A 100 kilómetros de la capital estatal, Zacateco, limitando con Jalisco, se encuentra el municipio de Tepetongo, un pueblo de 32 comunidades rurales, 7.090 habitantes y un solo policía y bombero, que recorre día y noche las calles mexicanas, velando por la paz y seguridad del poblado.
Estamos hablando de José de la Luz Rodríguez, un hombre casado de 34 años, padre de tres hijos, que desde el año pasado pasó a ser el único vigilante de este municipio, luego de que renunciara el otro policía de la zona.
José de la Luz se ha convertido en todo un emblema para los vecinos. Su compromiso con la comunidad le ha merecido el respeto de todos y su profesionalismo y dedicación absoluta, lo ha llevado a convertirse en una especie de súper héroe del municipio. Nadie se explica cómo un hombre solitario es capaz de ejercer tantas atribuciones, logrando además que la paz reine en las calles.
Porque además de ser el único policía, José de la Luz es el encargado de manejar la ambulancia del pueblo, rescatista en accidentes, encargado de llevar las cartas de la alcaldía, los citatarios del juez y de ejercer como bombero cuando se presenta algún incendio.
José de la Luz Rodíguez. Foto de la BBC. |
Con tantas responsabilidades, atribuciones y poder, da para pensar que se está hablando de un hombre ambicioso, severo y corrupto, pero no es el caso. Los vecinos lo describen como un hombre tranquilo, confiable y siempre sonriente, que además recibe un sueldo común como cualquier policía de otro municipio.
José de la Luz pasa sus días recorriendo las calles y pueblos de Tepetongo. Maneja despacio, saluda a todo quien se le cruce por el camino y ofrece su ayuda. Si hay una anciana enferma, es él quien se encarga de asistirla y llevarla al hospital. Si hay un borracho agresivo en la calle, es él quien lo lleva al cuartel, le da comida para reponerlo y le hace compañía hasta la mañana siguiente. Si se presenta una riña en la plaza, es él el encargado de separar a quienes estén peleando.
Sin duda alguna una jornada que sobrepasaría a cualquiera: tres turnos de 24 horas, donde casi no ve a sus hijos y en la que casi no puede dormir, porque su cama está frente a la celda de los detenidos. Pero a pesar del cansancio, él se lo toma de buena forma porque sabe que tanta responsabilidad es porque está haciendo las cosas bien y su compromiso con la gente, es mucho mayor que su cansancio.
José de la Luz es la única persona del municipio que puede portar un arma, pero en el año que lleva solo, jamás ha tenido la necesidad de usarla. ¿Por qué?, porque la gente de Tepetongo es pacífica y no se presentan muchos problemas. A lo más conflictos familiares, borracheras sociales que terminan en peleas, o uno que otro hurto de ganado, pero nada del otro mundo.
Son 7.090 habitantes, la mayoría de la tercera edad. Antes, en los años 70, el municipio era bastante más grande, de unos 30.000 habitantes, pero las personas empezaron a cruzar las fronteras a Estados Unidos, en busca de mayor desarrollo económico y profesional. Especialmente la gente más joven.
Suena idílico, pero la verdad es que se trata de un pueblo que no quiere desaparecer, pero que cada día pasan menos cosas porque la gente se está marchando. Por esta razón el Gobierno considera que basta con un solo policía y cinco agentes de seguridad que le ayudan en sus recorridos.
Eso sí, antes la situación era diferente. Los narcos pasaban por Tepetongo con sus armas y había robos y secuestros, pero hace mucho que no pasa nada de ese estilo, porque no se ven drogas en el poblado, entonces no es buen negocio para ellos.
A pesar de todo, José de la Luz dice que necesita refuerzo con urgencia y que no por ser un pueblo tranquilo, tienen que castigarlos con pocas patrullas y escaso personal de seguridad. La distancia entre un pueblo y otro es hasta de tres horas y él no puede recorrer todo el municipio ni aunque quisiera, entonces debe priorizar, y esto le molesta profundamente porque para él todas las necesidades de los vecinos son igual de urgentes.
Por otro lado, la mayoría de los hechos que necesitan de su presencia policial, tienen que ver con accidentes de tránsito, cortes de caminos, personas aisladas por mal tiempo, ancianos enfermos que deben ser trasladados de urgencia o emergencias domésticas puntuales; y muchas veces él llega tarde, lo que no pasaría si tuviese más apoyo en los patrullajes.
El policía teme que la violencia se destape por la falta de supervisión y presencia policial, y señala que, aunque es joven y tiene un excelente estado físico, el cansancio le está pasando la cuenta, especialmente en lo familiar. Pero de todas formas expresa que por ningún motivo renunciaría, ya que no puede dejar a Tepetongo abandonado, como cree que sí lo ha hecho el Estado mexicano. No sorprende entonces que su entrega diaria sea aplaudida por toda la comunidad.