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Imagen: Rodrigo Avilés

Científicos encuentran huellas del auge fenicio y romano ¡en Groenlandia!

Científicos hallaron en el hielo de Groenlandia una huella ambiental cuyos niveles se ajustan perfectamente al surgimiento y caída de las grandes civilizaciones de Europa y alrededores. ¿La clave? Los niveles de plomo en la atmósfera.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2018-05-22 | 14:30
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En Europa era muy común extraer plata de la galena, un mineral que combina plomo y plata. El proceso involucra calentarlo a altas temperaturas, y es entonces cuando se liberan varios residuos tóxicos a la atmósfera.
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El hielo tiene una memoria increíble. Tal como la lectura geológica de rocas puedes darnos pistas sobre lo que sucedió en el pasado, cavar lo suficiente en el Ártico y la Antártica, puede ofrecernos fieles “imágenes” de tiempos pasados.

Así lo hizo un contingente multidisciplinario de científicos, quienes analizaron los niveles de plomo en diversas muestras de hielo ártico, extraído en Groenlandia.

Lo que estos pedazos de hielo susurraron a los investigadores, es un completo panorama del auge y caída de grandes imperios de la antigüedad. ¿Cómo? ¿Quiénes? ¿Cuándo? ¿Por qué? El Definido te lo cuenta.

Contaminación a la antigua

Si bien es cierto que nuestro “aporte” de contaminación al medio ambiente hoy es más alto que nunca, civilizaciones del pasado también hicieron su parte.

Anteriores análisis de hielo ártico ya habían señalado que emisiones de metano históricas mostraban un peak pre-edad industrial que solo podía explicarse por el desarrollo y expansión del Imperio Romano. Ellos incluso tenían nombres para las nubes de smog que cubrían ocasionalmente Roma: gravioris caeli (“cielo pesado”) e infamis aer (“aire infame”).

¿Y cómo es que el hielo es tan sapo? La nieve, al ser porosa, contiene burbujas de aire que pueden atrapar partículas presentes en la atmósfera de ese momento (polen, gases, polvo, etc.). Al convertirse en hielo, estas burbujas quedan selladas y congeladas para siempre, como pequeñas postales de ese instante. Investigadores tienen “solo” que llegar a estas capas profundas, analizar los restos y datarlos.

Que restos de las emanaciones del Imperio Romano hayan llegado al Ártico, es señal del alto nivel de sofisticación y masificación de sus técnicas extractivas (y de que claramente no tenían un Greenpeace hinchando al Emperador). Además, ya sabemos que el aire es un medio de transporte de bastante alcance. ¿Se acuerdan de la erupción de un volcán islandés que bloqueó aeropuertos en casi toda Europa?

Lo que ahora midieron los investigadores fue plomo. Luego de haber datado las muestras y analizado los niveles del elemento, pudieron estimar el nivel de emanaciones anuales de la zona de Europa y alrededores desde la Era del Hierro hasta principios de la Edad Media.

Este es el resultado, al que los investigadores agregaron eventos históricos que explican los peaks y caídas:

Créditos: National Academy of Sciences of the United States of America.

Los enlaces históricos del plomo

Antes de ver en detalle los principales eventos, ¿por qué el plomo podría servir para rastrear movimientos de los fenicios, los romanos o los carolingios?

Según los investigadores, los niveles de plomo se deben al apetito de antes, ahora y siempre por la plata. Se trata de un mineral muy valioso y el motor de la economía para muchas civilizaciones. Fenicios, celtas, romanos y griegos, entre otros, acuñaron incontables cantidades de monedas de plata.

¿Y el plomo que pinta en todo esto? En Europa era muy común extraer plata de la galena, un mineral que combina plomo y plata. El proceso involucra calentarlo a altas temperaturas, y es entonces cuando se liberan varios residuos tóxicos a la atmósfera.

Dado que la plata está íntimamente ligada a la situación económica de las civilizaciones, científicos pueden asumir con bastante seguridad que una expansión o campaña militar está ligada a una fluctuación del plomo extraído y tratado. Esto se refleja en el gráfico.

Los primeros peaks se explican como parte de la conquista fenicia de lo que hoy es España. Esta zona era muy rica en galena, sobre todo el sur, y los asentamientos fenicios generaron seguramente una buena explosión en la producción de plata.

A partir del 400 AC y hasta el 200 DC, hay un salto importante en los niveles que se deberían a una mayor explotación de estas mismas tierras, primero por fenicios (luego llamados cartaginenses) y luego romanos.

Los investigadores hacen lecturas realmente profundas. Notan, por ejemplo, que en el inicio de las guerras púnicas (cuando cartaginenses y romanos se sacaron la mugre), los niveles de plomo cayeron porque Cartago no quiso invertir en zonas en conflicto, pero luego aumentaron cuando se dio la necesidad de acuñar más monedas para pagar a mercenarios.

Ya en la Segunda Guerra Púnica, los niveles bajaron porque la guerra se dio justamente en la península Ibérica (donde partió la campaña de Aníbal y sus famosos elefantes), pero luego volvieron a aumentar una vez que el general fue derrotado y las posesiones cartaginensas pasaron a Roma.

Los romanos tuvieron un panorama similar. Las muchas campañas militares en la zona de Hispania y lo que hoy es Francia, conllevaron a una baja en los niveles que solo se recuperaron una vez terminados los conflictos. Esto incluyó luchas contra incursiones de pueblos germánicos (teutones y cimbros), celtas (arvernos y alóbroges) y otros (lusitanos).

Por ello no sorprende que la Pax Romana en los primeros siglos AC, coincida con el peak máximo de niveles de plomo en la Antigüedad, cuando por fin se calman las aguas y Roma -ya como Imperio- alcanza su máxima expansión y desarrollo económico. A la producción de las minas de Hispania, se suman otras en Gran Bretaña, Alemania y Francia. Roma iba a toda máquina, hasta que se toparon con la peste antonina.

El fin de la era antigua del plomo

Aunque hoy sabemos que “solo” fue viruela, la peste barrió con el Imperio. Millones de personas murieron, dejando al ejército mermado y muchas poblaciones casi desiertas. En términos de emisiones de plomo, Roma nunca volvió a ser la misma.

La plaga interrumpió la minería debido a la alta mortalidad y la fuga de las regiones mineras y la reducción de la demanda a través de la pérdida de población”, escriben los investigadores.

Poco después de la peste, vino un periodo de crisis y anarquía en Roma y una nueva peste que condujo a la explotación de plata y plomo, a sus niveles más bajos en casi mil años. El Imperio, en los pocos siglos que le quedaron después, cambiaría la plata por aleaciones de oro y cobre en sus monedas, lo que explica por qué los niveles de plomo se mantuvieron bajos incluso luego de haber superado la crisis.

El último subidón que se observa en el gráfico, corresponde a la intensificación de la minería bajo otra gran civilización europea, la merovingia.

El estudio, un esfuerzo colectivo de ocho investigadores, es prueba del alcance de la mano humana a través del tiempo y espacio, y otra muestra de la gran memoria de la tierra bajo nuestros pies (o hielo, si están en el Ártico). 

Plomo: útil, pero mortal

Ya que fenicios y romanos extrajeron, trataron y utilizaron una increíble cantidad de plomo, ¿tenían algo de conciencia estas civilizaciones sobre su peligrosa toxicidad?

Existen evidencias de escritos romanos que hablan sobre un mal causado por el uso de plomo en acueductos, por lo que podemos asumir que algo sabían sobre su toxicidad. Sin embargo, el plomo, además de venir de santa yapa con la preciada plata, les era muy útil para plomería, cisternas y utensilios de cocina. También tuvieron la “brillante” idea de usar acetato de plomo para darle dulzor y brillo al vino.

¿Qué otros rastros no tradicionales de culturas antiguas conoces?

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