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Imagen: César Mejías

"Al espacio, por favor": ¿podremos llegar al espacio en un ascensor?

Se trata de un concepto centenario que, por falta de tecnología adecuada, nunca ha podido ser explorado en profundidad. Una empresa japonesa dará el primer paso, haciendo un pequeño experimento en el espacio.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2018-09-10 | 12:00
Tags | espacio, tecnología, japón, jaxa, cohete, ascensor, ciencia
Otros riesgos no menores incluyen: las fuerzas gravitacionales de la Luna y el Sol, tormentas y huracanes en la Tierra y posibles escombros espaciales que arruinen el hipotético ascensor.
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Arthur C. Clarke, el famoso escritor de ciencia ficción, escribió en 1979, en una de sus novelas más conocidas, sobre la construcción de una “torre orbital” en Sri Lanka. Este revolucionario artilugio permitiría a los habitantes del siglo XXII, momento en que está ambientado el libro, transportar personas y cargamento a un satélite geoestacionario (una órbita que sigue el plano ecuatorial terrestre) sin necesidad de cohetes, sino simplemente apretando un botón.

Esta es una de cientos de representaciones de lo que podríamos llamar un “ascensor espacial”, un concepto que por muchas décadas se redujo al papel barato de las revistas de ciencia ficción, pero que Obayashi, una empresa japonesa de construcción, se tomó a pecho.

En 2012, la compañía anunciaba que le tomaría 38 años construir un ascensor espacial. Luego de 6 años, están preparados para hacer una pequeña, pero muy importante prueba de factibilidad.

A continuación, te contamos los orígenes de esta idea, sus beneficios, desafíos y los detalles de la prueba que hará Obayashi.

Sin cohetes, directo al espacio

Cuando Konstantín Tsiolkovski, padre ruso de la cohetería, vio la Torre Eiffel en 1885, se la imaginó más alta, tan alta que llegaría a la órbita. Esta imagen fue la semilla del concepto de ascensor espacial.

En las décadas siguientes, varios científicos desarrollaron el concepto por los beneficios obvios que traería: los cohetes son caros y… eh, explotan. Si se creara un sistema seguro y de servicio regular para llevar personas o cosas al espacio, significaría un buen salto para la extensión de la humanidad por la galaxia y también para el desarrollo en la Tierra (lanzar satélites, por ejemplo, sería bastante más barato).

La idea fue evolucionando de una torre a un cable, anclado en el ecuador y con un contrapeso fuera de la órbita terrestre, por donde un vehículo se trasladaría en ambos sentidos.

Concepto actual de ascensor espacial. Créditos: SciShow

Pero otra cosa es con guitarra; ¿dónde encontrar un material que sea tan resistente como liviano, como para construir ese cable? El mundo científico se rascó la cabeza hasta que, hacia finales del siglo XX, se vivió un nuevo empuje a la idea gracias a la tecnología de los nanotubos de carbono.

Estos tubos de carbono puro de nanómetros de diámetro (una millonésima parte de un milímetro), tienen características que los hacen la tecnología más idónea para un proyecto así. Una estructura de nanotubos requiere de 5 a 20 veces la fuerza necesaria para doblar acero y, aun doblándolo, el material es también lo suficientemente flexible para volver a su posición inicial. Además, es ligero y muy buen conductor del frío y calor.

Los desafíos

Pero claro, si fuese tan fácil ya los tendríamos por todo el planeta. El cable tiene que resistir la fuerza centrífuga del contrapeso fuera de la órbita terrestre, y el estado actual de los nanotubos todavía es demasiado inmaduro para convencer a científicos de que son la solución.

Adicionalmente, su producción es limitada y las dimensiones aún son muy pequeñas para pensar en construir un cable que tendría que ser de casi 100 mil kilómetros de largo, es decir, equivalente a dar la vuelta al mundo dos veces y un poco más. El nanotubo de carbono más grande que se ha hecho, mide apenas medio metro.

Otros riesgos no menores incluyen: las fuerzas gravitacionales de la Luna y el Sol, tormentas y huracanes en la Tierra y posibles escombros espaciales que arruinen el hipotético ascensor.

Todas estas problemáticas, aunque principalmente la primera, han hecho que el impulso de principios de siglo se haya apagado en cierta medida. Elevator:2010, por ejemplo, una competición anual de desarrollo de tecnología relacionada a ascensores espaciales, cumplió un ciclo entre 2005-2010 y no volvió a renovarse.

Pese a todo, de que es teoréticamente posible lo es, y la compañía Obayashi quiere demostrarlo.

La prueba japonesa

Que sea una compañía nipona no es realmente una sorpresa. De hecho, en el país asiático existe la Asociación Japonesa del Ascensor Espacial, que mantiene el tema vigente mediante competiciones.

Y que sea esta compañía en particular la que se propuso el desafío, tampoco lo es. Obayashi es una empresa centenaria (ya existía cuando se le iluminó la ampolleta a Tsiolkovski) y una de las más importantes del mundo en el rubro de la construcción, creadora de obras inéditas como la torre Tokyo Skytree, la más alta del mundo, con 634 metros de altura. Es decir, ni dinero ni expertise le faltan.

Como les contábamos, la compañía planea construir un ascensor espacial para el 2050, elque incluirá una base en el océano Pacífico y una estación espacial geoestacionaria a 36 mil kilómetros de altura. El primer paso fuera de la teoría, lo darán este 11 de septiembre (si todo sale bien).

Ilustración conceptual de la propuesta. Fuente: Obayashi

Con la ayuda de investigadores de la Universidad de Shizuoka, aprovecharán un cohete que será enviado por la agencia espacial japonesa (JAXA) para llevar una miniatura de su concepto al espacio, un experimento inédito en la historia.

Se trata, específicamente, de dos pequeños satélites cuadrados de 10 centímetros por cara, conectados por un cable de acero de 10 metros. Este será recorrido por una miniatura de un ascensor motorizado, de 6 x 3 x 3 centímetros, cuyo progreso será grabado por cámaras añadidas a los satélites.

Aunque parezca poca cosa y prescinda de la tecnología de nanotubos que se supone será clave, no deja de ser la primera “mojada de potito” de un concepto que anda dando vueltas desde los tiempos de nuestros tatarabuelos.

Si en las próximas décadas la tecnología de nanotubos llega a desarrollarse lo suficiente, ya tendremos una prueba de concepto que será la base de todo. En el libro de Arthur C. Clarke, al menos (spoilers alert), el ascensor espacial triunfa.

¿Crees que será factible?

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