–Ni rebozado, ni al pil-pil –argumentó Matías–, como mejor sabe es en pepitoria o cochifrito.
–Puedes hacerlo como quieras pero, por favor, cochifrito no, que me produce acidez.
–Pues a la cerveza. Nunca has probado un pollo a la cerveza como el que yo preparo.
Terminaron de dar cuenta del par de tomates revenidos, de los restos de pizza y de unos plátanos marrones que componían la cena y, echándose un cartón encima y a modo de buenas noches, Emilio dijo: ¡Qué festín nos vamos a dar el día que encontremos un pollo en el contenedor!, ¿eh, Matías?