Crecí en una familia compuesta principalmente por “gente grande”. Yo era la más chica en la casa y aunque eso me trajo muchos beneficios, muchas veces me encontré jugando sola, especialmente en las vacaciones de verano. Nunca fue un problema, creo que gracias a eso me convertí en la lectora compulsiva que soy ahora, pero también creo que fue una de las causas de que no jugara mucho (excepto Carioca, que era como una religión en mi familia).
Años después, conocí a alguien, nos gustamos, pololeamos y nos casamos. Durante el proceso, mi marido me presentó el mundo de los juegos de mesa. Yo no los conocía mucho, había jugado alguna vez La Gran Capital (permiso, voy al subterráneo a buscar mi carnet) y conocía de nombre el Catán (más formalmente Colonos de Catán), pero esto fue entrar en las ligas mayores. Ya, tal vez exagero, no había competencias multitudinarias ni nada, pero era mucho más de lo que esperaba.
Entonces me puse a observar más atentamente y me di cuenta que son muchas las personas a las que les gustan los juegos, ya sea videojuegos o en nuestro caso juegos de mesa, y que hay una gran variedad y oferta en el mercado. Y fue en ese momento en que “se me prendió la ampolleta”, pensé que debía existir algún registro sobre los beneficios de jugar, y claro que lo hay.
Desde hace años, los estudios dedicados a la interacción juego-niño se han concentrado en identificar la contribución que tiene jugar en el aprendizaje y desarrollo. Hay una enorme cantidad de beneficios al jugar juegos de mesa, y muchos profesores los están usando para facilitar el aprendizaje de sus alumnos no solo en los aspectos académicos.
Peter Pizzolongo, asesor educacional y ex-miembro de la Asociación Nacional para la Educación de Niños Pequeños en Estados Unidos (National Association for the Education of Young Children), indica que una de las principales habilidades que desarrollan los juegos de mesa, es la autorregulación, dado que los niños deben esperar su turno y pensar en el futuro.
La aplicación de juegos en la sala de clases, también ayuda a los niños en el desarrollo de habilidades sociales, ya que como indica la profesora Marilyn Fleetwood, a diferencia de la escritura y las matemáticas, no hay reglas establecidas para enseñar este tipo de habilidades, estas deben ser desarrolladas, y es algo que se puede lograr con juegos de mesa.
Con el uso de juegos clásicos en la sala de clases, como Memorice o Uno, se desarrolla el reconocimiento de números y colores; y con el clásico Dominó, también los números y el concepto de mayor o menor. Juegos más complejos, que necesitan de “equipos”, permiten no solo aprender, sino también desarrollar la comunicación, la colaboración y la toma de riesgos. Entonces el aprendizaje se traduce en cambios de comportamiento.
Está muy bien documentada la importancia de jugar en los niños, pero también los investigadores se están enfocando en los posibles beneficios que nos entrega a los adultos. Inicialmente, se ha destacado que puede ser un importante medio para reducir el estrés y contribuir al bienestar general. Lynn Barnett, profesora de recreación, deporte y turismo en la Universidad de Illinois, es la coautora de un estudio que indica que los adultos “juguetones” tiene menos niveles de estrés en sus vidas y poseen mejores maneras de sobrellevarlo.
Inclusive otro estudio, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, muestra que los adultos que juegan son más atractivos para el sexo opuesto.
Hasta acá vamos muy bien. Tenemos beneficios en la infancia y en la adultez. ¿Y en la vejez? Pues hoy estamos de suerte, porque también se ha visto que jugar juegos de mesa tiene beneficios para los adultos mayores.
Los juegos pueden mejorar el rendimiento cognitivo en quienes pertenecen a la tercera edad. Gracias a los datos obtenidos del Cohorte Paquid, un grupo de 3.777 individuos de 65 años o más que fueron estudiados desde 1988 hasta 2004, se reconoció que los juegos de mesa pueden disminuir en un 15% la probabilidad de desarrollar demencia.
Después de todos estos datos, no queda duda de que jugar, específicamente juegos de mesa, trae beneficios en todas las etapas de la vida. Y no son solo para nuestra salud mental —disminución del estrés, mejoras en la memoria y habilidades cognitivas— sino también física, dado que se ha descubierto que puede bajar la presión, lo que resulta muy beneficioso para quienes sufren de presión alta. Como jugar en general provoca risa, esto produce un aumento en las endorfinas, ayudando con la relajación de los músculos y la circulación de la sangre.
Por último, les quiero recomendar algunos juegos para los que estén interesados en introducirlos a su estilo de vida. Mi favorito es Dixit, un juego que sirve para toda la familia (sí, toda, lo he jugado con niños de seis años y funciona muy bien) y que trabaja mucho la imaginación. Uno de estrategia que juego mucho es Catán, ahí recomiendo un poco más de edad para participar, más que nada porque son más reglas y mayor complejidad. Y por último, si no quieren invertir en un juego (porque sí, para mí es una inversión), pueden jugar cartas con un mazo tradicional, y obtendrán todos los beneficios que nombré antes.