“Chile tiene Sida”, y no es solo una exposición que está en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). Es una invitación a conectarse con una realidad país que se cultivó en silencio por décadas y que acaba de salir a la luz con cifras que nos dejaron con la boca abierta y la guata apretada, como mínimo.
Según el último informe de ONUSIDA, Chile está entre los diez países del mundo donde las transmisiones de VIH aumentaron en un 50% o más. De hecho, entre 2010 y 2017, hubo un incremento del 96%, lo que significa que quienes viven con VIH pasaron de 2.968 a 5.816 personas.
Sin duda, el virus de la inmunodeficiencia humana es un problema de salud pública y urge frenarlo. ¿Cómo hacerlo? Un buen ejercicio es aprender de países que con una situación preocupante como la nuestra, lanzaron campañas que resultaron ser exitosas, con resultados medibles.
Si hay una campaña sobre el VIH que marcó un antes y un después, fue “No mueras de ignorancia”, lanzada en 1986, cuando recién escuchábamos por primera vez del Sida. Fue impulsada en el Reino Unido, a través de afiches en las calles, comerciales en televisión y folletos que se repartieron puerta a puerta (en esa época, ni pensar en redes sociales).
La necesidad que en ese entonces vio el gobierno británico, fue vencer el desconocimiento que existía en la población sobre esta epidemia, abordándola como un tema de salud pública, porque aún había quienes creían que el riesgo aumentaba solo por compartir un baño con una persona con VIH o si un hombre era gay.
Más de 30 años después, este video, uno de los principales de la campaña, puede ser difícil de entender. Se trata de un volcán que representa el fin del mundo y que muestra a trabajadores que tallan una lápida que tiene grabado AIDS, o SIDA, en español.
Según Norman Fowler, secretario de Salud de Reino Unido entre 1980 y 1987, en algún minuto pensaron incluir sirenas de fondo, “pero Thatcher [la primera ministra] pensó que lo estábamos dramatizando demasiado y probablemente tenía razón”, contó en 2017 en una entrevista a The Guardian.
Malcolm Gaskin, diseñador de la agencia que desarrolló la campaña, TBWA, explicó al mismo diario que hubo una atención especial en la lápida y que muchos aún la recuerdan, como si hubiera sido un elemento con un mensaje muy grave. Pero claro, estamos hablando de los 80s.
Independiente de la década, es imposible no reconocer que la campaña tuvo resultados exitosos. Antes de ella, las personas diagnosticadas con VIH en 1985 fueron más de 3.000, pero tras la campaña se redujeron en un tercio en tres años.
Además, otras enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea y la sífilis, tuvieron paralelamente una baja, tal vez gracias al mismo mensaje. La primera cayó a menos de la mitad, especialmente en Gales e Inglaterra, pasando de 50.000 contagiados en 1985, a 18.000 personas en 1988. La segunda, en tanto, si a mediados de los 80s contaba con 1.500 casos anuales, diez años después pasó a solo 150 diagnosticados. ¡Todo un logro!
Afortunadamente, el éxito estuvo más allá de los números. La doctora en Literatura de la Universidad de Leicester, Sarah Graham, colaboradora de varias investigaciones sobre el VIH, destaca que esta campaña logró abordar las relaciones sexuales fuera del matrimonio y la homosexualidad en un gobierno y una sociedad muy conservadores.
En 2003, Bush Jr. lanzó el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida, un nombre gigante que se simplifica en PEPFAR.
Esta iniciativa dependiente de ocho departamentos del gobierno estadounidense, se implementa en los centros de salud de 53 países con la ayuda de organizaciones públicas y privadas, entre ellas ONUSIDA y la Fundación Elton John contra el SIDA.
53 países beneficiados por el plan PEPFAR. |
De ellos, 13 países se roban la atención por una razón esperanzadora: tienen el potencial de controlar esta epidemia en 2020. ¿Cuáles son? Botsuana, Costa de Marfil, Haití, Kenia, Lesoto, Malawi, Ruanda, Suazilandia, Tanzania, Uganda, Zambia y Zimbabue.
La estrategia ha pasado por varias etapas y la actual está diseñada para ejecutarse hasta 2020 tras los buenos resultados, gracias a que está diseñada para prevenir, realizar tratamientos con medicamentos y por sobre todo, desmitificar la epidemia del VIH.
Según la administración, en 15 años esta iniciativa ha logrado salvar la vida de más de 17 millones de personas en los 53 países beneficiados, lo que equivale a la población de todo Chile.
También ha hecho posible que 85,5 millones de personas tengan acceso a las pruebas del VIH y que, dependiendo de los resultados, puedan iniciar un tratamiento o integrarse a programas de prevención.
Esta última línea de trabajo igualmente ha logrado resultados más que alentadores: 2,2 millones de niños nacidos de madres que viven con el VIH no fueron contagiados durante el embarazo y se financiaron 15,2 millones de circuncisiones masculinas de carácter voluntario (tras esta operación, durante una relación sexual el riesgo de contraer el VIH se reduce en un 60%).
Pero, por si esto fuera poco, el programa PEPFAR DREAMS, dirigido a niñas y mujeres jóvenes de países de África subsahariana, ayudó a que las nuevas infecciones en este grupo bajaran entre un 25% y 40%.
Todo lo anterior ha sido posible con un gran presupuesto que alcanza los USD70 millones (equivalentes a más de 47 mil millones de pesos chilenos) y que Estados Unidos distribuye a los países beneficiados. La enorme envergadura del plan lo ha posicionado como “la intervención médica más grande de la historia” y “el programa de ayuda exterior más efectivo”, incluso tras el Plan Marshall.
Más vale prevenir que curar, parece ser el lema que la Fundación para el SIDA de Nueva Zelanda (NZAF, por su sigla en inglés) siguió al pie de la letra y le trajo excelentes resultados.
En 2016, una de las campañas exitosas que lanzó convocaba a que los hombres bisexuales y homosexuales se hicieran las pruebas del VIH para realizar un diagnóstico e informar a tiempo a quienes viven con VIH, pero no lo saben.
El mensaje lo compartieron siete hombres homosexuales y un transgénero, quienes voluntariamente compartieron su testimonio y explicaban la importancia de hacerse el test, sobre todo después de exponerse a una situación riesgosa, como tener relaciones sexuales sin preservativo.
El mensaje se difundió en las calles de Wellington, la capital neozelandesa, y en la principales ciudades del país, Auckland, Christchurch y Hamilton. Además, para amplificarlo, publicaron videos en las redes sociales con los testimonios de los protagonistas.
La campaña estuvo disponible entre octubre y diciembre de 2016, y aunque tres meses pueden parecer poco tiempo, tuvo resultados dignos de aplaudir. En ese período, la iniciativa duplicó los interesados en realizarse los tests, pasando de 226 personas mensuales a 452 que contactaron a una clínica de la fundación por la página web.
También hizo posible que solo en los centros de salud dependientes de la fundación, la realización de las pruebas de VIH subiera en un 34%. Incluso en otros lugares, 238 personas por mes se hicieron los tests mientras la campaña estuvo al aire. Es decir, en total 714 personas se hicieron las pruebas en tres meses.
Después de conocer los resultados exitosos de estas campañas, y considerando la preocupante realidad que está viviendo nuestro país con el VIH, ¿será posible proyectar campañas potentes que nos ayuden a tomar acción?
Claramente para esto no hay que esperar los planes gubernamentales, pero cada uno puede partir por el autocuidado y la prevención, porque como dicen, el cuidado parte por casa, ¿o no?