En estos últimos años, las cosas han avanzado a pasos de gigante para la arqueología. Para los que no son amantes de esta ciencia será fácil perderse, así que les daremos un bonito resumen para la prueba:
Parece que hemos dado apenas un pestañeo y ya tenemos nuevas noticias, también increíbles: la primera evidencia sólida de un ejemplar híbrido, con padres de especies distintas de la familia homínida.
Oculta entre las montañas de Altái, en el centro de entretenimiento favorito de Stalin, en Siberia, se halla un sistema de cuevas conocido como las cuevas de Denísova. Su nombre deriva de un ermitaño llamado Denis que habría vivido allí en el siglo XVIII. Denis, eso sí, nunca supo el tesoro antropológico que tenía a sus pies.
Herramientas, elementos decorativos y preciado ADN, se conservaron por cientos de miles de años gracias a las bajas y consistentes temperaturas de las cuevas. En 2010, científicos dieron un gran golpe al encontrar restos de entre 30 mil a 50 mil años, cuyo ADN tenía que ser una nueva especie: el hombre de Denísova.
Aunque no sabemos su fisiología, ya que los restos se limitan a solo un dedo y algunos dientes, el análisis de su ADN y la datación de sus huesos, nos indicaron su punto origen: sus ancestros serían un grupo de protohumanos que habría emigrado de África tempranamente, mucho antes de que surgiera el homo sapiens, hace unos 744.000 años.
Créditos: IAET SB RAS, Sergei Zelensky |
Estos homínidos que salieron de África, también serían los predecesores directos del Neandertal. Es decir, ambas especies, Neandertal y hombre de Denísova, tienen en común a estos ancestros que se mandaron a cambiar del continente negro. Habrían pasado 200.000 mil años cuando, por Oriente Medio, surgieron los dos grupos, con características suficientemente divergentes como para separarlos en distintas especies del género Homo.
Mientras neandertales cubrieron gran parte de Europa y también algunas zonas aisladas de Oriente Medio y la actual Rusia y Uzbekistán, los denisovianos se dirigieron hacia el este, a través de Asia, hacia Melanesia (actuales Vanuatu, Islas Salomón y Papúa Nueva Guinea).
¿Cómo es que algunos terminaron en Rusia? A un grupo denisoviano se le perdió la brújula mientras cruzaban Asia y se habría dirigido hacia el norte, llegando eventualmente a los alrededores de las montañas de Altái. Y ahí estaba la otra sorpresa: en el mismo sistema de cuevas, también se hallaron restos neandertales de unos 120 mil años de antigüedad.
Pese a la diferencia de casi 60 mil años entre los restos, científicos observaron que el genoma denisoviano tenía trazas de neandertal, por lo que tuvo que haber habido un choque de primos que fue mucho más allá del “¡Güeeena, tanto tiempo!”. Neandertales y denisovianos habrían tenido descendencia híbrida.
Y esto sería confirmado de primera fuente, pues en 2015 se identificaron fragmentos óseos en Altái, cuyo genoma fue secuenciado en su totalidad por científicos. Los resultados están aquí.
Los fragmentos corresponden a una mujer o niña, mejor dicho, de apenas 13 años que vivió hace unos 90 mil años, cuyo nombre fue archivado como Denísova 11. Su genoma revela que su madre era neandertal y su padre denisoviano. Aunque en un principio una de las científicas, Viviane Slon, pensó que había metido la pata de alguna forma, los resultados no mienten: es el primer híbrido del género Homo de primera generación jamás identificado.
Créditos: Instituto Max Planck |
"Se puede ver que en cada par de cromosomas, uno proviene exclusivamente del neandertal y el otro de algo que es exclusivamente denisoviano", dice Svante Pääbo, genetista que trabajó también en los primeros hallazgos en las cuevas.
"Sabíamos por investigaciones previas que los neandertales y los denisovianos de vez en cuando se mezclaban entre sí. Pero encontrar realmente una descendencia de tal mezcla, eso fue totalmente inesperado”, señala Slon.
El pedacito que quedó de “Eleven” (Denísova 11), es la más clara prueba de que la hibridación no fue una excepción, sino algo frecuente en esta zona. De hecho, el propio padre denisoviano también habría tenido un ancestro neandertal distante.
Y no se trata solo de estas especies particulares en la fría Siberia. La hibridación entre neandertales y homo sapiens está bien investigada, y también habría existido entre homo sapiens y otras especies del género Homo en África.
Dónde sucedió este proceso con mayor frecuencia, podría inferirse del mapa genético actual. Se estima que europeos y asiáticos tienen entre un 1% a un 2% de ADN neandertal, mientras que africanos tienen porcentajes cercanos al 0% o simplemente nulo. ¿Tiene sentido, no? Sabemos que los neandertales surgieron de un grupo que abandonó África, por lo que su hibridación debió haber sucedido cuando ya habitaban Asia y Europa, topándose con los homo sapiens recién salidos del continente negro.
Los denisovianos, por otro lado, dejaron una gran marca en el ADN de los actuales habitantes de Melanesia. Entre 4% a 6% de su ADN corresponde con el de estos homínidos, mientras que es casi indetectable en el resto del mundo.
La hibridación es una de las razones por las que el término “especie” es confuso en un proceso evolutivo que fue gradual (no, no es como en Pokémon), que se llevó de forma paralela en varias partes del mundo, donde intervinieron muchas “especies”y donde la frontera entre unos y otros puede ser increíblemente difusa.
Aunque cada especie tiene un set de características que permite su categorización, entremedio hay una zona gris donde se observan una mezcla de rasgos y características que pueden confundir incluso a los más expertos arqueólogos.
Un buen ejemplo lo contiene esta misma niña híbrida. La línea neandertal de la madre es más cercana al ADN de estos homínidos más recientes, encontrados en Croacia, que al neandertal encontrado en las cuevas de Altái. Es decir, se trata de una misma “especie”, en el mismo lugar, pero con suficientes miles de años entremedio para hacer una diferencia a nivel genético.
Y si hubo hibridación, ¿por qué neandertales y denisovianos se mantuvieron como especies distintas? El estudio indica que fue, probablemente, por dos razones: sus presencias se solaparon por relativamente poco tiempo y solo en esta zona, y la descendencia híbrida quizá no fue lo suficientemente fuerte para sobrevivir en este ambiente.
Todo esto habría de cambiar con la llegada en masa del humano moderno, hace unos 60 mil años. La estancia fue lo suficientemente larga como para que ambas especies fueran absorbidas por los más numerosos sapiens.
Aunque 20 mil años después solo quedaba el homo sapiens, ambos homínidos dejaron una marca que perdura hasta hoy.