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"He vivido muchas experiencias chocantes", comenta a El Definido, el inglés Marc Koska. El inventor recuerda una experiencia en específico, en Modasa, India, donde un brote de hepatitis B se transformó en la mayor epidemia de este tipo en la historia del país. "Fue propagado por un doctor y su hijo, quienes reusaron jeringas", agrega. Murieron más de 130 personas.
Marc conoce las implicancias del reúso de jeringas tan bien como las calles de su natal Bournemouth. Casos lamentables como este se han repetido durante décadas. Fue, de hecho, hace 30 años que el inventor leyó un artículo que vaticinaba que las jeringas reusables serían un importante método de propagación del sida. Era 1984 y Marc decidió dar el primero de muchos pasos que lo llevarían a inventar K1, la jeringa de un uso con la que ha salvado la vida de cerca de 9 millones de personas.
De modelador de maquetas de crímenes para juicios en el Caribe, Marc dio un giro en 180° para dedicarse en los años posteriores al estudio del uso de las jeringas y políticas de salud pública. Sus descubrimientos fueron más que significativos: cada año la administración de inyecciones inseguras eran responsables de 23 mil casos de sida, un millón de hepatitis C y 21 millones de hepatitis B. Esto resultaba en 1.3 millones de fallecimientos anuales que se concentraban, casi en su totalidad, en países en desarrollo.
Años de experimentación dieron resultado en 1997, cuando Marc comenzó la búsqueda de fabricantes para K1: una jeringa cuyo émbolo solo podía ser presionado hacia adelante, desprendiéndose si se trataba de retirar, lo que la convertía, obligatoriamente, en una jeringa de un solo uso. Por desgracia, su visión no era compartida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Por muchas décadas el reúso de jeringas era visto como la mejor opción, y hasta 1998, la OMS seguía incentivando que ciertos tipos de jeringas y agujas se reusaran hasta 200 veces como parte de su programa de vacunación", nos comenta Marc. El inglés no es un hombre que se desanime fácilmente, pero tampoco podía negar que la falta de apoyo de la OMS afectaba directamente su misión de erradicar las jeringas reusables.
Para su fortuna, un estudio realizado en 2000 por la misma OMS, confirmó algo que Marc y muchos otros decían desde hace décadas: de las 16.7 billones de inyecciones que se llevaron a cabo ese año, casi el 40% fueron inseguras. Lentamente el eje comenzó a cambiar en la OMS, lo que le permitió a Marc concentrarse en otro frente de batalla: el mercado.
El costo de producir una jeringa K1 es igual al de una tradicional y se pueden fabricar usando la misma maquinaria, sin embargo, hubo problemas que Marc no pudo anticipar. "Las jeringas son el elemento médico que más pérdidas genera. Los ministerios de salud usualmente reciben grandes descuentos en jeringas si compran otros productos del fabricante", explica. Sus primeros tratos no llegaron a buen puerto. Un fabricante que había adquirido la licencia fue comprado por otra empresa, que ignoró las promesas previas, y un exitoso trato con un gobierno se vino abajo en el último momento.
Fueron años de intensas frustraciones, pero según nos cuenta Marc, nunca lo desanimaron: "No necesito [superar mis frustraciones y cansancio], porque el objetivo es demasiado importante".
Si bien continuó luchando en estos dos frentes, el inglés sabía que para solucionar este problema, no bastaba con crear la solución, sino también educar sobre su uso.
"Creemos que cada persona en el mundo tiene el derecho de pedir y recibir una inyección segura y esterilizada", es la visión de SafePoint, institución creada por Marc Koska en 2006, con el fin de educar, sobre todo en los países en desarrollo, sobre el uso de jeringas. "Inicialmente creamos películas y campañas de conciencia pública sobre las inyecciones seguras, abogando que todas las jeringas deben venir de un envoltorio limpio, ser usadas una vez y desechadas de forma segura".
Su primer foco fue India, país donde el 62,9% del total de inyecciones que se aplican son consideradas inseguras. Estadística particularmente preocupante si se considera que en el país surasiático, además, se llevan a cabo cerca del 25% a 30% del total de las inyecciones a nivel mundial, siendo muchas de ellas innecesarias. En sus continuos viajes a la India, Marc descubriría que la realidad era mucho más chocante que las estadísticas.
Fue durante la campaña en India, cuando Marc habló con los familiares de los más de 130 fallecidos por la epidemia de hepatitis B, caso que, lamentablemente, no era una excepción. "Conocí a una señora en 2006, que había sido tratada por una quemadura hacía 10 años en el mismo pabellón [de los infectados], esta vez la estaban tratando por hepatitis B".
Como parte de la campaña, SafePoint grabó de manera encubierta las prácticas en un pabellón médico que luego Marc difundió en su charla TED. El video era una representación de lo que pasaba en muchas partes del país: en 30 minutos se administraban más de 40 inyecciones sirviéndose tan solo de dos jeringas.
En 2008, la institución se anotó su mayor victoria. Luego de una campaña de una semana de duración que incluyó 14 conferencias de prensa y la difusión masiva de su película de conciencia pública, el ministro de Salud indio, Anbumani Ramadoss, se comprometió a crear una política que abordara el problema. Poco después se hizo oficial: hospitales y centros de salud públicos deberán usar jeringas de un uso. A la fecha se estima que las campañas de SafePoint han salvado la vida de más de 9 millones de personas.
SafePoint también ha sido el caballo de batalla con el que Marc Koska lleva años presionando a la OMS para desarrollar una nueva política en el uso de jeringas. "Las estructuras burocráticas y centralizadas que lideran la política en salud global, no son los animales más ágiles, y pueden llegar a parecer frustrantemente impasibles y resistentes al cambio", comentó recientemente para la revista Africa Outlook.
Es por ello que SafePoint ha trabajado desde hace muchos años con la directora general de la OMS, Margaret Chan, para acelerar el cambio de las políticas mundiales respecto al uso de jeringas. En 2015, tras muchos años de trabajo, finalmente se dio un gran paso.
El 23 de febrero de este año, la organización publicó un comunicado de prensa titulado "La OMS hace llamado al uso mundial de jeringas inteligentes". Marc Koska fue, en grande parte, el responsable. "Ellos ya tenían una política de inmunización aprobada en 1999 y estaba funcionando muy bien. Personalmente me acerqué a la doctora Margaret Chan y trabajé muy duro para asegurar de que una política sobre el 95% de las inyecciones restantes [las curativas] estuviese en su agenda", nos comenta.
Esta nueva política de la OMS busca que para 2020 todos los países hagan uso exclusivo de este tipo de jeringas (la K1 es una de las 3 opciones hoy disponibles), lo que significará disminuir considerablemente el número de fallecidos derivados del uso inseguro de jeringas. "Esta política incluye organismos donantes, fabricantes y países para que desarrollen una estrategia y apliquen políticas nacionales. Esto significa que para el año 2020 todos en el sistema deberán rendir cuentas", agrega Marc.
Para Marc Koska, y por qué no decirlo, para el mundo, se trata de un avance importante, no de una victoria total. Si bien el sueño por el que comenzó a luchar hace 30 años está más cerca, el británico es consciente de que queda mucho por hacer. "El siguiente paso y el rol de SafePoint será crear capacidades y asegurarnos de que habrán suficientes suministros para la demanda; nuestro progreso será medido por los fabricantes que han cambiado las jeringas tradicionales por jeringas AD/RUP [tecnologías de un uso] y países que se sumen a la iniciativa de la inyección segura", comenta.
Han sido 30 años de trabajo, con muchas frustraciones de por medio, pero es un camino que volvería a elegir el británico. "Es un largo viaje y debes hacer el compromiso desde el principio, contigo y las personas cercanas a ti, que, pase lo que pase, harás que funcione y seguirás adelante. Si no sientes eso en lo más profundo, piénsalo de nuevo", señala.
Hoy SafePoint enfoca sus esfuerzos en campañas educativas en África y Asia, los lugares más vulnerables a las malas prácticas médicas. Incluso, en Camboya, estalló una epidemia de sida que infectó a 272 personas ¿El culpable? Una única jeringa.