Los farolillos de papel, los globos, el algodón de azúcar, la música a muchos decibelios, las casetas de tiro, la tómbola, los coches de choque, la casa del terror, el pulpo, el tren fantasma, la noria... nada faltó en el funeral de don Nicanor, el patriarca de los feriantes. Ni siquiera, una vez reparada, la atracción de la guillotina que le decapitó de verdad en su última actuación.