uno de ellos, que un tercio de los ruandeses tenga electricidad en la casa para 2020.

El país con más mujeres en el Parlamento

Ruanda ha logrado sacar agallas e increíblemente logró estar a la altura de países como Islandia o Noruega, por lo menos respecto a igualdad de género. El Informe Global sobre la Brecha de Género 2016 del Foro Económico Mundial, mide cuánto han avanzado los países en relación a cerrar la brecha entre hombres y mujeres en diferentes ámbitos. El informe analiza cuatro áreas: salud, educación, economía y política.

Según el mencionado informe, en economía, Ruanda tiene una de las tasas de participación laboral femenina más altas del mundo (86%) y la brecha salarial es estrecha. Esto se habría dado por la necesidad, a raíz del devastador genocidio, ya que, de los sobrevivientes, entre el 60- 70% fueron mujeres. Luego, afortunadamente se pusieron en práctica políticas para ayudar a mantener a las mujeres en el trabajo, ocupando un rol importante en la economía del país.

Pero eso no es todo, Ruanda también presenta una alta participación política femenina. De hecho, en el informe encabezó la lista global de países con el mayor número de parlamentarias políticas. Esto, gracias a que se establecieron cuotas en la constitución, que estipulan que las mujeres deben ser al menos el 30% de los parlamentarios. Y el año 2017, la nación africana seguía liderando los sondeos en este ámbito.

Ruanda, es el único país donde las mujeres son mayoría en el Parlamento. Un 61,3% de los escaños los ocupan ellas. En la Cámara de Diputados, de 80 asientos, 49 corresponden a mujeres, mientras que en el Senado de un total 26, 10 son representantes femeninas.

Las medidas no se quedan solo en el parlamento, se ha dado énfasis a proteger el género femenino, y por ejemplo, se ha determinado que las mujeres puedan abrir cuentas bancarias sin el permiso de sus maridos (algo que aún no es una realidad en muchos países) y que se las proteja ante hechos de violencia de género.

Crecimiento veloz

Además de estos avances, la economía de Ruanda experimentó un rápido crecimiento (8% anual entre 2001 y 2014), lo que habría sido impulsado por la construcción, los servicios, la agricultura y la manufactura. Y también, el país redujo el porcentaje de personas que viven debajo del umbral de pobreza, del 57% en 2005, al 45% en 2010. A pesar de eso, aún el 63% de la población vive en pobreza.

Por otro lado, la desigualdad se redujo. Esto producto que, la alfabetización, la matriculación en la escuela primaria y el gasto en salud, mejoraron. Según datos de 2017 del Banco Mundial, también incrementó su esperanza de vida, que ahora es de 67 años, mientras que en 1994 era solo de 29 años.

Sin embargo, como una gran parte de los ingresos del país aún proviene de ayuda, la economía del país es aún muy vulnerable a las fluctuaciones externas.

Hoy, el gobierno apunta a transformar Ruanda de una economía basada en la agricultura de bajos ingresos, a una economía orientada al servicio, basada en el conocimiento y con un estado de ingresos medios para 2020.

Ruanda también está liderando el crecimiento verde. Ha adoptado un enfoque proactivo y ha puesto al medioambiente y al cambio climático en el centro de gran parte de las políticas, programas y planes del país. Fue uno de los primeros países en prohibir las bolsas de plástico, por ejemplo. Y cada año, los ruandeses plantan millones de árboles para proteger los bosques, ríos y humedales.

¿Qué los ha impulsado a lograr todo esto?

Sí, se puede perdonar

Pero no todo ha sido números verdes, producción y avances. Este “buen clima” del país, se asienta en raíces muchísimo más profundas. En Ruanda, el perdón triunfó y asesinos y víctimas han logrado convivir para contribuir a la sociedad. ¿Un instinto de supervivencia?

No lo sabemos. Pero sí se pueden constatar casos en que los culpables pidieron perdón de forma individual a los afectados, aportando de manera gigantesca al bien común de la sociedad.

NY Times en su artículo Retratos de la Reconciliación, menciona diferentes historias de supervivientes que perdonaron a los responsables de asesinar a sus familias. Como en el caso de Viviane Nyiramana, a quien le asesinaron a su padre y tres hermanos. Sin embargo, uno de los tres perpetradores fue de forma personal a pedirle perdón, y junto a otros sujetos que estuvieron presos la ayudaron a construir su casa.


Jean Pierre Karenzi, perpetrador, y Viviane Nyiramana, sobreviviente. Pieter Hugo/ NYT.

Otro testimonio es el de la sobreviviente, Christophe Karorero. “Cuando se trata de perdonar en forma voluntaria, uno encuentra una satisfacción que perdura en el tiempo. Cuando uno está lleno de rabia puede llegar a perder la cabeza. Cuando logré perdonar, mi mente pudo encontrar un descanso”.

Uno de los perpetradores, Deogratias Habyarimana, mencionó: “cuando estaba en prisión el Presidente Kagame dijo que aquellos reos que se declararan culpables y pidieran perdón, serían liberados. Yo fui uno de los primeros en pedir perdón [...] Madre Caesarea no sabía que yo tenía que ver con el asesinato de sus hijos, pero yo le conté. Cuando ella me perdonó, en mi corazón se desvanecieron todas las cosas que me hacían ser un hombre malvado”.

Mientras que Caesarea, relató “muchas veces hemos experimentado los males de la guerra, y muchas veces me he preguntado para qué he sido creada. Una voz interna me decía: ‘no es justo vengar a tus seres queridos’. Y toma tiempo, pero al final nos damos cuenta de que todos somos ruandeses. El genocidio se debió a un mal gobierno que puso a vecinos y hermanos, los unos contra los otros. Ahora una acepta y perdona. La persona a la que perdonas se transforma en un buen vecino y una se siente en paz”.

Hyppolite Ntigurirwa, sobreviviente del genocidio ruandés, fundador del movimiento Be The Peace, que tiene como objetivo detener la transmisión del odio intergeneracional, escribió para HuffPost: “Empecé a entender que no eran nuestros vecinos los que nos habían asesinado, sino la ideología que se les había inculcado desde hacía tanto tiempo. Fue en ese momento cuando empecé a acudir a organizaciones comunitarias de justicia social, donde mi familia y yo tratamos de perdonar... si la gente puede aprender a odiar y a matar, también puede aprender a amar. Es lo que creo y la base sobre la que trabajo”.

La sociedad completa por la verdad, la justicia y la reconciliación

En Ruanda han aprendido a convivir en paz, aprendiendo del pasado y asumiendo las responsabilidades. Han experimentado la reconciliación y se han vuelto a relacionar a través de la justicia, el perdón y el contacto. La gente se sentó a conversar, a contarse entre ellos lo que vieron, lo que hicieron, lo que sufrieron. Se dejó espacio a la verdad, para que la sociedad reconozca la magnitud de lo ocurrido y quiénes fueron los responsables.

Luego, la justicia sentenció a los prisioneros que reconocieron la responsabilidad, esto implicó trabajos comunitarios, compensaciones y reparaciones a las víctimas del conflicto. Cuando se reconoce el sufrimiento de las personas, se incrementan los sentimientos de seguridad y se recrea un equilibrio en las relaciones entre los dos grupos. La asimilación clara de este mensaje, ha hecho posible el comienzo del camino hacia la reconciliación.

Después, vino el encuentro, los prisioneros empezaron a salir de la cárcel y regresar a su comunidad. Empezó el trabajo emocional, donde se dejó el miedo de lado, muchos agresores buscaron perdón y muchas víctimas lo concedieron. Y, por último, llegó la colaboración, los proyectos conjuntos, las uniones entre familias de distinta etnia, y se fue rearmando nuevamente una comunidad que había quedado desmembrada y muy herida. ¿Quién ha coordinado estos procesos?

Se han multiplicado las iniciativas para la reconciliación en el país, desde los más diversos frentes. Algunas provenientes de las iglesias locales ruandesas, otras impulsadas por el Gobierno, y otras por asociaciones laicas fruto de la movilización civil, como la Asociación Modeste et Innocent (AMI) . Esta última trabaja en colaboración con los gobiernos locales para identificar y abordar situaciones de conflicto no resuelto entre hutus y tutsis. Crean así un ambiente para que víctimas y agresores puedan acceder al encuentro y diálogo, bajo la filosofía ubuntu, que se enfoca en la lealtad de las personas y la forma de relacionarse entre estas.

A principios de abril, se cumplieron 25 años desde aquel trágico genocidio. El libro Ruanda se reconcilia, recopila historias de lo que ha sido el proceso de perdón en el país y la ejemplar convivencia cívica.

“Never again” (“Nunca más”, en español), es una expresión común en todos los monumentos conmemorativos que hay a lo largo de Ruanda, y se ha destacado como un movimiento que marca precedente en la política pública y social, haciendo alusión a: “nunca más al genocidio”.

El proceso de reconciliación en Ruanda continúa y seguirá por un largo tiempo. Sin embargo, este país es un ejemplo de cómo el perdón puede cambiar la vida de personas y de sociedades completas, sin importar el tiempo que haya transcurrido. En este país las políticas se han centrado en un programa de desarrollo socioeconómico que atraviese la división étnica y que los beneficie a todos por igual. Aunque aún falta un gran camino por delante, este todavía tímido desarrollo, no habría sido posible sin paz ni reconciliación. 

¿Qué te parece el camino adoptado por Ruanda?

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