Esta es de esas historias que aparentan estar protagonizadas por alguien como cualquier otro, pero que lo poco que tiene de común, menos lo tiene de corriente. Su protagonista es Eugenia Cerna Hinojosa. Esta profesora de Artes Plásticas con Postítulo en Educación Tecnológica y un Magister en Innovación Curricular y Evaluación Educativa, se desempeña hace 15 años como profesora de tecnología en el Colegio Concepción Pedro de Valdivia, en la ciudad de Concepción.
Desde que comenzó a desempeñarse como profesora de educación tecnológica, Eugenia sentía un vacío luego de dar sus clases, donde los niños hacían diferentes proyectos y maquetas, que finalmente quedaban en el basurero:”Cuando empecé a ver que no tenía sentido ni para los niños ni para mí y que además gastábamos energías en trabajar sin que me quedara nada, decidí buscar algo diferente”.
Hace 9 años, Eugenia comenzó con un proyecto solidario llamado “Aprender-Sirviendo”, que se trata principalmente de una nueva forma de enseñar en los establecimientos educacionales y que en el caso particular del colegio en el que trabaja, se desarrolla en la asignatura de educación tecnológica, desde 5° año básico a II° año medio.
Esta metodología ayuda a los alumnos, a través de la integración de actividades curriculares formales y formativas complementarias, a ayudar en diferentes servicios a la comunidad; por ejemplo, creando centros de encuentro comunitario, haciendo muebles o artefactos para instituciones que lo necesiten. Los alumnos emplean los mismos materiales y recursos que se requieren para el cumplimiento de los objetivos de su asignatura, pero le dan un sentido al trabajo que realizan, ya que los proyectos que hacen van en ayuda a los necesitados.
Eugenia contó a El Definido que lo primero que hacen es conversar con los niños en cada curso para elegir a qué fundación quieren ayudar. En base a esto, la profesora escoge la institución que van a trabajar en el año y cada curso de 36 personas aproximadamente, visita la organización para detectar las necesidades que tiene. Se hace un plan anual por parte de la profesora y alumnos para crear lo que necesita la fundación y luego, clase a clase, se trabaja. Solo sirven los 7,0 porque no pueden entregar algo que no esté perfecto a alguien que lo necesita.
Han trabajado con grandes fundaciones como por ejemplo, Un Techo para Chile y la Teletón. Dentro de estas organizaciones, se utilizan muchos implementos técnicos que en el comercio no se venden, por lo que los alumnos los crean. Por ejemplo, bandejas para las sillas de ruedas o para comer a medida, muebles más pequeños para una mediagua, etc.
“El año 2009 trabajamos para ayudar a la Corporación de Ayuda al Limitado Visual (Coalivi). Los niños fueron a conocer una escuela para ciegos y ésta tenía una galería de los sentidos que era oscura y te hacían vivir lo que ellos viven siempre. Después de pasar por eso, los niños se dieron cuenta que faltaba mucho material para aprender y empezamos a elaborar lo mismo que les pasaban a ellos en el colegio. Por ejemplo, en historia necesitaban mapas y ellos los tenían que hacer con relieves. Para identificar mejor los insectos, les hicieron un insectario en tamaño real con sus respectivos nombres en braille. A final de año son los mismos niños los que van a entregar los materiales”.
Eugenia, desde que comenzó con Aprender Sirviendo, cree que sus alumnos tienen un interés mayor por la clase de tecnología. Ve una motivación constante de los niños por alcanzar el 7,0 , pero más allá de que sea por la nota, es porque quieren ayudar.
“Un alumno cuando sabe para qué está trabajando, aprende más y si tiene conocimiento de que lo que está haciendo le sirve a personas que lo necesitan, mejor todavía”, cuenta Cerna, quien ha sido distinguida en tres ocasiones con el Premio Bicentenario a las Escuelas Solidarias (2008, 2009 y 2010), por parte de la Presidencia de la República.
Eugenia es parte del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS), con sede en Buenos Aires. El objetivo de esta organización es contribuir al crecimiento de una cultura fraterna y participativa en América Latina a través del desarrollo de proyectos educativos solidarios. La mayor parte de los miembros activos provienen de universidades, como de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad Católica Silva Henríquez, Universidad de Chile, Universidad Católica de Valparaíso, Universidad Alberto Hurtado, etc.
Por su parte, en el continente europeo, el Papa tiene una organización llamada las Scholas Ocurrentes, entidad educativa de bien público que busca promover la integración entre el deporte, la educación, la tecnología y el arte, como una vía factible de inclusión para la juventud. Esta fundación alberga a cerca de 400 mil escuelas de todos los países y está abierta para todos los colegios del mundo, sin distinciones étnicas, religiosas, ni de ningún tipo. Dentro de estas “scholas” se encuentra el Colegio Concepción, que gracias al vínculo que generó Eugenia con CLAYSS, logró integrarla.
Bajo la creencia de Mario Bergoglio, de que con la educación puede transformar el mundo, se convocó a un congreso en el Vaticano y el tema principal era “El aprendizaje y servicio como una metodología transformadora”. El Papa le pidió a CLAYSS que enviara un miembro activo como representante de educación de Latinoamérica en el Vaticano, y así fue como por años de experiencia y su gran actividad dentro de la organización, el ofrecimiento de asistir le llegó a Eugenia.
“Nuestro colegio es laico y además pertenece a la corporación masónica de Concepción, por lo que por ningún lado pensábamos que podríamos haber llegado al Papa” comenta Eugenia.
Fueron alrededor de 60 los asistentes, número muy reducido según cuenta Eugenia, en comparación a otras asambleas realizadas por el Papa Francisco, en donde él mismo aseguró que siempre cuenta con más gente. “Al ser tan pocos fue un encuentro muy íntimo” agregó Cerna.
A modo de anécdota, cuando Eugenia fue premiada en el mandato anterior de Michelle Bachelet, la elección de un regalo a la presidenta y además mujer, no fue difícil, un collar fue su opción. Sin embargo, para llevarle algo al Pontífice, le significó varios días pensando. Finalmente tomó la decisión de comprarle un mate de madera y con el nombre de “Papa Francisco” grabado. Cuando le entregó su regalo, el pontífice muy agradecido le dijo: “¡Conoce mis gustos!”
“Con Mario Kreutzberger (quien "animó" el congreso) hablamos con el Papa y nos agradeció que hayamos aceptado la invitación, aunque el honor en realidad, era de nosotros”, aseguró Eugenia.
El objetivo es claro: Llevar este método a la mayor cantidad de establecimientos educacionales universitarios, pero principalmente secundarios. ¿Cómo lo están haciendo? Por medio de diversas charlas quieren ir difundiendo y explicando esta forma de enseñar, para que más instituciones se unan al proyecto.
Esta metodología viene de Estados Unidos llamada “service and learning” y tiene más de 15 años. En Latinoamérica, Argentina es el que va más adelante en esta forma de enseñar, porque es una política de Gobierno aplicar esta metodología por parte del ministerio de Educación. En Argentina, según el Capítulo II de la Ley de Educación Nacional N°26.206, Se “Garantiza la inclusión educativa a través de políticas universales y de estrategias pedagógicas y de asignación de recursos que otorguen prioridad a los sectores más desfavorecidos de la sociedad”.