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Imagen: César Mejías

La guerra que no conocías: el conflicto entre Etiopía y Eritrea parece llegar a su fin

Etiopía y Eritrea, dos naciones hermanas, estuvieron en conflicto por casi 30 años. Hoy por primera vez se reabren las líneas telefónicas y padres, hermanos e hijos, vuelven a escucharse sus voces. Glenn Ojeda, consultor internacionalista y economista, analiza el momento de reconciliación que viven estos países africanos.

Por Glenn Ojeda @GOjedaVega | 2018-08-14 | 15:00
Tags | conflicto, paz, etiopía, eritrea, guerra, solución.
La resolución pacífica del conflicto entre Eritrea y Etiopía es buena para el mundo y el acercamiento de estos dos vecinos presenta grandes oportunidades para la región.
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La segunda semana del pasado mes de julio, sucedió algo inédito en Etiopía y Eritrea, dos países africanos. Miles de ciudadanos de ambas naciones, desconocidos entre sí, se llamaron telefónicamente unos a otros, para recordar esos días de infancia en que la frontera no existía. Esto porque las líneas telefónicas entre ambos países fueron restablecidas por primera vez en veinte años.

La mayor parte de estas conversaciones se dieron en amhárico, lengua vernácula en Etiopía que es también conocida y utilizada en Eritrea. También durante el mes de julio, se reanudaron los vuelos entre los dos países, permitiendo la reunificación de familiares y amigos que no se veían desde hace décadas. Para completar, ambos gobiernos han anunciado que harán un traslado de prisioneros políticos para que los nacionales encarcelados en el extranjero, puedan por fin regresar a su país.

¿De qué conflicto me hablas?

El reacercamiento entre Etiopía y Eritrea se da después de que mantuvieran un estado de alta tensión y hostilidades desde la década de 1990. Localizados en la región conocida como el Cuerno de África, en el noreste del continente, Eritrea y Etiopía fueron un solo país llamado la Federación de Etiopía, entre 1952 y 1993.

En 1993, Eritrea se independizó después de un sinnúmero de tensiones y transiciones políticas en Etiopía. Durante los años inmediatamente siguientes, los dos países mantuvieron estrechas relaciones económicas, ya que Etiopía depende de vecinos como Eritrea para tener acceso al Mar Rojo (Etiopía es parecido a Bolivia, que depende de Chile y Perú para tener acceso a puertos marítimos y así poder comerciar internacionalmente). Desafortunadamente, en 1998 una disputa fronteriza entre ambos países llevó a una violenta guerra que, en principio, todavía no se ha resuelto.

A pesar de que no ha habido mayores combates entre Etiopía y Eritrea desde principios de los 2000, los dos gobiernos se han mantenido en estado de alerta y desconfianza con respecto a sus antiguos compatriotas. Más aún, desde hace años no ha habido relaciones comerciales o diplomáticas entre las dos capitales, Asmara y Adis Abeba. Sin embargo, el nuevo Primer Ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, es una figura nueva y joven en la política del país que se ha fijado como prioridad la normalización de relaciones.

Tanto es así, que el 8 de julio, Abiy Ahmed Ali viajó a Asmara, la capital Eritrea, donde se reunió con su homólogo, el Presidente Isaías Afewerki, de 72 años de edad, quien ha dirigido Eritrea desde la independencia nacional en 1993 y, desafortunadamente, no es el más democrático de los líderes en la región. Aun así, durante la visita histórica, ambos dirigentes enfatizaron su voluntad de construir puentes entre los dos países, dejando atrás las diferencias del pasado. A los pocos días, el 14 de julio, el Presidente Afewerki aterrizó en Adís Abeba por primera vez en veinte años para una visita de varios días.

Un problema de vecindario

Imaginemos que vives en un departamento (Etiopía) cuya arquitectura te obliga a pasar por la casa de alguno de tus vecinos para llegar a la calle. Hace veinte años tuviste una fuerte discusión con el vecino a la izquierda (Eritrea) y, desde entonces, has estado utilizando el departamento de tu vecino a la derecha (Yibuti, pequeña república africana) como vestíbulo a tu vivienda. Afortunadamente, tienes una buena relación con tu vecino a la derecha, ya que llegaste a un provechoso acuerdo comercial con él: cada vez que sales a vender sopaipillas al barrio, el vecino te cobra un peaje de dos mil pesos.

Pero ahora los tiempos están cambiando y has decidido visitar a tu vecino cascarrabias de la izquierda para hacer las paces. De hecho, la visita fue tan bien que lo invitaste a almorzar a tu casa y te ha dicho que no le molesta si transitas por su casa para llegar a la calle. Ahora tienes dos puertas por las cuales llegar y salir de tu casa y, para colmo de la buena suerte, el vecino de la izquierda (Eritrea), para darte el beneficio de usar su puerta, te dice que el sólo te cobrará mil pesos de peaje cada vez que salgas a vender tus sopaipillas.

La solución: ¿economías integradas?

Si trasladamos este escenario al plano de países, el reacercamiento entre Etiopía y Eritrea presenta un sinnúmero de retos y oportunidades. Particularmente porque Etiopía, el vecino encerrado, es uno de los países más poblados de África y del mundo, con un total de más de cien millones de ciudadanos. Ahora que los gobiernos buscan reestablecer embajadas en la capital de sus vecinos respectivos, tendrán que abordarse complicados temas de fondo, como la delimitación de una frontera definitiva y mutuamente reconocida.

Simultáneamente, esto implicará una reducción en el tamaño de los ejércitos de ambos países, lo cual les ahorrará millones de dólares. Sin embargo, en el caso de Eritrea, esto posiblemente debilitará la posición del actual gobierno, pues el presidente ha justificado su autoritarismo, el gran tamaño del ejército y el servicio militar obligatorio, utilizando como argumento la posibilidad de una nueva guerra contra Etiopía.

Ahora que la cooperación parece ser el nuevo camino, el Presidente Afewerki se verá presionado a acabar con el servicio militar obligatorio, lo cual enviará a muchos jóvenes soldados de vuelta a sus casas a buscar trabajo. A su vez, esto pondrá presión en la economía eritrea ya que, si estos jóvenes no encuentran empleo, es muy probable que salgan a la calle a manifestarse. Es por esto que el gobierno de Eritrea debe avanzar rápidamente en la integración de su economía con la de Etiopía, la cual lleva muchos años de gran crecimiento.

Además, la reducción del complejo militar en Eritrea y una apertura hacia el mundo, podrían potenciar otras industrias, como el turismo y la minería. Eritrea cuenta con preciosos arrecifes de coral y una multitud de islas a lo largo de su costa, al igual que con minas de oro y cobre.

Similar al caso de Bolivia, Etiopía depende de los puertos de sus vecinos para exportar la mayoría de sus productos, ya que el país no tiene acceso directo al mar. En este sentido, existe un gran potencial para que Eritrea se convierta en el vestíbulo de la economía etíope, mediante el desarrollo de trenes y mega-puertos para la entrada y salida de productos. Un desarrollo así beneficiaría a Eritrea, porque le permitiría al gobierno crear empleo en otros sectores. Por su parte, Etiopía se favorecería de los 1,151 kilómetros de costa que tiene Eritrea en el Mar Rojo, facilitando su acceso a mercados en Europa y el Oriente Medio.

Actualmente, Etiopía depende casi exclusivamente de los puertos del vecino país de Yibuti para importar y exportar sus mercancías internacionales. Por ende, tener acceso a los puertos de Eritrea representaría una segunda salida y probablemente reduciría un poco el flujo de mercancías pasando por Yibuti. Y esto es fundamental por una razón económica: en años recientes, uno de los principales desafíos de Etiopía ha sido que el país ha importado más bienes de los que ha exportado. Es decir, como Etiopía no ha gozado de rutas fáciles para la salida de sus productos, los demás países no han buscado comprarlos, a causa de los altos costos de transportación y, en ocasiones, el doble arancel. Por consiguiente, la apertura de un vestíbulo por Eritrea también beneficiaria a los productores de café, oro, flores y otras industrias en Etiopía.

El futuro de Etiopía y Eritrea

Lamentablemente, durante las últimas dos décadas el pueblo eritreo como país independiente no ha progresado a la par con su vecindario y hoy tiene muy bajos índices de desarrollo humano. Apoyándose sobre la amenaza de otra guerra contra Etiopía, su presidente ha prohibido la libertad de prensa y de expresión. El gobierno tampoco ha celebrado elecciones generales desde 1993 ni ha permitido la redacción de una constitución nacional. Esta cruda realidad ha llevado a una migración constante de miles de jóvenes eritreos que abandonan su país cada mes, cada año.

Por otra parte, la economía en Etiopía ha crecido por encima del 7,5% desde el 2004. Al mismo tiempo, cuenta con grandes reservas de agua y ha desarrollado mega obras para la producción de energía renovable, como es la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope en el Río Nilo Azul, una vertiente del río más largo de África. Por ende, en el corto plazo la frontera entre los dos países deberá permanecer asegurada a pesar del acercamiento político por dos razones principales.

En primer lugar, para evitar conflictos futuros por disputas territoriales mientras que se delimita una frontera definitiva. Y, en segundo lugar, para evitar un flujo masivo de refugiados eritreos hacia Etiopía. Una vez que Eritrea comience a ver los frutos económicos y políticos de su integración con Etiopía y la región, entonces se podrá liberalizar la circulación de ciudadanos entre ambos países.

La resolución pacífica del conflicto entre Eritrea y Etiopía es buena para el mundo y el acercamiento de estos dos vecinos presenta grandes oportunidades para la región. Para Etiopía, buscar una buena relación económica con Eritrea era un paso natural dada la necesidad económica que tiene el país de seguir creciendo. Mientras que en el caso de Eritrea, el acercamiento con Etiopía representa algunas dificultades para el gobierno del Presidente Afewerki, pero ofrece una nueva esperanza de libertad para el pueblo.

Durante los próximos meses, el Primer Ministro Abiy Ahmed Ali de Etiopía deberá mantener su campaña de reconciliación y convencer a Eritrea de que la integración económica y la liberalización política son el camino correcto. Por su parte, el Presidente Isaías Afewerki debería ayudar a su pueblo a comenzar un nuevo capítulo y retirarse del poder dando espacio a una nueva generación. Haciendo frente a estos y otros desafíos, podremos ver durante los próximos años un real acercamiento que sea fructífero para ambas naciones.

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