25 segundos significan mucho… mucho… en Japón. Así como el tiro del Oliver Atom podía demorar todo esto en entrar a la red, así también los japoneses (en cámara lenta y dramatizada) alcanzan en ese lapsus a subirse al tren preciso que los lleva a su trabajo sin retraso. Por eso, el hecho de que un tren parta 25 segundos antes de lo indicado, es una razón de peso para deshacerse en perdones.
Sí, es un caso real. Hace algunos días, en la prefectura de Hyogo, un conductor del tren salió un pelo antes y, como algunos pasajeros perdieron ese tren y tuvieron que esperar 6 minutos el otro, la empresa West Japan Railways pidió perdón de manera oficial en un comunicado: “El gran inconveniente que generamos en nuestros clientes fue realmente inexcusable”.
Razones como la puntualidad y el hecho de haber logrado disminuir considerablemente la cantidad de suicidios en las vías, son las que hacen de sistema ferroviario, uno de los más famosos del mundo. Aunque, con 12 mil millones de pasajeros al año, obviamente no deja de ser caótico. En El Definido te contamos qué medidas han tomado para hacerlo lo mejor posible.
Hora punta, cheek to cheek aquí y en la quebrada del ají. Muchos saben cómo es la cosa en el metro de Santiago, y en Tokyo no es distinto, pues es la ciudad con las estaciones de trenes más transitadas del mundo, ¡se llenan hasta en un 200% de su capacidad!
Agregarle a ese estrés pitidos desagradables, es una mala suma. Es por eso que desde hace unas décadas (1989), el principal operador ferroviario, JR East, encargó a Yamaha y al compositor Hiroaki Ide, crear melodías breves y agradables que sustituyeran el pitido de partida del tren, las melodías hassha.
Así, cada estación tiene su sonido característico para evitar la ansiedad de la partida, la mayoría con una duración de siete segundos, tiempo óptimo para reducir el estrés y accidentes del apresuramiento. Así se escuchan:
Por ejemplo, un estudio realizado en octubre de 2008 en la estación de Tokio, estimó que después de la introducción de las melodías hassha, hubo una reducción del 25% en la cantidad de accidentes de pasajeros relacionados al apuro.
Puede parecer un detalle chico, pero es importante.
Sabemos que Japón es uno de los países con mayores tasas de suicidio de la OCDE y, en promedio, uno al día es cometido en las vías de trenes. Una de las soluciones que han aplicado, como muchos otros países, son las barreras en las plataformas:
Barreras en una estación de Tokio. Imagen vía Japan Times |
La nueva Línea 6 de Metro Santiago incorporó la medida. Imagen vía Wikimedia Commons. |
Pero esto no es algo barato ni tampoco de fácil instalación, dado que el 70% de las estaciones principales de Japón no tienen el espacio o la estructura para poder instalarlas. Es por eso que se han buscado soluciones más simples y, sorprendentemente, la luminaria ha resultado ser de alto impacto.
La luz azul es la responsable, ya que estimula nuestro estado de alerta, estado de ánimo y ayuda a la reducción a la fatiga (por eso antes de dormir no es buena). En varias estaciones se han instalado pequeños paneles LED con luces azuladas, ¿los resultados?
Un estudio arrojó que en un período de 10 años, los intentos de suicidio en las estaciones con luces azules disminuyeron en un 84%. Según otro estudio, esta estimación es demasiado entusiasta en la cifra, sin embargo, aunque no dan una cifra exacta, de todos modos reconocen una disminución. Ah, y también se revisó si las estaciones con luces azules hacían que aumentaran los suicidios en estaciones sin ella (por sustitución), sin embargo no fue así.
Para disminuir los errores que pueden cometer los empleados de trenes, y así entregar un mejor servicio, algunas compañías han implementado el shisa kanko: apunta y llama.
Se trata de una técnica para la ejecución de tareas que exige apuntar físicamente a un objeto y verbalizar lo que se hará, de este modo, se activa más el cerebro, aumentando la conciencia y precisión de la situación. Parece algo un tanto obvio o ceremonioso de hacer, pero funciona: hace años se realizó un estudio (1994) donde se concluyó que esta acción disminuía hasta en un 85% los errores.
Shisa kanko se ha expandido a otras industrias en Japón y ya es algo tan esencial en el mundo de los trenes, que los paneles del Museo del Ferrocarril de Kioto incluso presentan personajes en la clásica postura de apuntar y llamar:
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También hay otros detalles. Por ejemplo, el suelo indica exactamente dónde se abrirán las puertas del vagón, un alivio para los ansiosos y una manera de ordenar el público. También en el piso se indica dónde se detienen los carros exclusivos para mujeres, si se quiere evitar problemas con pasajeros que abusan del colapso.
Y para quienes llevan maletas grandes y les es complicado moverse o prácticamente imposible subirse a un carro lleno, existe un servicio llamado Takuhaibin, donde se ofrece el transporte de equipaje.
“Influir en el comportamiento de los pasajeros es una parte integral del mantenimiento de un estándar de seguridad, así como del funcionamiento eficiente de todo el sistema, al tiempo que se reducen al mínimo los retrasos”, señalan en Railway Technology.
Medidas como las que ha tomado Japón se relacionan con la “Economía del comportamiento”, un nombre quizás aburrido para algo muy interesante: cómo estímulos mínimos pueden influir en nuestra actitud y decisiones. ¿Un ejemplo fácil y pedestre?
En Amsterdam decidieron poner una pequeña mosca de plástico como blanco en el urinario de los baños públicos, para que los hombres “jugaran” a achuntarle y así no salpicaran tanto el piso. Ese simple gesto logró, según las estimaciones, reducir las salpicaduras en un 80%.
De hecho, la “teoría del empujón”, que postula que pequeños empujones pueden influir en mejorar las decisiones de la sociedad, es la que le mereció el Nobel 2017 al economista Richard Thaler.
Es cierto que nuestro sistema de trenes es muy pequeño, pero al menos podemos ejemplificar con el caso de Metro Santiago. Al igual que en muchos otros lugares del mundo, es caótico, y un sólo error puede impactar desagradablemente en la rutina de los pasajeros, lo hemos visto los últimos días, como problemas de sistema o situaciones lamentables como un suicidio.
Estamos lejos de competirle a los nipones, pero hay medidas que se han tomado para buscar hacer mejor la experiencia de viajar bajo tierra. Bastante necesarias cuando a las horas punta, subirse a un carro se transforma en una cita romántica intensa con decenas de desconocidos: música relajante en momentos de máximo atochamiento (en la Estación Tobalaba), señales claras (escaleras de bajada-subida) o mensajes de conducta (“deje bajar antes de subir”, “no se siente en el suelo”, etc).
¡Hay tanto por hacer aún! Ejemplos como este pueden inspirarnos y ser una buena guía a la hora de tomar nuevas medidas y reformas.