El 29 de marzo de 2019 será un día donde los pubs de todo el Reino Unido estarán llenos a reventar. Algunos estarán celebrando la salida formal de su país de la Unión Europea, otros estarán ahogando sus penas por el fin del sueño europeo.
Pese a los pocos meses que nos separan de esta importante fecha, la teleserie del Brexit, un tira y afloja que parece no tener solución, continúa más adrenalínico que nunca. ¿Cómo está pintando el panorama hoy por hoy? A continuación, respondemos las preguntas esenciales para entender el actual momento de un drama que le da mil patadas a The Crown.
Además de una invasión alienígena (¡prepárense!), esta fecha marca la salida formal del Reino Unido de la Unión Europea (UE), tal como fue fijada en el inicio del proceso de retirada que comenzó el 29 de marzo de 2017. Es decir, el gobierno liderado por la Primera Ministra Theresa May, del Partido Conservador, se dio dos años para llevar a cabo las negociaciones necesarias con la UE.
Sin embargo, no es llegar y mandarse a cambiar. Hasta el 31 de diciembre de 2020, habrá un periodo de transición, que fue acordado entre ambas partes en marzo de este año.
En este periodo, el Reino Unido ya perderá sus facultades como miembro, pero seguirá participando en los acuerdos comerciales de la UE con otros países. El país podrá firmar sus propios acuerdos, pero estos regirán solo luego del periodo.
Además, continuará el tránsito libre entre ambas partes, Irlanda del Norte continuará como parte del mercado único europeo (evitando así cualquier tipo de aduanas con sus pares de la República de Irlanda) y se pulirán todos los detalles que no se han pulido antes.
Todo esto sonaba muy bonito en marzo, pero ya en mayo Theresa May quería pedir unos añitos extras de transición por las dificultades en las negociaciones, no solo con la Unión Europea, sino también con integrantes de su propio partido.
Recién el 19 de junio se sentaron el ministro del Brexit (sí, tienen un ministro especial para eso), David Davis, y el francés Michel Barnier, el designado jefe de negociaciones por la Comisión Europea. ¿La idea? Construir una “nueva, profunda y especial alianza con la UE”, en palabras de Davis.
Como les explicamos hace un tiempo, la salida del Reino Unido puede tomar dos caminos. Ambos cuentan con sus propios defensores y detractores dentro del país:
Pero quien ha mandado, para disgusto de David Davis, es Theresa May, quien se ha mostrado más cercana al Brexit blando, y así lo presentó en un plan que envió el 6 de julio para ser evaluado por Bruselas (ciudad que alberga la sede central de la UE). May, por cierto, votó contra el Brexit en el referendo original.
Pocos días después, dos ministros claves y miembros de su propio partido, el mismo Davis y Boris Johnson, de exteriores, renunciaron.
Sí, por decirlo de buena manera. Al renunciar, Johnson acusó a la Primera Ministra de llevar al país a un “semi-brexit” con un “estatus de colonia”. Una frase curiosa, tomando en cuenta el cuestionable pasado imperial del Reino Unido.
Theresa May está perdiendo rápidamente el apoyo dentro de su partido, y de hecho han habido rumores de una posible movida para retirarla como líder del Partido Conservador, lo que gatillaría, según el sistema inglés, su salida como Primera Ministra. Sin embargo, el momento político del país y del Partido Conservador, sugieren que les podría salir el tiro por la culata: a meses de la salida de la UE, el partido cuenta con una mayoría por sobre el Partido Laborista más reducida que en el periodo pasado y sin un referente fuerte para reemplazar a May.
Theresa May olvidando sus problemas en su presente gira africana.
La movida provocaría elecciones adelantadas que podrían dejarle el gobierno en bandeja a los laboristas, liderados por Jeremy Corbyn, a quien May superó en las últimas elecciones generales (2017) por un estrecho 2,4%.
Aunque un factor es su convicción personal (ya les dijimos que votó contra el Brexit), en el juego de la política las cosas son mucho más complejas, y May se encuentran bastante atada a otras fuerzas que le impiden inclinarse por la opción más dura.
Por un lado, está obligada a acercarse a parlamentarios fuera de su partido, porque necesita de una aprobación mayoritaria para aprobar cualquier tipo de trato con la UE. Por otro lado, May llegó a suceder a David Cameron como Primera Ministra gracias al apoyo del Partido Unionista Democrático (DUP en inglés) de Irlanda del Norte, lo que la pone en una sensible posición en el "tema irlandés", uno de los puntos más complejos del Brexit.
Para el DUP, partido pro-Brexit, es importante, primero, quedar en igualdad de condiciones con el resto del Reino Unido y, segundo, evitar cualquier tipo de conflicto que pueda mover el eje electoral de Irlanda del Norte hacia el Sinn Féin, el partido nacionalista irlandés, activo en ambos lados de la isla. En Irlanda del Norte, los votos para el Sinn Féin han ido al alza, con un aumento entre las elecciones de 2015 y 2017, de 24,5% a 29,4%.
Un Brexit duro o mal negociado, podría llevar a la instalación de fronteras con controles aduaneros y/o personales entre la Irlanda del Norte no europea y la Irlanda europea. En el peor de los casos, el descontento podría volver a gatillar los enfrentamientos armados entre unionistas y nacionalistas que plagaron la isla por tantos años y que dejaron miles de muertos. Otro panorama es, por el mismo descontento, que el Sinn Féin se alce con la mayoría electoral y haga un llamado a un referendo por la unión de la isla.
Aduana irlandesa en 1968, una imagen que nadie quiere repetir. Fuente: EUobserver
Es ese complicado balance de intereses el que tiene en jaque al gobierno de Theresa May, y la Unión Europea no se lo pone más fácil.
La UE también tiene sus demonios que enfrentar. La crisis de refugiados y el éxito de partidos de ultraderecha en varios de sus estados miembros, le obligan a tomar estas negociaciones como una oportunidad para lucir fuerte.
No le conviene a la UE que el Reino Unido salga ganando en las negociaciones. Si esto ocurriera, le daría más impulso a los varios movimientos euroescépticos que pululan por el viejo continente. "Si no controlamos el Brexit correctamente, podemos tener un efecto dominó", dijo el presidente francés Emmanuel Macron hace pocos días.
Ahora mismo, la UE pasa momentos de gran tensión con Italia, cuyo Primer Ministro, el euroescéptico Matteo Salvini, ha acusado en varias ocasiones a Bruselas de no hacer nada para parar el flujo migratorio hacia su país. Sin ir más lejos, recientemente Salvini y Orbán, el presidente húngaro del que les hablamos en esta nota, se reunieron para hablar de un “eje anti inmigración” dentro de la UE.
Los motivos que tiene la UE para hacerle la vida difícil a May, son más que los que tiene para ceder a sus propuestas.
Si esto fuese una película (que seguro lo será), estaríamos llegando al clímax. El objetivo del nuevo ministro del Brexit, Dominic Raab, es llegar a un acuerdo para la cumbre con la UE en octubre.
Dominic Raab. Fuente: El Economista
Aunque Raab recientemente habló de un acuerdo “a la vista”, paralelamente ya se está discutiendo sobre un Brexit sin acuerdo, es decir, ni duro ni blando. De hecho, May ya tiene reuniones agendadas para desarrollar un plan en este caso.
Una salida así tendría toda una serie de desafíos que solo se podrían comparar a cuando la Unión Soviética se disolvió, dejando a un saco de pequeñas naciones en un curso intensivo de "Cómo hacer tu propio país en 3 días".
Las lagunas legales por falta de legislación pertinente, podrían provocar un “caos como nunca hemos visto”, según el Comité de Asuntos de Interior, entidad presidida por una parlamentaria laborista. “Nadie sabrá cuáles serán los acuerdos hasta el último minuto y nadie tendrá tiempo de planear nada en absoluto”, agregan en un comunicado.
Una salida así también significaría la aplicación inmediata de controles en la frontera irlandesa. Y ya sabemos que eso no llevaría a nada bueno para el Reino Unido.
May, por su lado, señala que Brexit sin trato “no será un camino de rosas”, pero que “no sería el fin del mundo”. Las esperanzas están, claramente, en lo que pueda lograr Raab antes de la cumbre en octubre.
Para ponerle la guinda a la torta, el llamado del Partido Laborista a un nuevo referendo, donde ciudadanos puedan escoger entre Brexit duro, Brexit blando o no Brexit, todavía no está totalmente descartado.
Todo parece indicar que septiembre y octubre serán los meses donde podría salir humo. Si es blanco o negro, eso no lo sabemos.