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Imagen: César Mejías

El virus de la polio para tratar un cáncer: el método que podría curar tumores cerebrales

Hace seis años, científicos iniciaron un ensayo clínico para tratar un tipo de cáncer incurable usando una versión modificada del virus de la poliomielitis. Recientemente publicaron los resultados y son más que esperanzadores.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2018-07-09 | 17:00
Tags | salud, cáncer, medicina, ciencia, terapia, polio

Pese a todos los avances científicos de los últimos años, la medicina aún se halla impotente frente a ciertas afecciones que, como monos porfiados, se resisten y resisten. El cáncer es, quizá, la más conocida de ellas y la más representativa en las estadísticas: una de cada seis muertes a nivel mundial se debe a algún tipo de cáncer.

Pero eso no significa que la ciencia diga “bueno, al menos lo intentamos” y se vaya a jugar ping-pong. Incontables organizaciones, médicos e investigadores están, ahora mismo, tratando de encontrar esa droga, hormona, tecnología o esfera del dragón que incline la balanza del enfermo terminal hacia la vida.

Uno de los tratamientos que más motivan, tanto por el resultado como por el método, proviene de un equipo de científicos de la Universidad de Duke, en Estados Unidos. Luego de 25 años de estudios, seis de ellos observando su funcionamiento en una prueba clínica, los científicos salvaron la vida de 17 pacientes terminales utilizando, paradójicamente, otra enfermedad.

Polio Vs. Cáncer

La poliomielitis, o polio para los amigos, es una antiquísima enfermedad viral que nos viene atormentando desde los tiempos de los antiguos egipcios. El virus, que es contraído especialmente por niños, ataca la médula espinal y provoca atrofia muscular y parálisis, aunque solo produce síntomas en un 5% de los casos.

Antiguamente era un verdadero problema, porque no tenía cura. Aunque era mortal en casos muy raros, las secuelas físicas se traducían en invalidez para toda la vida. Hoy, en la mayor parte del mundo, está prácticamente erradicada gracias a vacunas que empezaron a implementarse a partir de los 50s.

Por otra parte, el gioblastoma es el tumor cerebral más común y más agresivo que existe. Incluso aplicando radioterapia y quimioterapia, en su grado más desarrollado (IV) la expectativa de vida no supera los 20 meses. Dado que es un tumor infiltrante, sin límites definidos, la cirugía tampoco logra mucho. Básicamente, el gioblastoma tiene todas las de ganar.

Pero a estos científicos se les ocurrió un método inusual para lograr cierta ventaja ante este debastador rival: probar el impacto terapéutico de una vacuna que contiene poliovirus tipo 1 atenuado, al que reemplazaron su ribosoma usual (parte de las células que hacen posible la expresión de genes) por el de un rinovirus humano tipo 2 (el mismo que causa el resfriado común). ¿Por qué? El ribosoma ajeno evita su neurovirulencia, es decir, que se propague por las neuronas.

Cuando uno se contagia de la polio, el virus se agarra a una proteína receptora específica que tenemos, identificada como CD155. Generalmente es poco abundante en tejidos normales, pero en tumores sólidos ocurre un rápido aumento de este receptor y es, de hecho, lo que hace que sean tan agresivos.

Por lo tanto y según investigaciones del biólogo molecular Matthias Gromeier, quien comenzó a indagar en el tema hace más de 25 años, la interacción entre ambas podría ser una victoria para el huésped humano.

La versión atenuada del poliovirus antes descrita, ingeniada por Gromeier, se pega rápidamente por su alta afinidad a las células cancerígenas llenitas de CD155, las infecta y posteriormente mata. “Es muy eficaz: mata a las células tumorales con las que entra en contacto, se carga las raíces del tumor en todo el cerebro”, señala uno de los investigadores. A la vez, estimula al sistema inmune para enviar más tropas y así terminar el trabajo.

¿Cómo se desempeñó la vacuna, entonces, a la hora de la verdad?

Los resultados

En 2012 se dio luz verde a la prueba clínica que incluyó 165 pacientes adultos con gioblastoma grado IV, es decir, sin expectativas de vida a largo plazo: a 61 se les aplicó la vacuna y los 104 restantes conformaron el grupo de control. Es importante notar que todos los pacientes tenían un nivel de funcionamiento similar en cuanto al desarrollo de su enfermedad.

La vacuna se aplicó directamente, a través de un catéter, en el tumor, con varias dosis que fueron en incremento durante la terapia.

Después de cinco años, 103 de las 104 personas del grupo control habían fallecido. La restante no pudo ser ubicada para el seguimiento, por lo que podríamos hablar de prácticamente una mortalidad del 100%.

En el grupo que recibió la vacuna, las cosas fueron distintas. De las 61 personas que se inscribieron en el tratamiento, seguramente como un intento desesperado de superar su estado terminal, 17 sobrevivieron luego de 2 años de terapia, y esas mismas 17 personas siguen vivas tres años después, traduciéndose en un porcentaje de éxito del 21%.

Porcentajes de sobrevivencia de ambos grupos, un gráfico escalofriante y esperanzador a la vez. The New England Journal of Medicine.

Dos de estas personas están completamente libres de cáncer y sin ningún riesgo. El resto ha tenido episodios de reincidencia del tumor, pero afortunadamente la vacuna sigue funcionando, a diferencia de otros tratamientos químicos a los que el tumor puede desarrollar resistencia.

Lo que viene

17 personas viven, pero los científicos creen que la tasa de éxito puede aumentarse. “Queremos mejorar la supervivencia, que más gente responda al tratamiento, y eso pasará seguramente por combinar el poliovirus con otras terapias e incluso otros virus”, señala uno de los investigadores.

En las próximas semanas, comenzarán dos pruebas clínicas que utilizan el poliovirus. Uno lo combina con quimioterapia para tratar gioblastomas, y el otro busca evaluar su eficacia al tratar melanomas y cánceres de mama.

Si bien el poliovirus es uno de los predilectos para luchar contra el cáncer por lo bien que lo conocemos, no es el único virus que podría salvarnos de una muerte casi segura.

De hecho, el VIH ha sido genéticamente modificado y “atenuado”, al igual que el poliovirus, para combatir leucemia en casos donde otras terapias más convencionales no funcionan. El 83% de los pacientes del estudio clínico entraron en remisión y dos tercios aún se mantenían en ella un año después.

Otro ejemplo de viroterapia (terapias para combatir enfermedades a partir del uso de virus), es un adenovirus modificado por neurólogos españoles, que logró extender la vida de algunos pacientes terminales, desde pocas semanas pronosticadas a cinco largos años.

Los investigadores detrás de estos proyectos sostienen que el potencial de los virus como arma contra el cáncer es increíble. Combinarlos entre ellos y con terapias tradicionales podría traducirse, realmente, en la esquiva cura que a tantos científicos desvela.

¿Conoces otros casos de enfermedades que sanan otras?

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Comentarios
Gonzalo Montoya | 2018-07-09 | 18:39
0
Que fuerte habrá sido elegir quién era control y quien no, sabiendo que al menos a los que tenían la prueba podían tener esperanza
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