Al reconocido escritor francés Marcel Proust, se le atribuyen grandes obras de la literatura mundial, importantes aportes al mundo del arte y un entretenido cuestionario que se ha utilizado en muchas y variopintas ocasiones.
“¿Qué don de la naturaleza desearía poseer?”, esta y otras preguntas aparecen en el popular cuestionario de Proust, una lista con 30 interrogantes que se han contestado en entrevistas de trabajo, programas de televisión y secciones de entretenimiento de revistas y periódicos.
Pero, ¿es Proust el verdadero padre de esta serie de preguntas o se trata de una simple coincidencia del destino?
Marcel Proust nació en Francia, el 10 de julio de 1871. Desde muy niño empezó a sufrir problemas de salud, específicamente afecciones respiratorias, lo que padecería hasta su muerte.
Debido a la acomodada posición de su familia dentro de la sociedad parisina, de joven empezó a frecuentar entornos aristocráticos, en los que cultivó su afición por las letras y el arte.
Antes de dedicarse a escribir populares obras como En busca del tiempo perdido (1908-1922) y ganarse el título de uno de los autores más importantes del siglo XX, un curioso encuentro en un café francés, fue el inicio de su famosa lista de preguntas.
Un artículo publicado en el diario español La Vanguardia en el año 1980, escrito por el periodista catalán Lluís Permanyer, cuenta la historia del encuentro entre Proust y una dama que, por razones desconocidas, le pide que responda a una serie de preguntas anotadas en su álbum (una especie de diario personal de la época).
"(Proust) Hombre de buena crianza y educado, no se hizo rogar y complació a la peticionaria. Él mismo escribió las respuestas, que encabezó con el título de 'Marcel Proust par lui-meme' (Marcel Proust para sí mismo)", cuenta Permanyer.
El periodista español agrega posteriormente, que no era la primera vez que Proust respondía a la lista de preguntas, pues años atrás había realizado dicho ejercicio para Antoinette Félix Faure, hija del futuro presidente francés François Félix Faure.
Se trataba de un juego de origen inglés que se realizaba frecuentemente en los salones y cafés durante el siglo XIX. Incluso, afirma Permanyer, que el mismísimo Karl Marx también hizo un ejercicio similar entre 1860 y 1865, cuando sus hijas se lo pidieron.
En 2003, un par de manuscritos atribuidos a Proust fueron subastados en Francia, recabando entre ambos 75 mil dólares (equivalentes a más de 50 millones de pesos), aproximadamente; uno era aquél cuestionario que respondió a la dama que se lo pidió en el salón parisino.
A raíz del hallazgo del documento Marcel Proust para sí mismo, se popularizó el uso de las preguntas en diversos contextos y fueron atribuidas al escritor francés erróneamente.
Actualmente, el cuestionario de Proust tiene varios usos, siendo uno de ellos las entrevistas laborales, como técnica para conocer mejor a las personas que optan a un puesto de trabajo.
También en medios de comunicación, los periodistas suelen utilizarlo para conocer rasgos personales de sus entrevistados, tal y como lo hace el presentador James Lipton en su programa Inside The Actors Studio, quien a su vez tomó dicha iniciativa del periodista francés Bernard Pivot, o la revista norteamericana Vanity Fair.
Hay quienes haciendo unas pequeñas modificaciones del cuestionario original, lo utilizan en una primera cita o en algún encuentro con una persona sobre la que quieren conocer aspectos íntimos; técnica que sirve para romper el hielo.
Aunque no haya sido su invención, esta lista de interrogantes atribuidas al escritor francés, revelan muchos aspectos interesantes de nosotros y es un entretenido ejercicio de reflexión que, en privado o en público, nos ayuda a entender mejor quiénes somos y el porqué de nuestras acciones.