cuidador temporal, adopción, enfermedades terminales, familia
Imagen: Mohamed Bzeek

El musulmán que adopta niños con enfermedades terminales en Estados Unidos

Mohamed Bzeek se llama el libanés de 62 años que llegó a Estados Unidos como inmigrante en los 70s, y que lleva más de 20 años siendo el padre adoptivo de niños con enfermedades terminales para entregarles un último tiempo lleno de cariño, atención, dignidad y amor. Esta es su historia.

Por Macarena Fernández | 2017-04-11 | 11:00
Tags | cuidador temporal, adopción, enfermedades terminales, familia
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Mohamed Bzeek (62 años) es un musulmán de Libia, mayor de 10 hermanos, que llegó a Estados Unidos en 1978 cuando era un maratonista y estudiante universitario de ingeniería. Años más tarde conoció a Dawn, una mujer que dedicaba su vida a ser madre de crianza (cuidadora temporal de niños), la que al poco tiempo se convirtió en su esposa, compañera de vida y de lucha.

Juntos, los Bzeek decidieron abrir las puertas de su casa en Azusa (Los Ángeles, California) desde el año 1989, para acoger a los niños más enfermos que forman parte del Departamento de Servicios para Niños y Familias del Condado (DCFS), luego de haber sido abandonados por sus padres por no poder lidiar con sus enfermedades. Mohamed y Dawn han sido los únicos cuidadores temporales del condado en decidir adoptar a niños tan enfermos.

¿Por qué lo hacen? ¿Qué buscan con esto? Si bien no pueden sanarlos, el matrimonio se comprometió a recibirlos y darles amor, compañía y cuidado por el resto del tiempo que les queda de vida. “La clave es quererlos como si fuesen tus propios hijos. Sé que están enfermos. Sé que van a morir. Hago lo mejor como ser humano y dejo el resto a Dios”, señala Mohamed.

Es una vida de entrega absoluta y de inmenso dolor, ya que saben que luego de encariñarse con los pequeños, ellos tarde o temprano morirán. Y así ha sido, en los 20 años que lleva Mohamed como cuidador temporal o padre adoptivo de más de 40 menores, ha tenido que enfrentar la muerte de 10 pequeños, el nacimiento de su hijo biológico en 1997 con enanismo y una enfermedad ósea, la muerte de su mujer el año 2013, y su propio cáncer de colon que sufrió el año pasado.

Hoy, Mohamed está sano y dedica su vida al cuidado de su hijo de 19 años y del de otra pequeña que nació con encefalocele, una enfermedad que no le permite desarrollarse ni mental ni físicamente. La niña, a quien recibió cuando sólo tenía un mes de vida, es ciega, sorda, tiene paralizadas sus extremidades y sufre convulsiones a diario. Los médicos le pronosticaron sólo dos años de vida, pero ya tiene seis, y dicen que su vida se alargó sólo por una razón: Mohamed.

Casi tres décadas cuidando a niños con enfermedades terminales

La primera niña terminal que adoptó el matrimonio en 1991 era hija de una trabajadora agrícola, que estaba embarazada cuando aspiró tóxicos rociados sobre las cosechas, lo que provocó una mal formación en la columna vertebral de la niña. Los Bzeek la adoptaron a los pocos días de su nacimiento, la cuidaron y acompañaron hasta que antes de cumplir un año, murió en los brazos de Mohamed.

Una experiencia devastadora que el hombre recuerda con mucho dolor, pero que no le impidió continuar con lo que se propuso como su misión de vida. Al poco tiempo adoptaron a un menor con síndrome de intestino corto, que fue hospitalizado 167 veces en sus ocho años de vida y que también murió en su casa. También fue padre adoptivo de una recién nacida que vivió sólo ocho días producto de una encefalocele, la misma enfermedad que padece su actual hija. Y así se ha encargado de darle un final de vida lleno de amor a muchos otros niños.

“Cuando los doctores nos dicen que no hay nada más que se pueda hacer por los niños, y nos preguntan si preferimos dejarlos en el hospital en lugar de llevarlos a nuestra casa, siempre les decimos que los llevaremos con nosotros, porque no vamos a abandonarlos. Los hemos cuidado desde que eran bebés, por lo que su último tiempo es donde más nos necesitan. Por eso mis niños mueren en casa, muchas veces en mis brazos”, cuenta Mohamed en esta entrevista.

Hoy, Mohamed da clases de crianza temporal en los colegios comunitarios y enseña cómo enfrentar la enfermedad y muerte de seres queridos; y pasa sus días cuidando a sus hijos en su casa, yendo al hospital o conversando por teléfono con los doctores, aseguradoras, abogados y trabajadores sociales.

Crowdfunding para apoyar su cruzada

Si bien Mohamed recibe dinero por parte del Estado para solventar los gastos del cuidado temporal de niños con enfermedades terminales, éste sólo cubre lo básico. Es por esto que Margaret Cotts, una asistente social, decidió abrir una colecta de crowdfunding para apoyar la crianza de Mohamed, a través de la plataforma GoFundMe.

La colecta se abrió en febrero de este año y a la fecha, cerca de 7.500 personas han aportado dinero, triplicando el monto objetivo inicial. Las donaciones serán utilizadas para lo siguiente:

- Aire acondicionado y calefacción: Mohamed pondrá calefacción central en su casa y aire acondicionado, porque sus dos hijos tienen problemas para regular la temperatura corporal.

- Educación de Adam: destinará parte de las donaciones para costear parte de los estudios universitarios de su hijo Adam.

- Un auto nuevo: Mohamed tiene un auto del año 2003 y lo utiliza a diario para trasladar a sus hijos al doctor. Con las donaciones quiere cambiar su auto por una van que tenga acceso para las sillas de ruedas.

- Arreglos de techo: destinará parte de las donaciones para arreglar el techo de la casa, el que actualmente está en malas condiciones.

- Contratar a una enfermera: desde el año 2000 Mohamed nunca se ha tomado vacaciones. Sólo el año 2010 realizó un viaje a Libia para visitar a sus familiares. Por eso, necesita de una enfermera que lo ayude con el cuidado de los menores.

Además de entregar su vida al cuidado de estos pequeños, Mohamed motivó a su familia en Libia a crear una organización para cuidar a los niños huérfanos, la que a la fecha ha servido a más de 600 menores libaneses sin padres.

“No soy un ángel. No soy un héroe. Sólo hago lo que cualquier ser humano debería hacer (…) Hay que hacerlo por el corazón. Si lo haces por el dinero o para que te reconozcan, no lo aguantarías con el tiempo. (…) Sé que rompe el corazón y sé que es difícil gran parte del tiempo. Me duele, me siento triste al verlos sufrir, pero venimos al mundo para ayudarnos entre nosotros. (…) Estos niños necesitan a alguien. Para mí la muerte es parte de la vida y me hace feliz saber que puedo estar con ellos en su último tiempo para acompañarlos, confortarlos, amarlos y estar con ellos hasta que mueran, haciéndoles sentir que tienen una familia y que hay alguien que los cuida y los quiere”, afirma Mohamed.

¿Qué te parece su historia? ¿Conoces alguna historia similar?

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Comentarios
Felipe Lazo | 2017-04-11 | 14:59
2
En alguna parte hay ninjas cortando cebollas, pero no los logro encontrar.
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