Hasta antes de la entrega de los Latin Grammy, el pasado jueves 15 de noviembre en Las Vegas, los pronósticos apuntaban a un resultado predecible: la música urbana, consagrada hace años a través del reggaetón en el mercado latino, celebraría su entrada por la puerta ancha al mercado anglo con una camionada de premios para J Balvin, Karol G, Bad Bunny y Daddy Yankee, entre otros.
Y, en cierta medida, así fue. O, al menos, lo fue dentro de las categorías más especializadas como Mejor canción urbana y Mejor álbum vocal pop contemporáneo, donde fueron coronados Daddy Yankee y Maluma, respectivamente.
Pero la sorpresa, sin duda alguna, llegó en las categorías que históricamente habían sido dominadas por artistas de moda. Hoy te contamos cómo el folklore latino y los ritmos más tradicionales, se volvieron taquillas, este 2018.
En las categorías Canción del año y Mejor canción alternativa, irrumpieron artistas como el uruguayo Jorge Drexler y la española Rosalía. Esta última, una aplaudida revelación de la fusión flamenca, se convirtió en la gran sorpresa de la noche, luego de ganarle a colosos como Bomba Estéreo, J. Balvin y Daddy Yankee en la categoría de Mejor fusión/interpretación urbana, gracias a su canción Malamente.
Estos triunfos, sumados a las nominaciones de artistas como Natalia Lafourcade, Diana Burco, Monsieur Periné y nuestra Mon Laferte, han levantado comentarios en la prensa especializada, que ya comienza a hablar de una transformación en la gran escena musical latinoamericana. Los más atrevidos, incluso, se aventuran a anticipar que el folklore latino será el encargado de destronar al reggaetón en el futuro próximo.
Si bien el folklore es quizá la más perenne de las manifestaciones musicales de nuestro continente, con décadas (o siglos) de ininterrumpido desarrollo tanto a nivel subterráneo como sobre la superficie, lo que está ocurriendo hoy en día es sin duda especial. El reconocimiento proviene de los Grammy, la institución que testifica cuáles son las tendencias y los artistas de reconocimiento masivocada año.
Aunque la penetración de artistas latinos en el mercado angloparlante ha sido una tendencia constante desde principios de nuestro siglo, de la mano de artistas como Cristina Aguilera y Shakira, la irrupción masiva de música en español en el hermético público anglo, es algo reciente.
Sin ir más lejos, luego de La Bamba de Los Lobos (1987) y Macarena de Los Del Río (1996), la industria hispana tardó más de 20 años en ver un fenómeno global, con Despacito (2016). Antes de eso, la música hispana no había logrado posicionarse de forma masiva y sostenida entre la población norteamericana, a pesar de todos los esfuerzos realizados en años anteriores.
En su reporte global de 2018, la IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica), destacó la ruptura generada por Despacito, y celebró la forma en que la industria latinoamericana está logrando entrar en el mercado internacional. Según palabras de Íñigo Zabala, presidente de Warner Music Latinoamérica (citado en el reporte), “la industria [latinoamericana] siempre ha estado acostumbrada a ver un éxito masivo al año, la canción del verano. Pero ahora, gracias al streaming, las barreras que rompe y las oportunidades que crea, la industria está viendo más de diez canciones al año teniendo éxito fuera de la región”.
El éxito de Despacito abrió las puertas de Estados Unidos para la música latina, facilitando su consumo en el público angloparlante. En parte, este fenómeno se puede explicar por el aumento de la población hispana en los últimos años. Sin embargo, el factor clave en este fenómeno es el naciente interés del público angloparlante de enterarse de lo que se está haciendo en Latinoamérica. Despacito llegó a agrandar la tajada que les corresponde a los artistas latinoamericanos en la gran torta de la música estadounidense. Y ya no solo es el reggaetón, sino también expresiones como la cumbia, el son, el bolero, el vals y la ranchera, entre muchos otros que han llegado a sonar en radios y servicios de streaming en Norteamérica.
Si a este creciente interés del público anglo por consumir más música latina, le sumamos un mercado que está reconociendo a la cultura hispanoparlante en sus campañas publicitarias, en sus películas y en sus estrategias de negocios, veremos que, a pesar del rechazo de los conservadores, la presencia latina está penetrando con fuerza en Norteamérica. Y que eso ocurra es un buen negocio para todos.
Aunque el mercado de la música sigue siendo un sector fuertemente centralizado en Norteamérica y Europa, la globalización y la consolidación de las plataformas de streaming, han impulsado el fortalecimiento regional de zonas más “periféricas”, como lo son África, Asia y Latinoamérica.
De acuerdo a eso, y según el ya mencionado reporte de IFPI, Latinoamérica tiene una posición privilegiada: nuestra región, que durante años fue una zona dominada por la piratería, es actualmente el mercado con mayor crecimiento en los servicios de streaming a nivel mundial, tanto en ganancias como en la cantidad de usuarios. Esto se explica por el amplio uso de celulares, la masificación de las tarjetas de crédito y la apertura del público a las nuevas tecnologías.
Tal es este crecimiento, que Spotify llegó a bautizar a Ciudad de México como La Meca del streaming musical, por ser la ciudad con más usuarios de Spotify a nivel mundial.
Sin embargo, este desarrollo, que tiene a Chile, Perú, México y Colombia como principales polos de crecimiento, no sería tal si no estuviera acompañado de una gran dosis de talento local. El rescate de música popular del pasado, y la libre mezcla de influencias, han llevado a que el folklore latinoamericano funcione a ratos como un solo gran género musical, en el que la riqueza y variedad de nuestra cultura son cubiertos por un solo gran paraguas, en el que coexisten los legados de leyendas como Chavela Vargas, Violeta Parra, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui y Julio Jaramillo, entre muchas otras. Las fronteras interiores se han diluido, y los artistas se han dado permiso para mezclar estilos con libertad, rescatando la naturaleza mestiza y el intercambio inherente a la música de nuestra región.
Es difícil pensar que el folklore latinoamericano vaya a destronar al reggaetón en el corto plazo. En medio de la era dorada de la música urbana, con nombres como Drake, Post Malone, J. Balvin, Eminem, Ozuna y Nicky Minaj colmando los listados de artistas más populares, esta posibilidad se ve demasiado lejana como para ser una realidad que pueda tomarse en serio. No obstante, el folklore latino está cobrando una fuerza sin precedentes, que lo está convirtiendo rápidamente en una alternativa considerable. Esta reinvención del folklore, pensado ahora desde una perspectiva de música pop, ha propiciado su masificación global, llevándolo de ser una simple tendencia, a un fenómeno musical con todas sus letras.
Y qué bueno que así sea.