Llegó a Chile trayendo una nueva versión de su proyecto más reconocido: The Pale Blue Door, un restaurant vagabundo, que se instala en distintos lugares y por pocas semanas, y que luego continúa su recorrido por distintas ciudades del mundo. Eso, hasta que el artista llegó a Chile en junio pasado, a instalarse originalmente por un año con su proyecto La Jardín, en avenida Bilbao con Italia. 

El restaurant con apariencia de invernadero (por sus muros transparentes y la cantidad de plantas en todas partes), tiene la misma característica que las anteriores obras de Hornecker: todo lo que se ve, incluidos los platos, cubiertos, sillas y mesas en las que los comensales disfrutan su comida, son objetos que ha ido recolectando con mucho ojo y ayuda de los traperos, amigos o conocidos que también donaron cosas que no iban a usar.

¿Cuándo empezaste a recolectar cosas?

"Cuando yo me fui a vivir a Londres, mi nueva casa era muy grande, como una gran fábrica, grande y sin nada. Yo empecé a construir espacios con cosas que encontraba en las calles. Me di cuenta que funcionaba.  Me gusta eso, lo prefiero. Creo que es muy interesante y creativo. No me gusta ir por las tiendas comprando cosas. Pero empezó más que nada por necesidad."

Es reconocido como un artista inglés, pues a los ocho años llegó a vivir a ese país, pero la verdad Hornecker es norteamericano. Oriundo de Texas, un de los estados más conservadores del país. Por eso tal vez cuando se le pregunta si cree que su proyecto funcionaría allá, contesta riendo "Nooo. En Estados Unidos no funcionaría".

La necesidad crea el órgano

Por necesidad también es que nació todo el concepto de The Pale Blue Door, la idea de levantar un restaurant casi de la nada y con las oportunidades que se iban levantando en el camino. 

Hornecker trabajaba como escenógrafo y artista, asesorando a distintas personas influyentes en Londres. Desde la revista Vogue, hasta marcas como Puma, diseñadoras como Stella McCartney y la cantante Kylie Minogue. Todo se vino abajo con la crisis económica. Su agencia quebró y él quedó cesante.

"Estuve trabajando con mucho éxito y después mi agencia murió. En ese momento yo estaba completamente pobre. Tuve la idea de hacer un restaurant en mi casa, que tenía una decoración bastante interesante y lo hice", narra Hornecker. 

Antes del diseño, había trabajado por muchos años en distintos restaurantes, así que tenía experiencia en el rubro. Para cuando su agencia quebró, su estudio/casa ya tenía distintas ampliaciones, escaleras, pasadizos y balcones interiores. Luego lo amobló con todo objeto interesante que se cruzó por su camino, logrando un estilo único.

Creó The Pale Blue Door en 2009, optando por ese título porque la puerta de su casa, por la que comenzaba la experiencia del asunto, era de un color celeste claro.

La idea fue un éxito, y luego lo replicó a otras ciudades. Berlín, Buenos Aires, el festival de música de Glastonbury y, producto de su amistad con un chileno, finalmente a Santiago.

¿En cuál de todos has tenido mejor recepción?

"Siento que en Berlín. Antes de ir, desconfiaban un poco del proyecto. Estaban escépticos. Decían ¿Qué es esto? Arte y además comida. Pero la gente abrió su mente y les gustó mucho. Estuvimos ocho semanas."

¿Te sorprendió que esto tuviera tanto éxito en Santiago?

"Al principio sí, porque los chilenos son distintos, son más conservadores. En Inglaterra la gente es un poco más relajada. Pero es tiempo de cambiar. Santiago está cambiando mucho, está más abierto, hay más arte. La idea es distinta, es diferente, hay buena energía. Me gusta mucho la ciudad. Para trabajar sobre todo, es todo muy organizado." 

Además el concepto de tu restaurant es más sustentable...

"Sí, pero yo no soy un gran ecólogo. Mi  vida es más eco que yo, pero prefiero usar cosas que tengan historia."

Historias como las que evocan por ejemplo, la escultura realizada por más de 30 muletas de madera que hay en la mitad del exterior del restaurant, que está lleno casi todos los días.

De Nómade a Sedentario

"No quiero tener restaurantes en todo el mundo", explica Hornecker, quien asegura, quiere calmarse un poco. Viajar, por supuesto, pero con su proyecto "Homes" (un proyecto de pequeñas casitas en distintos lugares) en lugar de sus restaurantes, que por ahora, sólo se encuentran en su casa Londres y su versión de Santiago. "Siempre es muy caro y mucho trabajo", explica el artista quien asegura estar al menos tres meses del año aquí en la capital.

Por lo mismo Hornecker alargó su estadía. Al comienzo sería sólo un año. Ahora se quedará hasta diciembre en el Barrio Italia, plazo tras del cual La Jardín será, al igual que sus anteriores proyectos, desmantelado.

Pero luego construirán otro en algún lugar de Santiago. Por cuánto tiempo, no lo sabe. "Estamos buscando lugar, me gustaría Providencia. No podemos estar en este lugar (el de Bilbao) por más tiempo. Además a mí también me gusta cambiar, me gusta moverme. Me gusta ir construyendo", cuenta.

¿Qué opinas de la gastronomía chilena?

¿Cuánto te demoras en hacer algo como La Jardín?

"Normalmente tres semanas en recolectar, y en un mes ya estaba todo listo al menos por dentro. Es rápido, y funciona. Si hay traperos, yo puedo encontrar cosas. Hay que tener ojo."

¿Qué has aprendido con toda tu experiencia?

"No tener miedo de nada. Si tienes una idea y crees que es buena, hazla. Y no escuchar a nadie. Porque con todas mis más locas ideas, si yo hubiera escuchado a alguien, nada me hubiera funcionado.  Me decían, "No, tu vas a cerrar ese lugar el primer fin de semana. No va a resultar. No puedes ir a Berlín y abrir un restaurant ahí".  Hay que creer en tu idea y simplemente hacerla, tomar riesgos."

Por estos días Hornecker se encuentra en Santiago, vigilando de cerca su restaurant ya no tan vagabundo. La Jardín está abierto todos los días de 11:00 a 01:00 horas, en Francisco Bilbao 497, Santiago.

¿Has ido al La Jardín? ¿Qué te pareció?